San Basilio de Palenque (Bolívar).
Lunes 21 de septiembre de 2015
Desde hace tiempos quería conocer este corregimiento de Mahates, generalmente asociado a las señoras que, con rollete y ponchera en su cabeza, venden frutas en Cartagena.
Las palenqueras se visten con faldas coloridas, a veces lucen su cabello trenzado y con frecuencia mantienen el equilibrio, mientras cargan la mercancía sin sostenerla con las manos.
San Basilio está ubicado en los Montes de María, a solo 50 kilómetros al sur de Cartagena, muy cerca de la carretera troncal. Fue fundado por esclavos cimarrones liderados por Benkos Biohó.
Hasta allí llegué en bus desde Turbaco, para tomar luego una moto taxi que por $2.000 me arrimó hasta el centro del palenque.
Bueno, pero ¿qué es un Palenque, y quiénes fueron los esclavos cimarrones?
Entre los muchos negros que llegaron a América procedentes del África, hubo algunos esclavos que lograron fugarse y con el fin de conservar la libertad alcanzada por sí mismos, se congregaban en sitios alejados, donde formaron comunidades.
A esos esclavos prófugos se les conoce como ‘esclavos cimarrones’, mientras que en Cuba, se les llama jíbaros. Y a los pueblos formados por ellos donde se mantenían aislados y protegidos, se les llama ‘Palenques’.
En ocasiones, esas comunidades estaban protegidas por pequeños ejércitos de otros negros que habían conseguido liberarse de sus opresores.
Incluso hubo palenques como es el caso de San Basilio, que crearon su propia lengua, la cual hoy en día, los habitantes de esa población, se esfuerzan por mantener.
La importancia del Palenque de San Basilio radica en el hecho de que en el 2005 fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, y reconocido por la Unesco como el primer pueblo libre de América, toda vez que fue fundado por Benkos Biohó por el año 1.610. Recordemos que la independencia de Colombia no se dió hasta el 7 de agosto de 1.819, doscientos años después.
En la plaza principal de San Basilio, se rinde homenaje a este esclavo que llegó a Cartagena traído por comerciantes portugueses en tiempos de la colonia.
En dos ocasiones Benkos logró fugarse de sus amos, hasta cuando fue recapturado y muerto por los españoles en Cartagena, el 16 de marzo de 1.621.
El legado de este líder cimarrón es el Palenque de San Basilio, el único pueblo de esclavos que se conserva auténtico en Colombia. Fuera de su lengua, en San Basilio se conservan las tradiciones culinarias, arquitectónicas y musicales.
La tambora es un instrumento esencial en la cultura palenquera y con ella se interpretan ritmos autóctonos que sirven tanto para expresar alegría, como para lamentar la pérdida de un ser querido.
A la tambora se le sumaron luego instrumentos de viento y se cree que del bullerengue palenquero surgió luego, un ritmo tan de moda como la champeta.
Desde cuando iba en la moto para San Basilio, hubo cosas que me llenaron de emoción. Lo primero fue ver a ‘Juancho’, un burro padrón que llevaba a su amo encima junto a la bicicleta en la cual se transportaría el negro de regreso. Con cuánta simpatía me saludó ese negro cuando lo fotografié en movimiento.
Al llegar a la pequeña plaza de San Basilio, lo primero fue fotografiar la escultura del líder cimarrón, realizada por el artista cartagenero Alfredo Tatis Benzo.
En seguida salió a mi encuentro Benicio Torres, un joven artista descendiente de Manuel Salgado, más conocido como ‘Batata’, la familia más representativa del Palenque de San Basilio. Su mamá hace parte de ‘las alegres ambulancias’, el grupo de cantoras que durante nueve días acompañan al difunto con cantos, rezos y bailes.
Benicio me invitó a tomar tinto en recipiente de totumo, que mantiene en su casa para atender a las visitas. Mi amigo es un hombre alegre y excelente anfitrión, como casi todos los habitantes del Palenque.
Más adelante conversé con José, un palenquero insigne quien trabajó con Margarita Rosa de Francisco en la grabación de la película ‘Del amor y otros demonios’, basada en el escrito de Gabriel García Márquez.
En San Basilio se conservan muy bien sus calles desiguales y las construcciones en bahareque con techo de paja. Me llamaron la atención los hermosos cercos hechos con tapas de guadua, que a veces la hierba termina por decorar.
Y mucho más admiré los peinados de trenzas que las palenqueras lucen con orgullo. Cuentan en San Basilio que, las mujeres ancestrales utilizaron el peinado para dibujar especies de mapas en la cabeza, los cuales le permitían a los otros esclavos, alcanzar la libertad o guiar sus pasos hasta el palenque cercano.
Por medio de tejidos capilares, las mujeres dibujaban montañas, ríos, árboles, que servían de guía a otros esclavos. Incluso se habla de que en ese cabello ensortijado, las mujeres transportaban semillas al escondido de los españoles, las cuales sembraban en los palenques. Más tarde cosechaban los frutos para alimentarse.
Esta visita a San Basilio fue fascinante, espero regresar algún día, ojalá para sus fiestas que se celebran cada año en octubre, junto con las del descubrimiento de América.
Lo que no me gustó mucho es que los habitantes de este palenque se han acostumbrado a cobrar por las fotos y demás. En parte tienen razón, pero a veces esa actitud ahuyenta a los turistas.
En seguida otro moto-taxista me sacó a la troncal, para tomar transporte hacia la cabecera de San Basilio: el municipio de Mahates.