San Pedro de los Milagros (Antioquia)

Domingo 9 de noviembre de 2014

A las siete de la mañana estuve en el Terminal Norte de Medellín, para esperar carro, no sé hacia a dónde. Depende de cuál aparezca primero y del destino que lleve. En principio quisiera ir a Maceo o a San Luís, dos municipios que solo he visitado una vez.

Salió del Terminal un carro para Cisneros y luego otro para San Pedro de los Milagros y Entrerríos. En ese me subí, luego, al ver detrás un bus de TransOriente que posiblemente vaya para san Luis, estuve tentado a bajarme y cambiar de ruta, pero luego decidí ir hasta Entrerríos. En ese momento presentí que algo muy bueno me iría a suceder en este recorrido por el norte cercano de Antioquia, y así fue.

Subiendo hacia Boquerón, por la carretera vieja hacia Santafé de Antioquia, que ya poco identifico, pasamos por un lado de la Cárcel de El Pedregal, un penal más bien nuevo,  no recordaba que quedaba por ahí. Más adelante escuché por primera vez una canción picante que salió para este diciembre y que se escuchará mucho en Navidad.

Este bus de Coopetransa salió del Terminal del Norte, con todas sus sillas vacías; yo fui el primero y único pasajero que se subió. Es que estamos en un fin de semana particular, entre dos lunes festivos, por eso hoy habrá pocos pasajeros en la ruta. Pero para un mochilero como yo, es una buena oportunidad para viajar cómodo y conseguir mejores precios.

El pasaje hasta San Pedro cuesta $5.000, muy barato, pues de todas maneras son 65 minutos de carretera. Lo que pasa es que es una ruta con dos empresas  que compiten fuerte por los viajeros. No más hoy el bus de la otra transportadora, que salió hace 20 minutos del Terminal, se fue despacio para no dejarle pasajeros a este carro, así que por San Felix le dimos caza y empezó una carrera al que más rápido llegara a San Pedro y dejara al otro sin los pocos paseantes que quedaban en el camino. En vista de ello, me pasé del puesto de co-piloto, a una silla de atrás, pues sentío miedo de un accidente.

Y delante de San Félix, apareció otro competidor: el alimentador del Metro de Medellín, que desde Bello, llega hasta la vereda El Tambo, en San Pedro.  Alguna vez hice ese recorrido, subiendo por el occidente de Bello, por una vía empinada pero en buenas condiciones. Con el tiquete integrado llegué hasta El Tambo y luego me devolví hasta el sitio desde donde se lanzan los parapentistas, para sobrevolar el norte del Valle de Aburrá.

Después del alto, la carretera transcurre entre pastizales muy verdes, terreno más bien plano y por columpios frecuentes. Anduvimos por el corregimiento bellanita de San  Félix, y las veredas sampedreñas de La Unión y El Tambo. Al fin, a las ocho de la mañana me bajé en el moderno terminal de transporte de San Pedro, que queda como a seis cuadras de la plaza principal.

Siempre acostumbro investigar las cosas importantes del viaje, no solo a uno, sino a varios lugareños. Sin embargo esta vez no fui fiel a mis principios. A solo una persona le pregunté qué opción de transporte había desde el terminal hasta la plaza. Me dijo que solo el taxi, cuya carrera mínima cuesta cuatro mil pesos. Error! Si le hubiera preguntado a otra persona, seguramente esa segunda o tercera fuente, me hubiera hablado de las moto-taxis que cuadran a pocos metros del terminal, cerca de la Estación de Servicio y el supermercado Surtimax. Látigo, látigo, la próxima vez, prometo preguntarle a varias personas. Así que me tocó subir a pié hasta el centro de San Pedro.

En muchos aspectos San Pedro se parece a los pueblos del alti-plano cundiboyacense. Y es que son topografías muy similares. Aquí también, como en Zipaquirá, abundan las frutas. Pensaría uno que en pueblos de clima cálido es donde más se venden frutas, pero no. He visto más variedad y mejor calidad en municipios de clima frio, seguramente porque allí el proceso de maduración es más lento, en tanto que en tierra caliente, de un día para otro se maduran los mangos, las mandarina, piñas y bananos.

El parque actual de San Pedro, también es semejante al de Tunja o Chiquinquirá: una gran explanada, con pocos árboles, que apenas ahora están creciendo. Hay suficientes sillas y un solo kiosco con vidrieras que protegen del frío, a quienes toman tinto dentro. Sin embargo, el parque se ve bien, y cuando lo que se necesita es recibir los rayos del sol, la ausencia de bosque se extraña menos. No obstante, sí debería haber más plantas en las calles de San Pedro, que aunque limpias, son más bien estrechas y sin mucho orden. Al menos deberían adornarse con matas de flores, que esas sí, se dan muy bonitas en estos climas fríos.

El alcalde de San Pedro, hasta el 2015, es el señor Jader Orlando González, quien ejerce el cargo por tercera vez. Este municipio tiene en total 25 mil habitantes, de los cuales la mitad vive en el casco urbano y la otra mitad, son campesinos. Ovejas es el único corregimiento que tiene San Pedro.  Una señora me comentaba cómo en otros municipios del norte antioqueño, la población ha disminuido. Acá en San Pedro sucede lo contrario, ha habido cierta migración desde Medellín y otras partes, por lo cual su población tiende a aumentar. Eso explica por qué se ven ya edificios de tres y cinco pisos y se planean algunas urbanizaciones en las afueras del pueblo.

La actividad económica de este municipio se basa en la producción lechera y porcícola. Colanta ha liderado el mejoramiento genético y la tecnificación de los hatos lecheros, con lo cual se busca mejorar no solo la cantidad, sino la calidad del producto. Hoy se busca producir una leche más rica en proteínas que en grasas.

El agroturismo, en la finca La Manuela, a solo un kilómetro de la plaza principal, empieza a ser otra fuente de ingresos para los sampedreños. Allí se instruye a los visitantes, acerca de las actividades agropecuarias. También vienen a este pueblo peregrinos con los cuales se fortalece el turismo religioso.

Mi desayuno fue en una de las panaderías que abundan en San Pedro; y es que, en clima frío, a uno le da más hambre y necesita más calorías.  Espero almorzar en Santa Rosa de Osos y cenar en Don Matías, así como aquella vez cuando, en un solo día,  desayuné en Santa Rosa (Perú), almorcé en Tabatinga (Brasil) y cené en Leticia (Colombia). En un día de sol como este, la vuelta al Norte Cercano Antioqueño, es muy fácil y agradable, incluso para quien viaja en transporte público.

Por supuesto que entré a fotografiar la Basílica Menor, un templo hermoso construido a fines del siglo XIX. Los óleos de la cubierta, el decorado de los arcos y columnas, así como la réplica de ‘La Piedad’ de Miguel Ángel, hacen que esta iglesia, sea una de las más bellas del departamento.

A continuación contraté por $3.000 a un moto-taxista para que me subiera y regresara del barrio Bellavista, hacia el oriente, por la salida para la vereda Riochico. Desde allí se obtiene una hermosa panorámica de la Basílica y el centro del pueblo. Ya otro motorista se había negado a llevarme porque, a decir de él, ‘que pena mi viejo, pero es que ando carreriado’. Y sí, el hombre iba de afán. Los sampedrenses que he tratado, me han parecido muy queridos y serviciales.

Mi conductor me dejó en el barrio El Encenillo, por donde se sale hacia Entrerríos. Bastó caminar unos pasos para divisar a lo lejos, la enorme vaca didáctica, blanca y de pintas negras,  de la Finca La Manuela. También me entretuve observando, en medio de la grama, florecitas preciosas, de colores azul y amarillo.