Uramita (Antioquia).

Lunes 10 de diciembre de 2012

Uramita es un municipio del occidente antioqueño, y se encuentra a 160 kilómetros de Medellín.

Apenas si estaba buscando dónde sentarme, en las afueras de Frontino, cuando apareció un automóvil Sprint, que se detuvo sin vacilar, cuando le puse la mano.

El conductor era  un señor de 65 años, muy formal, que venía con su novia justamente para Uramita.

• ‘Tranquilo, me da lo que pueda’, me respondió el hombre cuando le pregunté, por cuánto me llevaba a las partidas.

  

A medida que avanzaba el viaje, nos fuimos haciendo amigos y supe que la pareja iba para el mismo destino mío.

Lo que más me gustó fue la manera como conduce mi chofer, tan calmada y lentamente, que me permite mirar en detalle todo el paisaje, muy hermoso por este sector del occidente.

Incluso pude fotografiar la bella hacienda que se ve sobre un morro, al otro lado del río, y que ahora

está engalanada con las flores de un guayacán amarillo.

A pocos kilómetros de Uramita se ve, sobre margen izquierdo, la Planta Desmotadora de Algodón, construida por una gobernación pasada que, como casi todos los proyectos comunitarios, no dio resultado.

Antes que levantar estos elefantes blancos, hay que educar a la gente para el trabajo comunitario. Los resultados se verán, por lo menos a mediano plazo y luego de varios períodos gubernamentales.

En el cruce de caminos que sería ‘la plaza’ de Uramita, me bajé del Sprint y fui directamente a conocer la iglesia por dentro. Por suerte a esta hora de la tarde, el sol le pega de frente a la espadaña que sirve de fachada a la capilla.

Un templo muy sencillo, lo único para destacar son las imágenes al óleo del Vía Crucis. Otra pintura

del Arcángel San Miguel con el diablo dominado a sus pies, está en lo más alto de la nave central.

Al lado de la iglesia, hay un parque decente en el cual, un vecino aprovecha el piso soleado, para secar el café recién cosechado.

Por esta carrera 20 donde está el templo, se sale hacia Peque, otro municipio que me falta conocer.

Por ahí se ubica el coliseo Guillermo Gaviria Correa, gigante, pero vacío y muy pegado a la vía y, más adelante una bella casona con inmenso balcón afuera.

Al final, en la calle 28,  hay una virgen del camino y por ahí pasa más visible el río Uramita, que corre paralelo a la carrera 20.

Contraté por $2.000 el servicio de moto taxi con un joven que resultó excelente guía turístico. Me llevó luego al barrio Santa Ana, después de

regresar a la carretera troncal que atraviesa el pueblo.

Mi amigo se detuvo ante dos vírgenes más. La de Fátima, de rasgos muy delicados,  está a un lado de la vía panamericana.

Mi conductor me dejó frente al edificio de la alcaldía, sobre la misma vía y bajo una palmera hermosa.

En la acera del frente dos niñas de seis años jugaban con sus muñecas, en tanto que el niño mayor manoseaba un celular.

El Hospital Tobias Puerta, está también sobre la carretera troncal.

Bueno, ya con esto me doy por bien servido. Solo me faltó subir al Cementerio que queda en un alto, luego de trepar por una carretera bien empinada.

Desde esa vía se debe observar muy bien el pueblo, que es pequeño y solo tiene como tres calles.

En esas apareció una buseta Renault de 14 pasajeros, que salió a las siete de la mañana de Bajirá, y por $23.000 me dejará en Medellín hacia las 4:30 de la tarde.

Definitivamente hoy estoy afortunado, pues el puesto enseguida del conductor, venía libre y fue ahí donde me acomodé, para disfrutar del paisaje de manera amplia y frontal y con el sol iluminando desde atrás. ¿Qué más se le puede pedir a la vida?

Pasamos por el corregimiento llamado El Pital, luego seguimos adelante de Chorodó: las Partidas para Frontino, en seguida la entrada a Cestillal y San Pascual, dos corregimientos muy retirados de Cañasgordas.

Luis Alfredo Torres Arango lo será hasta el 2019.

Este municipio tiene en total 8.300 uramitanos, de los cuales en el casco urbano habitan solo 2.300 y los seis mil restantes, son campesinos.