Zipaquirá (Cundinamarca).
Martes 24 de junio de 2008:
La importancia de Zipaquirá, ubicada al centro-norte de Cundinamarca, radica en su riqueza industrial, histórica y religiosa.
Cuando en nuestro país el turismo no se había desarrollado tanto como ahora, a Zipaquirá se le consideraba como ‘La Primera Maravilla de Colombia’ por su Catedral de Sal: el destino turístico más importante y uno de los pocos lugares para visitar en los años 60.
En la actualidad Zipaquirá es una ciudad de 100.000 habitantes, de los cuales 88.000 habitan el casco urbano y 12.000 en la periferia. Alrededor del casco urbano se asientan empresas como Refisal, Volmo, Familia-Sancela o Mexichem.
Con el auge del trabajo por Internet, cada vez más bogotanos fijan su vivienda en Zipaquirá para huir de la congestión citadina y disfrutar de una ciudad más tranquila.
En la parte inferior de la ciudad nos encontramos la Estación del Ferrocarril, recién remodelada, junto a la cual ondean banderas multicolores. Hasta allí llega el Tren de la Sabana que presta servicio a los turistas los fines de semana.
En varios comercios se exhiben fotos antiguas de Zipaquirá, muestra clara del sentido de pertenencia de los zipaquireños por la ciudad.
Primero atravesamos la Plaza de la Independencia y más arriba la extensa Plaza Mayor o de los Comuneros, bien conservada y abierta. Solo unas cuantas palmeras airosas rompen la monotonía del piso en piedra.
La arquitectura del centro se conserva intacta: balcones coloniales todavía fuertes y una mampostería original en todas las edificaciones del marco de la plaza.
Edificios emblemáticos como la Alcaldía, el Palacio de Gobierno y la Catedral de San Antonio de Padua no pasan desapercibidos. La iglesia fue construida en 1.916 y diseñada por el mismo arquitecto de la Catedral Primada de Colombia.
Dediqué un tiempo a recorrer los pasillos de la Catedral de Zipaquirá. Es una construcción imponente, de estilo clásico románico en la que predominan arcos de medio punto y capiteles cuadrados.
Una edificación inmensa, hecha en ladrillo y piedra labrada, combinación que poco se ve en otras iglesias. La catedral posee un órgano tubular antiguo y de hermoso mueble. Esta catedral se mantiene limpia, casi no tiene santos dispersos y el fondo sin altar, solo exhibe un gran crucifijo.
A continuación visité la Plaza de Mercado. En las calles aledañas se exhibe una gran variedad de frutas de todos los climas y colores. Disfruto de un mango maduro y dulce de fuerte sabor tropical. También digiero mi dosis de potasio hecha banano y luego me dedico a fotografiar tan agradable colorido.
Hay frutas de todos los climas y altitudes: mango de azúcar, piña oromiel, granadillas, bananos, guayabas criollas y feijoa, uvas chilenas a buen precio por la baja del dólar, anones y su prima la guanábana, curubas, sandía verde y roja, etc. Qué fantasía y cuánta variedad y belleza. Cualquier turista europeo se quedaría extasiado ante semejante salpicón de exquisiteces.
El mercado zipaquireño demuestra las bondades del centralismo. En Sopetrán o en Villavicencio seguramente no se consiguen frutas tan variadas y económicas como las que se consumen en el altiplano de la capital del país, fuera de que por acá la vida es menos costosa.
Continué el ascenso por las calles hasta llegar a la iglesia de la Concepción, con mirador panorámico. Desde allí se observa muy bien la Catedral Diocesana y las palmas del parque, lo mismo que gran parte de la ciudad.
Solo me quedó faltando conocer el Liceo Nacional de Varones en donde Gabriel García Márquez curso los cuatro últimos grados de bachillerato.
En otra venida a Zipaquirá fotografié la Plaza de los Mártires con hermoso obelisco al pie de la bandera municipal.
Luego de visitar la ‘tierra del Zipa’, me quedo con la impresión de que Zipaquirá sí es en realidad: Una gran Ciudad!