Zapatoca (Santander) 1/2.
‘La ciudad con Clima de Seda’
Jueves 31 de julio de 2014
Zapatoca es uno de los pueblos más bellos y mejor conservados de Colombia. No me explico por qué no ha sido declarado ‘Pueblos Patrimonial’. Una localidad con señorío, gente muy querida y toda su arquitectura con techos en teja de barro. Veamos hoy una primera parte sobre esta bella localidad santandereana.
Desde las seis de la mañana llegué al sitio conocido como ‘La Batea’, una glorieta en el municipio de Girón, a esperar transporte para Zapatoca.
A las 6:30 apareció el bus, que salió media hora atrás del Terminal bumangués. Qué belleza de transporte el que me ha tocado: grande, bien amortiguado, con parabrisas panorámico y dos retrovisores a disposición. Hoy trae pocos pasajeros, por ser día de mitad de semana y temporada baja.
El pasaje por $10.000 para dos horas y media de viaje, en un bus tan moderno, es muy económico.
Esta región es bastante cultivada. Se ven sembrados de tabaco, muy bellos, con sus hojas grandes, verdes, bastante fértiles; también se cultiva melón, maracuyá, papayuela, maíz y piña, más que todo en terrenos pedregosos, incluso entre rocas medianas.
Luego supe que las rocas guardan muy bien la humedad y por eso las plantas extienden sus raíces por debajo de las piedras. Y sí, casi siempre que uno levanta una piedra, el terreno debajo está mojado.
Al principio la carretera es destapada, y transcurre bordeando el río de oro, a la derecha. Más adelante comienza la vía con pavimento en buen estado.
Qué lindos estos terrenos. Generalmente de tierra rojiza, casi siempre cultivada entre pedregales. También hay sembrados de cítricos, tabaco y a veces se ven caneyes en los cuales se secan las hojas para hacer picadura.
Abundan además los terrenos rocosos, muy bellos por las texturas y colores de los peñascos.
Pero lo más hermoso fue lo que vino luego: el profundo y bello cañón del río Sogamoso, que avanza por una hondonada profunda, hasta la cual se baja en zig zag, para luego pasar el puente militar que reemplazará un inmenso viaducto: el puente Gómez Ortiz, construido recientemente.
Ese gran puente, de tres estribos muy altos, lo vi yo desde el avión, ayer miércoles, cuando hacíamos la aproximación al aeropuerto de Bucaramanga. Yo sabía que no se trataba del Chicamocha, pues allí no hay un puente de esa magnitud.
Qué bueno transitar ahora por esa misma vía que contemplé desde lo alto, lleno de admiración. Y es que, a diferencia del Cañón del Chicamocha, esta profundidad tiene carreteras serpenteantes tanto de subida, como de bajada.
El río Sogamoso, que pasa abajo, es la resultante del río Suárez y el Chicamocha, que se unen un poco antes de Zapatoca, para aproximarse a su desembocadura en el Magdalena, mucho más adelante, por los lados de Sabana de Torres.
Por supuesto que las pendientes de este tramo de la carretera son muy pronunciadas y las curvas a veces cerradas. Y aunque vamos en un bus grande, Sergio, el conductor, esquiva muy bien los precipicios y sabe conducir muy bien sobre el pavimento reciente.
Ya en el descenso hacia el Puente Gómez Ortiz, se alcanza a ver, más adelante, el otro puente: el Geo von Lengerke, que une a Bucaramanga con Betulia. Y es que los alemanes que contribuyeron a poblar los municipios de Zapatoca y su vecino Betulia, entraron a la región a través del río Sogamoso.
Esos viaductos: el Puente Gómez Ortiz y el Geo von Lengerke, hacen parte de las obras paralelas a HidroSogamoso, que ha construido Isagén.
HidroSogamoso, que entró en servicio a principios de 2015, es una hidroeléctrica semejante a HidroItuango. La presa está ubicada, en la serranía de La Paz, muy cerca del Peaje Sogamoso, en la vía de Barranca a Bucaramanga.
Nueve kilómetros antes de Zapatoca, se termina el ascenso, quedan atrás las montañas áridas que rodean el río Sogamoso, y entramos a terreno más bien plano y con vegetación.
Cuando empieza a divisarse Zapatoca, lo que más se destaca, es el edificio del colegio Salesiano, que ocupa toda una manzana, en el centro del casco urbano.
También es evidente la nueva urbanización de casas semi-campestres, ‘para ricos’ llamada Gachaneque, que están construyendo a un lado del
pueblo.
Para este momento yo venía conversando con un señor de edad, nacido en Zapatoca pero que, según me advirtió el viejo, no es tacaño, como se dice que son, los hijos de esta comarca.
Mi amigo me aconsejó visitar la tumba del alemán Geo von Lengerke, quien contribuyó a poblar esta zona, por lo cual muchos de sus habitantes tienen los rasgos de la raza aria.
Se trata de un colono europeo que llegó a tener muchas tierras, gracias a las ganancias que obtuvo con la explotación de la quina, pero que fracasó luego y murió muy pobre, cuando el comercio de esa sustancia se vino abajo.
A no mijo, qué pueblo tan bello este, y qué fortuna conocerlo en un día de sol como el de hoy. A las 8:20 de la mañana me bajé en la plaza principal
de Zapatoca, amplia, abierta y decorada con banderas multicolores. El marco de la plaza se conserva bien y con varias construcciones antiguas.
Lo primero fue visitar la iglesia de San Joaquín, antes que la cierren. Se trata de un templo bellísimo, sobrio, amplio, con varios espacios y capillas interiores. Columnas redondas y blancas, sostienen una cubierta sobria y plana.
Varios vitrales finos decoran las naves laterales, en tanto que bajo la bella cúpula central, se ve un corredor ovalado con hermoso balcón en madera.
El baldaquín blanco de bordes dorados, que cubre la mesa del altar, le da elegancia y sobriedad al recinto. La baldosa antigua del piso, muy bella y, hasta la sacristía tiene muebles antiguos de gran valor.
Enseguida de la iglesia, está la capilla para la adoración perpetua del Santísimo, con una fachada en piedra labrada, muy hermosa.
A Zapatoca también se le conoce como ‘La Ciudad Levítica’, por la gran cantidad de religiosas y sacerdotes que han salido de allí.