Turbana (Bolívar).
Lunes 21 de septiembre de 2015
‘Damas y caballeros presentes en este medio de transporte, no quiero que me mires como a un desconocido, por eso me presento…’.
Con estas palabras empezó su retahíla el vendedor que se subió al bus en el cual llegué hasta Turbaco, procedente de San Jacinto. Como el hombre no entregaba a los pasajeros la cadena, el dije y los aretes que ofrecía por $20.000, nadie le compró.
A las 3:50 me bajé en la estación de servicio Texaco que está a la salida para Cartagena.
En vista que no pasaba el bus hacia mi destino, contraté por $4.000 una moto- taxi que en veinte minutos, me anduvo por los ocho kilómetros que separan a Turbana de Turbaco.
La verdad no había escuchado antes el nombre de este municipio bolivarense. Y lo que encontré fue más o menos lo que esperaba ver: un poblado en el que ni siquiera la plaza principal tiene pavimento.
Increíble que en este siglo aún haya municipios tan descuidados. Seguramente la corrupción de los políticos no ha permitido que el pueblo prospere.
Tremendo reto le espera al nuevo alcalde de Turbana hasta el 2019: Senán Cantillo Paternina.
En este municipio habitan unos trece mil turbaneros, de los cuales solo mil quinientos son campesinos.
Pero es que a Turbana no le ayuda mucho la topografía. Las calles no son rectas, sino curvas y el pueblo en sí tiene varias pendientes.
Al llegar lo primero que hice fue imprimir el pasabordo para volar mañana hasta Medellín. Qué suerte encontrar en este pueblo olvidado, buen servicio de Internet con impresora para preparar mi viaje.
La iglesia de Turbana es más bonita por dentro que por fuera. Tiene una torre ancha de ladrillo a la vista, y en el interior un mosaico antiguo de
diseño exclusivo.
A esta hora el templo está repleto de fieles que vinieron en varios buses para asistir a las exequias del papá de muchos hijos, a los cuales los asistentes deben favores. Hay tres veces más gente afuera que dentro del templo, donde se celebra la misa.
No se ven muchos comercios en el centro de Turbana. Apenas si encontré una miscelánea donde también se hornea parva, para tomar una Cola & Pola acompañada de un pan con frutas cristalizadas que me supo a gloria. Y qué barato: pagué solo $2.100 por el casado.
De todas maneras, sí se ven algunas casas antiguas bien conservadas, de esas con techo de zinc y columnas retorcidas que quisieran ser salomónicas.
También fotografié otra vivienda pintada toda de amarillo, muy tropical y caribeña.
Y no faltó mi foto en una de las bancas del parque, como también el registro de una escolar juiciosa, que hacía las tareas con el cuaderno apoyado en el piso.
Lo que sí son muy decorados y prolijos, son los buses que prestan servicio de Cartagena a Turbana. Tienen unos avisos tan pomposos, que a veces cuesta leer lo que dicen.
Se trata de carros viejos, que ya se pagaron hace mucho tiempo y por eso a los dueños les queda dinero para la decoración más ostentosa. En el parabrisas se leen los nombres de los hijos del dueño, supongo.
Con carros de muchos años, también ganan los usuarios que pagan pasajes económicos: solo $1.800 hasta Turbaco y $3.500 hasta el terminal de Cartagena.
Sin embargo, la carretera que une a los dos pueblos vecinos tiene un tramo largo aún sin pavimento.
Me sorprendió ver a un lado de la carretera una pareja de árboles color plateado, muy abrazados, entrecruzando sus ramas. Parecen dos seres que se profesaron amor para siempre. ¡Hermosos!
A las cinco de la tarde abordé uno de los buses descritos que antes de abandonar el pueblo dio 37 pitazos con sus potentes bocinas. Cómo se nota que estoy en un pueblo de la costa atlántica.
Me siento feliz viajando, máxime hoy cuando estreno mi camisa rosada, confeccionada en tela de algodón y con dos bolsillos, como me gusta para los viajes.
Mi pueblo en estos momentos cuenta con un parque mas bonito y con toda la plaza pavimentada, y estadio de Sofbol, todo con el apoyo de la gobernación de Bolívar no por la gestión del Alcalde actual.
Excdelente, me alegro que haya mejorado el centro de Turbana.
Estos municipios que tienen las casas repletas de anuncios de políticos son los que tienen a los peores políticos.
Cuando viajo en bus siempre se monta un vendedor con la misma parla que comentaba al principio, casi siempre alguien les compra. POr cierto, esos buses con letreros tan ostentosos son comunes por la costa. A mi personalmente no me gustan porque casi nunca entiendo lo que dicen.
Con respecto al municipio espero que esté progresando.