Tarazá (Antioquia).
Domingo 5 de noviembre de 2017
Bajo Cauca Antioqueño.
Después de Caucasia, Tarazá es uno de los municipios más desarrollados del Bajo Cauca Antioqueño, sub-región que comprende otras cuatro localidades: Cáceres, El Bagre, Zaragoza y Nechí.
Lo que vale la pena ver en Tarazá no son sus iglesias sino los escenarios deportivos, los balnearios y el Parque Biblioteca Jesús Arcángel Ramírez.
Yendo por la troncal que va de Medellín hacia Montería y la Costa Atlántica, al llegar a Tarazá se atraviesa un puente sobre el río del mismo nombre que, más adelante vierte sus aguas en el Cauca, el segundo río más extenso de Colombia.
Dos pueblos en uno.
El río Tarazá parte el pueblo en dos secciones bien diferentes y cada una con su iglesia parroquial.
En la parte de abajo se encuentra el templo de María Auxiliadora con el Parque Biblioteca y la zona deportiva a un lado.
Es el sector que más se ha desarrollado en años recientes cuando construyeron la pista de patinaje, la cancha múltiple y el Parque Biblioteca.
Y pasando el puente sobre una pequeña colina está la ermita de la Virgen de los Dolores como eje de la parte alta de la localidad.
A un lado de esa iglesia se construyó hace poco el Centro Administrativo Municipal, una edificación de cuatro plantas desde la cual despacha hasta el 2019 la alcaldesa Gladys Rebeca Miguel Vides.
Zona rica en agua.
Los taraceños tienen en los balnearios Piedras y La Perra, sitios para visitar en familia y aliviar el calor en tardes dominicales.
Un poco retirado del centro urbano se encuentra el Coliseo y la pista de bicicross.
Se ve que el Parque Biblioteca de Tarazá tiene suficiente actividad todos los días.
Hoy se reúnen en el auditorio jóvenes que se capacitan para diferentes emprendimientos.
Este Parque Biblioteca es completamente plano, amplio y con flores color violeta que lo hacen ver aún mejor.
La zona de la arte baja de Tarazá es abierta y congrega escenarios deportivos a la altura de los mejores de cualquier ciudad capital.
En seguida fui a visitar la parte alta del pueblo, frente a la iglesia de los Dolores.
Se trata de una ermita sencilla, lo más valioso es la imagen antigua de la Patrona que ocupa el nicho a un lado del altar principal.
Frente al templo y la alcaldía está el parque con muchos árboles y un kiosco con cubierta de paja que no es de mi gusto.
Altar de San Isidro.
Había allí ambiente de fiesta hoy domingo cuando se celebra el Altar de San Isidro.
Dos chicas agraciadas portaban una cruz forrada en billetes mientras el sacerdote que las guiaba recibía las nuevas ofrendas.
Y lo mejor fue que en la zona de comidas me sirvieron un delicioso plato de sopa de sancocho, más huevo frito y tajadas maduras a manera de postre.
Esa sopa ‘levanta muertos’ fue un alivio para mi garganta reseca y calmó la sed del medio día a 28° de temperatura.
Ah no mijo, quedé al pelo, ya puedo pensar en el regreso a Medellín.
Alcanzar Metro.
El moto-taxista que se había ido a hacer otra carrera mientras yo almorzaba, regresó por este viajero.
Recogimos el morral en la oficina de Coonorte y me ubiqué a la salida, después del puente y frente a la discoteca en donde amablemente me permitieron recargar la batería de la cámara.
La idea es llegar a Medellín mientras haya servicio de Metro. Y sí, al momento pagué $35.000 por llegar hasta Niquía a las 7:30 de la noche.
En Tarazá está el kilómetro No. 125 y la numeración decrece hasta el Llano de Ovejas donde está el poste con el número 0. Al pasar por Yarumal se ve el número 26.
En Ovejas se inicia una marcación ascendente que tendrá en Medellín el kilómetro 90 y pico.
Acá viven en total 33.000 taraceños, repartidos por partes iguales en el pueblo y en las veredas.
