Viajar con niños
En la vida todo depende del enfoque que le demos a las cosas. Viajar con niños se puede ver como un problema, y entonces el recorrido será aburrido y cantaletoso.
En cambio si programamos el viaje con nuestros hijos, como una oportunidad para compartir con ellos y reforzar los conocimientos del colegio, el paseo se convierte en una experiencia enriquecedora, maravillosa e inolvidable.
Lástima que la educación de hoy todavía se imparta en aulas (¿jaulas?) aisladas de la realidad.
Por razonables oportunidades logísticas y de seguridad, los niños de los pueblos a veces tienen mejores experiencias didácticas que los estudiantes citadinos. En los municipios pequeños son frecuentes los paseos a ríos, los juegos de calle o las aventuras en el campo.
Pero en los paseos familiares está la oportunidad para que los papás urbanos compensen aquellas carencias. Hoy disponemos de blogs de viajes, videos hechos con dron y GPS que facilitan la preparación de los recorridos.
Experiencias inolvidables
En las entrevistas a personajes es común escuchar remembranzas de cuando el protagonista estaba pequeño y recuerda con nostalgia los viajes que hacía con sus padres a sitios alejados o cercanos, pero de todas maneras llenos de aventuras y experiencias que se evocan en la vejez.
Así que para las próximas vacaciones, organice viajes con sus hijos y aproveche la salida para aprender con ellos de experiencias sorprendentes y maravillarse con la naturaleza.
Aquí les doy tres ideas que se pueden poner en práctica para viajar con niños.
1 – Planee el viaje en compañía de los hijos
No importa la edad que tengan bien sean escolares, estudiantes de secundaria o universidad.
Con ayuda de Internet, consulte mapas, blogs e información sobre la carretera, los pueblos por donde van a pasar y el destino de la excursión.
Qué cuestas hay que trepar para atravesar cuál cordillera, qué ríos pasarán sobre qué puentes o cuáles serán las temperaturas que tendrán que soportar durante el viaje. De ahí deducir la ropa, los repelentes de mosquitos y los rehidratantes que se colocarán en la maleta.
Incluso elabore con los hijos trazados del recorrido que van a hacer, dónde almorzar, dónde tomar un baño de río, dónde pasar la primera noche, etc.
2 – Juegos durante el viaje
En los años 80 durante los viajes en auto, jugábamos con los hijos ‘Al que vea’, una sencilla diversión que consiste en encontrar en medio del paisaje un caballo, un perro, un árbol amarillo. De esa manera los viajes tenían pequeños desafíos, nos permitían estar más en contacto con los niños y disfrutar del contorno.
Adivinar el último número de la placa del próximo vehículo que venga en sentido contrario, es también un agradable juego que permite acumular puntos y premiar al ganador al final de la ruta.
Viajar con niños también también puede ser una oportunidad para desarrollar el espíritu de observación en los infantes, destacando los árboles, animales, aves, hojas, quebradas, cascadas, que van apareciendo durante el recorrido.
Recuerdo alguna vez cuando viajando de la carretera Panamericana hacia San Lorenzo (Nariño), me recogió una familia que iba en su auto con la hija de 12 años.
La adolescente se pasó todo el tiempo mirando el celular y se perdió las maravillas del paisaje en un espléndido día de verano cuando se vieron abismos profundos, quebradas cantarinas, montañas inmensas y nubes de formas sorprendentes.
3 – Relato escrito y fotos
Durante la excursión hacer un borrador o de una vez el relato escrito, detallando los mejores momentos, los lugares visitados y las personas con las cuales se intercambiaron experiencias.
Mejor si se incluyen dibujos elaborados por los niños con colores, como estos de mis hijos hace 20 años.
Al regresar del paseo, organizar las fotos en carpetas correspondientes a cada lugar donde estuvieron, cuidando de completar el relato escrito con las vivencias que se disfrutaron en familia.
Ver las fotos y leer el diario de viaje cinco o veinte años después es igual a revivir la experiencia y despertar el deseo para nuevas aventuras.
Mi primer viaje fuera de Colombia fue en 1.974 a Machu Pichu en auto-stop. Y en esa ocasión también elaboré un relato escrito que conservo 45 años después y me permite recordar de esa aventura increíble, cada momento impreso en las fotos.
Cuando se tienen tantas fotos en el computador, es imposible cinco años después, recordar detalles de la experiencia. En cambio el diario de viaje escrito permite revivir con exactitud cada detalle.