Ubaque (Cundinamarca).
Miércoles 27 de mayo de 2009:
El conductor con el cual viajé a Fómeque me contó cómo, el último domingo de enero, se realiza hasta Ubaque una peregrinación a pie desde Bogotá, a través de un camino veredal. Esta es una tradición de los devotos de Nuestra Señora de Belén, cuyo templo engalana el municipio de Ubaque. Este año acudieron a la cita 8.300 peregrinos que se gastaron cinco horas para venir desde la capital hasta acá.
Ubaque es otro pueblo bonito del suroriente de Cundinamarca. Cerca de esta comarca está el cerro Guayacundo, una montaña espléndida que termina como en una meseta inclinada, muy alta, en donde han colocado una antena de celular. Desde allí la vista debe ser envidiable, pues hacia el otro lado está la vía que conduce a Cáqueza y en general a los Llanos Orientales. A diez minutos de Ubaque está una laguna muy visitada y que yo me contenté con retratar de una foto que había en la alcaldía.
Según el censo del 2005, Ubaque tiene 7.000 habitantes en total, de los cuales en el casco urbano habitan solo mil personas y los seis mil restantes son campesinos. El burgomaestre de esta población hasta el 2015, es el señor Carlos Baudilio Alba Rodríguez.
Esta mañana cuando salí de Choachí el pensado era ir por la tarde hasta Cáqueza y de pronto regresar a Bogotá por la vía a Villavicencio, pero como supe que para Cáqueza hay unos kilómetros sin pavimentar y al ver desde el empalme la iglesia tan grande y destacada de Ubaque, entonces decidí venir hoy hasta acá.
Así que desde el crucero subí a Ubaque en moto. Un joven que salía en su Yamaha 175, tuvo a bien traerme en solo cinco minutos. Es el segundo viaje en moto que hago hoy y eso me encanta, a pesar que soy muy temeroso para subirme a esos aparatos. Pero en carretera como que hay menos riesgo, y el saborcito de aventura que tiene un viaje en dos ruedas, me embruja y le imprime mucho swing al paseo.
El parque principal de Ubaque es muy agradable, abierto pero con árboles a los lados, tiene además una tarima permanente, para los eventos que organiza la administración municipal.
La iglesia es imponente y muy alta. Cualquiera diría que le queda grande al pueblo, pero no, más bien lo decora y le da cierto señorío a Ubaque. El frontis es precioso, pintado con distintos colores y con dos torres muy decoradas con claraboyas, moras y pequeños capiteles. En el centro de las tres rosetas del frontis hay un vitral con la imagen de Nuestra Señora de Belén, aunque es la estatua del Corazón de Jesús la que corona la fachada. Como si fuera poco tanto decorado, al occidente del pueblo y detrás de la iglesia, se aprecia imponente el cerro Guayacundo proporcionalmente tan alto como la iglesia principal de Ubaque.
La secretaria de la parroquia habló con el cura y por la casa cural, me entró a la iglesia que estaba cerrada. El templo por dentro es bonito aunque a veces parece muy pintoreteado, sobre todo las bancas que son de color amarillo. Capiteles dorados coronan unas columnas redondas y bajitas. Un baldaquino también amarillo cubre el altar mayor y desde abajo la cúpula central se ve muy bella, con sus 24 ventanas de vidrios coloridos y la imagen de los cuatro evangelistas en las pechinas de la base.
Caminé hacia el norte por donde se sale para la laguna de Ubaque. Por allí queda el cementerio y una gruta de la Virgen a la cual me subí para que el primer joven que pasara me retratara con mi nueva bufanda verde.
Está haciendo un día de verano exquisito. Contra el cielo azul de pocas nubes, la cúpula y torres de la iglesia se ven muy lindas. En estos momentos se juega en Roma la final de la Liga de Campeones entre los equipos Barcelona 2 y Manchester United 0. En el Bar Pilsen veo los últimos diez minutos de este partido que millones de personas en todo el mundo no quisieron perderse. En el estadio romano están el Rey Juan Carlos de Borbón y el presidente José Luís Rodríguez Zapatero. En el Bar Pilsen de Ubaque estoy yo con ocho contertulios saboreando una Cola & Pola deliciosa.
Cuando apenas comenzaba la celebración en Roma y en España, salí en busca del camino que asciende hasta el cerro de la Virgen. La subida no es tan larga aunque sí bastante pendiente y por una carretera veredal destapada. De todas maneras me arriesgué a ganar terreno por el desecho, a pesar de no tener los zapatos apropiados para ese camino. Cuando salí de nuevo a la carretera estaba sin muchos ánimos porque además, le colaboré a una señora con el mercado que subía a cuestas.
De pronto apareció como mandado por Dios un joven en una moto. Le pedí que se devolviera y me subiera hasta el mirador y sin muchas palabras, pero con buena voluntad se devolvió para llegar conmigo, hasta el monumento a la Virgen, en lo alto del morro. Qué maravilla, es la tercera vez que monto en moto hoy. Este conductor resultó mejor que todos pues, aunque su máquina es potente, el tramo final de la cuesta es mucho más inclinado.
Nos bajamos a deleitarnos con esa vista de Ubaque tan espectacular. Lo que más se destaca, claro es la iglesia monumental. También sus calles en forma de cuadrícula, el coliseo, la alcaldía en una esquina del parque y los sembrados de tomate, café, arveja, fríjol y demás productos de pancoger. Por acá no hay haciendas grandes sino pequeñas parcelas con su casita en medio. El panorama es bellísimo y refrescante. El día está precioso y justo ahora el sol ilumina gran parte de Ubaque.
Otra cosa muy particular es que la Virgen que decora este mirador no está de pié como casi todas, sino que es una imagen sentada que luce una aureola de doce estrellas y corona de flor de lis. Con el casco sostenido en mi brazo izquierdo le pedí a mi amigo que me tomara algunas fotos en su potente moto en la cual me sentí orgulloso y feliz. Esta tarde no me cambio por nadie. Todo me ha salido a las mil maravillas. Y es que ya estoy como más ducho para montar en moto aunque para cualquier motociclista, llevar de parrillero a una persona de más de 100 kilos, no es lo más alentador.
OK, debo salir ya para el CAI cercano a Monserrate pues quiero ver desde allí la panorámica de Bogotá y los arreboles que seguramente se formarán sobre el occidente en esta tarde de verano tan hermosa.
A las 4:20 abordé la buseta. Una señora que también iba en la misma silla del conductor accedió a pasarse para atrás a fin de que yo tuviera más espacio para tomar algunas fotos. Qué tan querida.