Samaná (Caldas).
Lunes 7 de enero de 2013
Por estos días, estoy conociendo los municipios del oriente de Caldas, y hoy le tocó el turno a Samaná.
Ya en Cañaveral, a donde llegué procedente de Marquetalia, comí cualquier cosa y me ubiqué justo en la salida para Samaná.
La carretera que va para mi destino, empieza bonita como por entre vegas muy fértiles, luego desciende hasta el río Tasajo-La Miel, en donde el segundo desemboca en el primero.
Hasta allí, debajo del segundo puente, se llena el embalse de la hidroeléctrica, la que está cerca a Norcasia, municipio que visité hace dos años.
En tiempos de lluvias, el embalse se llena hasta el puente antiguo, que tiene menor altura sobre el río. Ahora en verano, ambos puentes, el antiguo y el nuevo, se ven altos sobre el cauce de las vertientes.
Allá abajo algunos bañistas disfrutan de las aguas claras del río. A partir de este punto, la carretera es destapada, pero están trabajando en su rectificación y pavimentación.
El tramo de carretera que sigue, casi toda en ascenso, después de los puentes, es más bello aún, pues transcurre por entre una zona muy boscosa, y la vegetación a veces trata de invadir la carretera con plantas verdes, bejucos que bajan de lo alto, troncos cubiertos de musgo, plantas bajas de hojas muy grandes, flores coloridas de las que crecen en zonas húmedas, en fin el paisaje es precioso y muy natural.
Hay precipicios muy profundos a un lado de la vía, pero en general se trata de una carretera bien segura, al menos en verano.
A esta altura del recorrido, yo ya iba de copiloto y me había echado al bolsillo al conductor que, al principio se mostró un poco receloso conmigo. Bastó mostrarle en la pantalla de mi cámara cada foto que tomaba, para tenerlo de este lado.
Solo cuando se pasa frente a la Virgen, se está en las calles de Samaná, pueblo que no se aprecia desde antes, sino cuando ya uno está viajando por sus arterias. Dos horas duró el viaje desde Cañaveral.
Me decepcioné un poco cuando en el primer hotel donde averigüé pieza, me pidieron $10.000 por una habitación pequeña y sin baño. Menos mal, arriba de la plaza, encontré una alcoba amplia, con tres camas y baño privado, por los mismos $10.000, en el Hotel María Paula.
Definitivamente Samaná, es un pueblo de raigambre campesina, pues en casi todas las cantinas del centro se escucha la música de despecho a buen volumen. No se ve un restaurante de gusto o un bar con estilo, los que hay son todos muy corrientes.
Una cosa que me llama la atención en Samaná es que, a pesar de disponer de muchos terrenos sin edificar, casi todas las casas de las calles centrales son de dos plantas.
En la cafetería La Sultana, ubicada en la esquina suroriental de la plaza, converso con un funcionario de la Alcaldía, alrededor de una avena casera, deliciosa. El hombre me cuenta que en agosto de cada año se celebran en Samaná las ‘Fiestas de los Palenques’.
Y el primer lunes de cada mes hay Feria de Ganado. Mi amigo agrega que, aquí gustan mucho los caballos, la chalanería es el deporte preferido por los samaneños. Y sí, ahora, cuando ya pasaron los festejos decembrinos, pasaron unas amazonas bonitas, montando bestias de paso fino.
Por dentro la iglesia no tiene mayor gracia. Hay muchos santos exhibidos y se ve como desorganizada, a pesar que tiene una cúpula alta pero sencilla. Sin embargo, por fuera el templo se observa bien, y tanto las dos torres, como la cúpula trasera, decoran bastante el panorama. La casa cural ocupa una gran extensión, a un lado de la iglesia.
Más tarde anduve más arriba de la Casa de la Cultura, en donde hay un sendero ecológico muy bonito y hasta bien conservado. El centro cultural está en un predio alto y se trata de una edificación reciente y suficiente para las necesidades culturales de Samaná.
Subiendo un poco más, se llega hasta un deck desde el cual se puede contemplar gran parte del pueblo. Ahí sí empecé a enamorarme de este municipio. Me encanta subir a las atalayas y contemplar panorámicas.
Se aprecia muy bien el Liceo, de color amarillo ahora, la alcaldía, en todo el marco de la plaza, y el edificio en escuadra, enseguida de la iglesia principal, que corresponde al colegio de bachillerato, según me cuenta una pareja que subió enseguida.
Como si no me hubiera bastado con el alto del mirador, contraté una moto que me llevó hasta otro alto, en una carretera veredal que sale hacia el occidente. El motorista se animó a subir, así que no solo tuve quien me transportara, sino un guía conocedor del municipio.
En el casco urbano de Samaná habitan unas 6.000 personas, en tanto que en las veredas viven casi 20.000, para un total de 26.000 samaneños. Anteriormente el pueblo se llamó como el colegio y la Iglesia: San Agustín.
Hoy se conoce también como ‘La Tribuna del Oriente de Caldas’, que cada año celebra las Fiestas del Palenque, con asistencia de muchos de sus hijos que fueron a vivir a otras ciudades, y regresan para disfrutar de las comparsas.
Desde acá veo un desfile de camperos Carpati que pasan tocando bocina, no sé con cuál razón.
Me llama la atención cómo casi todos esos camperos, tienen la carrocería alargada para permitir una banca transversal y adicional, detrás de la silla del conductor. Así que los carros que inicialmente eran de dos, quedan de cuatro puertas, con más aforo y menos comodidad.
Lo que sí es bonito y muy original en Samaná, son las lámparas del alumbrado público, en forma de faroles y con soportes tan alargados, que llegan hasta la mitad de la calle. Se ven muy bellas esas lámparas, por originales y vistosas, no solo de noche, sino también de día.
Y buscando otro mirador, me encuentro con el barrio Juan Pablo II, un conglomerado de casas modernas desde el cual la vista sobre el pueblo, con la iglesia de frente y en horas de la mañana, es espectacular.
Desde acá se aprecia muy bien el Cementerio, en la parte de arriba y en seguida de la cancha de fútbol, que tiene buenas graderías para espectadores, en seguida, digo, está el coliseo, un centro deportivo inmenso que ojalá se utilice con frecuencia.
Me encantó este punto en el cual estuve un rato disfrutando de la vista, al anochecer.
Al final un residente del barrio me pidió una moto-ratona que, en cinco minutos estuvo allí para regresarme al Hotel María Paula por solo mil pesos.
Veo cómo en los barrios periféricos hay señoras que sacan a la acera el asador con brasas ardientes, para vender arepas con mortadela, pollo o queso, recién asadas, muy ricas, me consta.
Martes 8 de enero de 2013
Dormí excelente en la amplia y cómoda habitación del hotel María Paula, de Samaná. Fue fácil madrugar, para aprovechar el bus que sale hacia La Dorada y en el que desde ayer aseguré mi puesto, que tal si no, pues ahora viajará gente de pie.
Apenas salimos de Samaná el paisaje nativo no podía ser más entretenido. Se ven cordones de montañas tan altas como hermosas. La carretera transcurre por entre un bosque espeso; es frecuente que la vegetación invada el pavimento y uno hasta podría coger los bejucos colgantes de árboles muy altos y ramas coposas.
También hay guaduales hermosos que retienen el agua lluvia, incluso al lado de la carretera; y por entre peñas húmedas, crecen pequeñas plantas muy fértiles entre las ranuras, por las cuales destila agua permanentemente. El sol naciente ilumina con suavidad tanta hermosura.
Da gusto sentir cómo ruge el motor de la buseta de Rápido Tolima, en medio del cascajo del piso, la vegetación del talud y el aire fresco y sano del ambiente.
Y yo aquí, tan cómodamente sentado, sin hacer fuerza por si una llanta se estalla o una hoja de la amortiguación se revienta. Como no viajo en auto particular, la próxima tanqueada de este bus me tiene sin cuidado.
Definitivamente para mí es mucho mejor pasear en transporte público y solo, pues en cualquier parte a donde uno vaya, encontrará amigos como compañía y a quienes consultar cualquier inquietud.
Espero llegar hoy a Medellín, pero antes quiero conocer Victoria, otro municipio del oriente de Caldas que me falta por visitar.
MUY AGRADABLE SU BLOG TIENE UN DON ESPECIAL EN CUANTO A LA DESCRIPTIVA, ES PRACTICO Y VA AL PUNTO QUE REQUIERE EL LECTOR QUISIERA SABER SI EN SU VIAJE A SAMANA ALCANZO A VISITAR SAN DIEGO Y LA LAGUNA ?
No alcancé a visitar esos sitios, de qué se trata?
Saludos.
SOY COMERCIANTE Y ME INTERESA SAVER QUE TAL ES ELCOMERCIO Y QUE PRECIO TIENEN LOS ARRIENDOS DE LOCALES Y CASAS PARA VIVIR CON LOCAL ?
GRACIAS POR SU INFORMACION YO VIVO EN MARIQUITA TOLIMA Y QUIERO IR A CONOSER ESE BELLO PUEBLITO Y QUIEN SAVE HASTA ME QUEDE A VIVIR ALLI GRACIAS POR SU INFORMACION .
No podría darle información porque no vivo en Samaná, pero si va algún día podría investigar el caso. Saludos.
MUY PRONTO SI DIOS ME LO PERMITE VOY A IR A CONOSER ESE BELLO LUGAR
Excelente, muy bien que vayas.
Hola Germán, quisiera saber si conoces la laguna de San Diego en Samaná? Y preguntarte si sabes de hospedajes rurales que estén cerca de la laguna. Gracias por su atención.
Ve, no, ni conozco la laguna ni sé si hay hospedaje. Te sugiero que llames a la alcaldía o la casa de la cultura y allí seguramente sí tienen la información. Saludos.
Tengo ganas de ir a Samana,don German sabe cuantas horas hay de Pereira a ese pueblo.y el costo de comidas y plato típico..
Por ahí unas siete horas, calculo yo. Se consigue menú de almuerzo a $8.000 y un plato especial puede costar hasta $15.000. Lo mejor sería que en un puente visite Samaná y otros pueblos que encontrará en el camino. Vaya, vale la pena.