Támesis (Antioquia).
Miércoles 15 de Febrero de 2012
Antes de las cinco de la tarde arribé a este pueblo que me encanta por su topografía, su gente cálida y porque tiene dos empresas bien organizadas de moto taxis, que prestan un eficiente servicio.
Sin ser una belleza, Támesis no sé, tiene algo especial que lo hace un pueblo muy amañador.
Una vez en Támesis, lo primero fue ubicarme en el Hotel Turismo, esa casona antigua que me recuerda las concentraciones de Vigías de Patrimonio y de Caminantes.
No olvido aquel Encuentro de Caminantes del 2007, fue memorable.
Detrás de la iglesia subí hasta la cima desde donde las torres del templo se ven muy bien y se toman fotos fantásticas. Por mil pesos una moto me evitó subir esas escalas tan pendientes.
Para aprovechar los últimos rayos de sol, anduve por el parque que es agradable. No es tan hermoso, pero tiene su encanto, con el kiosco en el centro, coronado por un gran gallo de contorno negro.
Por todos los pasillos hay mesas donde tomar tinto y disfrutar del ambiente pueblerino.
Dentro de estas rejas del espacio público se conserva una reserva vegetal interesante. Son muy pocos los pueblos de Antioquia que conservan el parque con rejas.
Ojalá la actual administración reubique las ventas que aún se estacionan en los costados de la plaza.
La aromática de panelita es una bebida que se acostumbra en los pueblos del suroeste antioqueño y en general en los municipios con cultura cafetera.
Acá la pedí en una heladería sobre el marco de la plaza, donde se escucha buena música, en medio de un ambiente de penumbra, muy adecuado para el descanso y la relajación.
Qué se le puede pedir de más a la vida? Me siento feliz acá, con las piernas estiradas sobre una silla y viendo pasar la gente que da su paseíto por la plaza, para mirar y que la miren, antes de irse a dormir.
En esas se escucha ‘Sin verte’, una canción bellísima, de Juan Gabriel.
Al otro día la dueña del hotel me ofreció un tinto delicioso, que disfruté hablando con ella de plantas.
Porque tiene unas preciosas: la azulina está florecida a más no poder y lo que más me gustó fue el ‘helecho gris’, una especia que no conocía y de difícil reproducción. Es muy bello, tiene hojas gruesas, como carnosas y de textura muy delicada.
En la casa antigua que sirve de sede al hotel hay aspectos muy bellos, como la baldosa multicolor y ajedrezada, que le da vida y encanto.
Hoy amaneció un día hermoso, de cielo despejado que permite divisar y fotografiar el Cerro Cristo Rey, el mismo que engalana y sirve de centinela silencioso del pueblo.
Un moto-taxista que hace muy bien las veces de guía turístico, me llevó hasta el ICA, en la zona de ‘Los Colegios’, como llaman acá al sector frente al Ancianato.
Allí conversé con el profesor de matemáticas y recordé el encuentro de Vigías de Patrimonio, que se realizó en estas aulas.
Este espacio está dedicado formar a los jóvenes con vocación agropecuaria.
Pero de los 80 bachilleres que salen cada año, solo un 10% opta por trabajar el campo. Debido a la globalización y falta de apoyo gubernamental, ya no es buen negocio cultivar la tierra.
Así que, opina el profe, en estas 17 hectáreas que tiene el lote del colegio, debería ubicarse el SENA y diversificar la oferta educativa para los tamesinos.
Pasé luego al Asilo Roberto Obando, quien fuera dueño de Coordinadora Mercantil y que junto a su esposa Elena, y ahora sus herederos, sostienen este ancianato desde hace muchos años.
Desde este sitio en horas de la tarde, se obtiene una hermosa vista de la iglesia y el centro del pueblo.
Todo este sector parece decorado con gigantes piedras volcánicas, muy originales, como lunares inmensos sobre el piso verde.
Definitivamente Támesis es un pueblo que atrapa, no es el más armonioso, pero sí tiene su encanto, provoca quedarse acá, la gente es muy querida y en época de verano como esta, todo luce muy bonito.
Entré a la iglesia parroquial, sobre el marco de la plaza. También es agradable, tal vez por el color blanco brillante de sus columnas redondas y gruesas, que sostienen arcos de medio punto. La mantienen muy limpia.
En las naves laterales hay santos de todos los tamaños y advocaciones. Cómo será que hasta la imagen en bulto de San Expedito se exhibe allí.
A las diez de la mañana decidí salir de Támesis para estar unos minutos en Palermo, el corregimiento vecino.
Mientras el bus recogió los pasajeros, fotografié la iglesia para llevarme un recuerdo de este poblado.
El alcalde de Támesis hasta el 2015 fue el señor Juan Martín Vásquez Hincapié y hasta el 2019 Iván Alexander Zuluaga Zuluaga, el alcalde más votado de toda la historia de Támeis.
Acá viven en total 16.000 tamesinos, 7.000 en el pueblo y 9.000 en las veredas.