Villahermosa (Tolima) 2/2
Sábado 18 de octubre de 2014
Después del descenso en el campero Toyota desde Casavianca, llegamos al puente sobre el río Azufrado, y a continuación vino la subida hasta Villahermosa, en donde estuvimos a las 9:10 de la mañana.
Lo más destacado de la plaza principal, plana y mediana, es el monumento a la cultura cafetera, que se observa en el centro del parque.
Cada cara del obelisco cuadrado, muestra una faceta diferente de la actividad campesina: la chapolera que recoge café, las reses que acompañan el cultivo, el molino de caña de azúcar y el trabajo de la despulpadora.
La iglesia de Villahermosa, es bonita por fuera y por dentro. De una sola torre, exhibe sendos ángeles sobre cúpulas rojas, en los extremos de la fachada.
Por dentro se ven columnas redondas, vitrales no muy finos pero bastante llamativos, con escenas de la pasión de Cristo y algunos santos conocidos.
El altar en mármol fino y la baldosa antigua con hermosos diseños, son otros detalles únicos de esta ermita.
En una esquina de la plaza, está la alcaldía de dos pisos, de estilo moderno pero acabada con gusto.
Me siento a tomar una aromática de panela con empanada en la Cafetería Café y Sabor.
Es evidente que se trata de un negocio manejado por mujeres, a juzgar por el aseo y el detalle de bienvenida en cada mesa: un ramo de flores artificiales y dos potes con endulzante para que el cliente escoja entre azúcar blanca o panela molida.
Este pueblo me gusta. La mitad del marco de la plaza conserva en las edificaciones de dos plantas, muchas con balcón, el estilo propio de la arquitectura de la colonización antioqueña. La madera es muy utilizada, bien sea para formar las paredes o en la mampostería de las viviendas.
Salta a la vista que hoy es día de mercado campesino en este pueblo del norte del Tolima. La calle real se ve llena de compradores.
Después del medio día los campesinos regresan a sus parcelas ya no a caballo, sino en moto.
No hay duda de que Villahermosa fue colonizado por paisas andariegos. Es un pueblo agradable, vibrante, sobre todo en un día de mercado.
En la plaza cuadran los colectivos que van para el Líbano, el municipio vecino con economía más próspera.
A las once de la mañana abordo el campero verde en el que vine. Por haber hecho el viaje de ida y vuelta tengo derecho a ocupar el mismo puesto en el que vine, con vista frontal.
Y así será incluso hasta Palocabildo, si es que decido viajar en el mismo vehículo, apenas recoja el morral en Casabianca.
Al regreso también disfruto del paisaje verde y cultivado. Las laderas están sembradas, más que todo con café.
En casi todas las viviendas campesinas el lavadero de ropas se construye separado de la casa. Una lámina de zinc da sombra al fregadero que se mantiene con el tanque lleno, el cepillo a la mano y el jabón Rey en una coca plástica.
Hasta la mitad del camino son frecuentes las paradas para bajar campesinos que traen el mercado para la semana.
El primero en saludar con la cola batiente, es el perro y también los niños, pues algún detalle para ellos, debe venir en el costal.
Ahora cuando pasamos frente a una casa, también regresé a mis años mozos cuando escuché el canto alborotado de una gallina que acaba de depositar su huevo, en el nido hecho con cajones.
Inmediatamente las otras aves se unieron al regocijo y entonaron el ‘cara ca cá’ respectivo.
Qué belleza de sonidos, la vida campesina tiene situaciones memorables y fascinantes.
El alcalde de Villahermosa hasta el 2019 es el señor Germán Uribe Arcila.
Acá viven en total 1.000 villahermosunos, tres mil en el casco urbano y ocho mil en los campos.