Sandoná (Nariño).
Domingo 13 de diciembre de 2015
Sandoná es uno de los pueblos que vale la pena conocer en Nariño, y hace parte de la ‘Ruta Circunvalar al Galeras’.
Al famoso volcán pastuso, lo rodean cinco pueblos que se pueden visitar dándole la vuelta al cráter. En el sentido de las agujas del reloj, son: Yacuanquer, Consacá, Sandoná, La Florida, Nariño y Pasto.
El pasaje hasta Sandoná en los colectivos cuatro puertas cuesta $7.000 en las sillas de adelante o $5.000 en la parte de atrás.
Un señor de edad es el conductor, quien al final hizo de guía, indicándonos acerca de los puntos por los cuales pasamos.
Primero estuvimos en Jenoy, un caserío cerca a Pasto, hasta donde llegan buses urbanos. Los domingos los pastusos vienen a comer cuy asado, en este caserío.
Pudimos fotografiar algunos cuyes que daban vueltas sobre brasas ardientes.
Ahí en la rueda sí parecen ratones, pero vivos y con su hermoso y colorido pelaje, no son nada repugnantes. Con esa imagen de los roedores vivos será con la que pruebe uno de estos manjares de la gastronomía nariñense.
El viaje hasta Sandona, pasando por Nariño y La Florida, dura solamente una hora.
Ya con Sandoná a la vista, el conductor nos dio tiempo para fotografiar la panorámica del casco urbano. Se ve muy destacada le iglesia gótica, que es lo mejor que tiene este pueblo para los visitantes.
Y claro, lo primero, antes de que lo cerraran, fue fotografiar el enorme templo construido en roca pulida y de estilo neo-gótico.
Lástima que en la fachada y dentro de la iglesia colocaron adornos navideños que es más lo que le quitan que lo que le añaden a esa reliquia arquitectónica.
Algo para destacar es la suficiente iluminación del interior de esta iglesia. Las ventanas ojivales permiten el ingreso de suficiente luz.
No hay vitrales, pero sí capiteles dorados al final de columnas delgadas y arcos de crucería en la cubierta.
En el altar central se destaca ‘el segundo Crucifijo más grande de Colombia’, de gran tamaño y tallado en madera.
En seguida de la iglesia está el edificio de dos plantas de la Alcaldía. Byron Andrés Zambrano Rosas es el alcalde hasta el 2019.
Sandoná tiene buen movimiento comercial y está habitado por 25 mil sandoneños, diez mil en el pueblo y 15 mil en las veredas.
La plaza es muy grande. Recorrimos gran parte del marco y no encontramos un establecimiento de comidas o almacén con buena decoración.
Los negocios se ven descuidados o faltos de gusto.
A las dos de la tarde almorzamos con sopa de sancocho y trucha frita, por $6.000 en un restaurante del centro. Comimos en una mesa del andén, mirando hacia esa plaza gigante y plana, pero sin mucha gracia.
Hacia el oriente de Sandoná hay un gran cerro. Y en la parte alta se apecia una cruz gigante hasta la cual, según me dicen, se puede subir en moto o en carro. Qué bueno ir.
La buena noticia es que acá hay dos empresas de moto-taxi bien organizadas, todos los conductores se identifican por los chalecos amarillos. En Sandoná no es obligatorio usar casco protector.
Le propuse a Héctor, mi amigo de viajaxcolombia que, mientras yo subía en moto hasta La Chorrera, él fuera a tomar fotos a los sombreros de caña que fabrican en la región, junto a otras artesanías del mismo material.
La Chorrera es el sitio arriba de la plaza, donde hay un santuario y cae la cascada larga y perpendicular, que viene desde el mirador de la cruz..
Y sí, un moto-taxista me ubicó allá, luego de subir por calles aún sin pavimentar.
La panorámica es preciosa, con la fachada de la iglesia de frente y todo el casco urbano a la vista.
Cuando tomé las primeras fotos comenzó a lloviznar, así que se agotó el tiempo de viajarenverano.