San Rafael (Antioquia)
‘Capital energética de Colombia’
Miércoles 1 de agosto de 2012
Un viento frío al amanecer anuncia un bello día de verano. ¿Para dónde me voy? Quizá a San Rafael y regresar en la tarde a Guatapé para ver el anochecer y la salida de la luna llena, hoy. Busqué fotos de San Rafael en Google.
A las seis y cuarto de la mañana pasó mi transporte que, en tres horas y cuarto, me dejó en la plaza de San Rafa. Más tiempo del acostumbrado, pues el chofer no anduvo nada rápido e hizo parada para desayunar, en donde le obsequian la comida, al otro lado del puente sobre la represa y el malecón de Guatapé.
Entre El Peñol y Guatapé, subieron al bus como 26 estudiantes de bachillerato que, a pesar que no les cobran pasaje, no saludan al subir, ni agradecen cuando se bajan del carro.
En el bus le pregunté a una señora cuál era el mejor balneario cerca al pueblo. Me recomendó el de Trocadero, más exactamente el de doña Yolanda, que queda a diez minutos en carro desde el pueblo, por carretera destapada pero buena. Su esposo hizo más preguntas de las necesarias. Allí no va tanta gente, las aguas son cristalinas y se puede almorzar o acampar. Y es que San Rafael, a diferencia de otros municipios del oriente, tiene un clima calientico, delicioso. La salida para Trocadero, está en seguida del Parque Lineal y la copia del Puente de Boyacá, más concretamente en la salsamentaría La Portada, a la entrada al ‘Edén del Oriente Antioqueño’. Sin embargo, el río Bizcocho es el más conocido y a donde más turistas llegan en las Fiestas del Río, que se realizan en el mes de enero de cada año.
A partir de la salida para Alejandría comienza el descenso hasta San Rafael. Es una pendiente inclinada, con bosques vírgenes muy bellos, sobre el costado oriental de la cordillera. Arriba, en lo más alto de la serranía hay un conjunto de antenas, que no se pierden de vista sino, cuando se está cerca del casco urbano rafaelino. A mitad del descenso está la entrada a la hidroeléctrica de Guatapé, y una sub estación de energía, desde la cual salen redes y torres con diferentes destinos y en direcciones distintas, todas trepando por la cordillera para perderse, después de la cima boscosa.
Al bajarme en la plaza de San Rafael, lo primero que hice fue comprar, por $400, una almojábana de las tan ricas que venden en el costado sur de la plaza, concretamente en el negocio llamado ‘El Pandequeso’. Siguen siendo deliciosos estos horneados. Y según me dijo el empleado, solo en el mes de enero pasado, le aumentaron el precio que, en el 2009 las comí a $300 la unidad. Cómo hacen en los pueblos para producir parva tan barata? En otro establecimiento compré un rollo de los rojos, fresco y rico, por solo doscientos pesos.
Tierra de emprendedores.
Un personaje muy especial me llamó la atención en el parque de San Rafael. Se trata de Rafael Ángel Ceballos Gil, un señor de unos 63 años, que todo el día se la pasa cosiendo jíqueras de cabuya, en el parque del municipio. Pero lo que más me impactó fue su relato:
‘Yo gracias a Dios no he servido ni para robar, ni para pedir limosna. Como desde hace dos años estoy herniado, no pude volver a voliar rula. Entonces me dediqué a este oficio que aprendí fácil. Yo mismo hago las agujas, compro las varillas y le hago el labrado en las puntas. Y aquí me escondo, en media plaza, para que me vean. Si usted viera cómo me han tomado de fotos. Hasta para mandarlas por ahí por telescopia’.
Y cómo fue que le dio la hernia? – le pregunté a Rafa, quien no dejaba de entrecruzar la tira de cabuya con ayuda de las agujas.
‘Pues como tenía tantos alientos, podía alzar lo que fuera y así fue como me hernié’,
respondió mi entrevistado. Y continuó diciendo:
Todas las jíqueras que hago, ahí mismo las vendo a veinte o quince mil pesos. Uno solo con esto puede vivir. También hago bretales, cinchas, cinchones y retrancas’.
Todos estos son aperos para bestias de carga, según me explicó mi amigo. La cincha es el cinturón largo, de tres cuerdas, que se coloca a lo largo del abdomen del caballo. El cinchón en cambio, es de 9 cuerdas, más ancho y corto. La retranca es la tiranta hecha de cabuya, que va por el anca, y pasa por debajo de la cola. Y el bretal, es también una cinta gruesa que se coloca abajo de la nuca del animal.
Rafael también vende en San Carlos, lo cierto es que a donde llega encuentra quien le compre sus productos de fique.
Luego de conversar con el hombre, fui al Casino donde estuve leyendo el periódico, hasta cuando, por Caracol, empezaron a transmitir en directo, la competencia de Judo en Londres, donde la colombiana Yuri Alvear conquistó medalla de bronce.
Acto seguido atravesé el puente peatonal para ir a saludar a mis amigos: aquellos señores, con quienes estuve tomando de la mazamorra tan rica, que hacían en fogón de leña, cerca de su casa. Eso fue en enero del 2009, la última vez que vine a San Rafael. Hoy traje una de las fotos que tomé ese día, donde se ven esos viejos tan queridos, con los cuales hice buenas migas, en esa oportunidad.
Resulta que la nuera de mi amiga, fue dejada por el marido, y alguna vez, durante el rezo de 11 a 12 del día, en su iglesia Pentecostal, Claudina tuvo la revelación a través de una voz que le dijo claritico:
‘Póngala a hacer arepas’.
Desde entonces ellos hacen arepas de maíz amarillo para vender, y no les ha ido mal’.
En ese momento llegó Karime, una joven madre de una muñeca preciosa, de cinco meses de nacida. Ante el nacimiento de su hija, a Karime le tocó buscar algo para hacer y ganarse la vida. Entonces compró máquina de coser y fileteadora y empezó a hacer vestidos de baño. Qué gran idea. Claro, como a San Rafael vienen tantos turistas, a disfrutar de los bellos charcos que hay en el pueblo, pues ese es un excelente nicho de mercado para aprovechar. Y cómo son de bonitos esos vestidos, que los elaboran ya sea con apliques, o bordados o recortando la estampación de las telas elásticas. Me parecieron tan bonitos que pasé a fotografiar unas muestras. Los vende a $50.000, o sea que el margen de utilidad es bien bueno, pues un vestido de baño requiere de muy poca tela.
Otra vecina de mis amigos, también confecciona bolsos hechos con retazos. En fin que me sorprendió muy positivamente, el espíritu emprendedor de estas personas, a las cuales me he referido, y cómo me provoca colaborarles. Sorpresas te da la vida. Uno nunca espera encontrar en un barrio de un pueblo de estos, semejantes arranques de emprendimiento y verraquera.
Regresé al parque luego de atravesar el puente peatonal. Entré a la emisora Turístico Stéreo, que funciona dentro de la casa cural, una de las más hermosas del pueblo, con patio central, de dos pisos y matas floridas alrededor.
A continuación subí al tercer piso frente a la iglesia, en donde funciona una Peluquería. Desde allí se toma una foto muy buena del frontis del templo que, en la tarde, recibe muy fuertes los rayos del sol.
Una lugareña que conozco en el parque, necesitaba quién le escuchara sus penas. Su hijo Bayron, el mayor, es el más desjuiciado, le gusta el traguito y le ha pegado muchachito a dos peladitas: una de Medellín y otra de San Rafael. Pero para eso que, el ‘culicagado ese’ es tan de buenas, que ambas son hijas únicas y a la de aquí, apenas si le da un regalo a la creatura, de vez en cuando.
Adriana, de 22 años, también metió las patas y esa sí fue de malas, pues al papá del niño lo metieron a la cárcel por llevar en la moto, a un soldado que transportaba droga. Y claro, le creyeron al soldado y no a él, que era inocente. Todavía le faltan 15 meses de la pena que está pagando.
Una Mirada desde lo alto.
No quería irme de San Rafael sin tomar otra foto igual a la del 2009, desde la parte norte de los tanques del acueducto, al occidente del pueblo. Así que una moto-ratona, me llevó y me trajo, por tres mil pesos. Y sí que ha cambiado el pueblo, pues sobre el oriente se ven dos nuevas urbanizaciones que, desafortunadamente con el cambio de alcalde, quedaron empezadas, pero ya casi terminadas. Y con mi cámara Sony, las fotos de hoy, me quedaron preciosas, pues hace un día soleado increíble. La ventaja de viajarenverano.
Al bajar, me llamó la atención una casa que construyeron ‘en el aire’, quiero decir, sobre unas columnas de cemento y apoyada en un morrito encantador. La vista de esa casa sobre el casco urbano debe ser espectacular.
Para cerrar con broche de oro mi vista a este pueblo hermoso, fui a probar los palitos de queso que acaban de salir del horno en la panadería Antojos. Allí Eliana me vendió cinco: uno que consumí en el acto y cuatro para llevar, pues son muy ricos y baratos: a solo quinientos pesos la unidad.
Cerca de las dos de la tarde, bajé a pie hasta la Salsamentaria La Portada, cerca del parque lineal, a esperar el bus de dos. Allí me encontré con un vendedor de controles para televisor, delantales, tapas para desagüe de lava loza, y demás cachivaches, que vino conmigo en el mismo bus. Me contó el hombre que, en esa mañana le fue bien, vendió 137.000 pesos. Y sí, yo lo escuché ofrecer sus productos por el barrio de de mis amigos. Lo malo es que este vendedor nato, consigue dinero, pero luego se lo gasta en licor, según me confesó arrepentido. Ya ve, es admirable cómo la gente se rebusca la plata, que ‘está hecha’.
La tarde de hoy, está hermosa. Apenas para darse un baño en estos charcos tan provocativos, que hay cerca de San Rafael. Por aquí han pasado varios jóvenes en bicicleta, hacia ‘El Bizcocho’, el balneario más cotizado del sector. El cielo está divino, de pocas nubes y azul profundo.
A las dos y cuarto pasó la buseta. Muy agradable el viaje de regreso hasta Guatapé, en la ventanilla izquierda, con vista hacia las montañas y el cauce del río, allá abajo. Bosques muy tupidos, hermosas casas campesinas o de recreo, la hidroeléctrica de Guatapé, una escuela desde la cual se aprecia la panorámica de San Rafael, allá abajo y un tanto lejos, y este cielo de un azul profundo, espectacular.
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