Sabanalarga (Antioquia).
El desayuno de hoy fue a pedazos: pastel de pollo con gaseosa frente al terminal de transportes de Sopetrán; un buñuelo para terminar la coca-cola bebé en la plaza de Liborina y, al medio día ya en Sabanalarga, Milo con estrellas de canela molida en la panadería Rin Rin, la de las almojábanas tan deliciosas que prepara Lina. No sabe uno qué es más agradable: si la cara de Lina o el semblante de las almojábanas que acaba de dar a luz el horno.
Carretera en altibajos.
El viaje de Liborina a Sabanalarga también está partido en tajadas de a 20 minutos cada una. Los primeros por pavimento, al salir de Liborina; en seguida, otros 20 minutos a una quebrada profunda donde comienza el ascenso; siguen 20 minutos más hasta La Honda, un poblado grande con cementerio y capilla. Medio kilómetro después de La Honda, a partir del puente se transita ya por territorio del municipio de Sabanalarga.
Algunos metros después de La Honda, comienzan precipicios sin fondo. Menos mal a la carretera no le faltan barras metálicas de protección contra el abismo. Lo mejor es entretenerse con la vista de Buriticá allá arriba y por mucho rato.
Siguen 20 minutos más hasta El Junco, otro poblado grande; 20 a boquerón y la tajada final de 20 minutos para llegar por fin a mi destino.
La entrada a Sabanalarga se hace a través de una zeta invertida antes de cruzar el puente, por donde sale el cruce para la vereda El Loro, hacia el oriente.
Comienzo con amigos.
Sabanalarga tiene forma de paleta y es el municipio que más tierras aporta al Proyecto HidroItuango: desde La Honda hasta Orobajo, corregimiento que quedó sumergido en el embalse.
A una hora del casco urbano convergen tres municipios del occidente antioqueño: Buriticá, Peque y Sabanalarga.
Todo eso lo supe por Jorge ‘Mendoza’ un arriero neto que se mantuvo montado en su macho al cual le está enseñando a reversar.
Cerca de la plaza está la pesebrera: el lugar donde ‘parquean’ las bestias los campesinos que vienen de las veredas de Peque. En Nariño (Antioquia) hay un negocio similar para dejar los caballos mientras los labriegos hacen sus compras domingueras.
Sabanalarga tiene zonas cafeteras. Por estos días el café se está pagando a más de millón de pesos y en New York la libra subió a 1.34 de dólar. Qué bien por los campesinos.
En el Bar ‘Aires de la Sábana’ le di una tarjeta del blog a un borrachito y sacó 2.000 pesos y me los dio. Otro le dijo al amigo: vea para que se la gané, como si fuera la boleta para una rifa. Un tercero comenzó a insistirme que tomará algo: una Cola&Pola que disfruté con música a todo volumen.
Alto de la Cruz.
Un lugareño al que le agradecí emocionado, me prestó un palo de escoba que me sirvió de tercera pierna en la subida al Alto de la Cruz. A mitad de camino tuve la compañía de tres estudiantes de bachillerato.
Pensé que no iba a ser capaz, pero en compañía de los jóvenes encontré fuerzas, yendo despacio y descansando cada cierto tramo.
Desde lo alto se divisa muy bien el colegio, el Parque Biblioteca Cuatricentenario Dejando Huellas y las tres urbanizaciones de apartamentos que hay cerca.
El coliseo cubierto muy grande, junto a otra construcción con cubierta, que corresponde a las bodegas de la Federación de Cafeteros. Y sobre la plaza, la moderna Casa de Ancianos junto a la Alcaldía.
Me cuentan que por Portachuelos se puede subir en moto incluso hasta la cuchilla desde donde ya se ve el río Cauca.
Qué paseo tan agradable, la brisa acaricia, los ojos se extasían y la satisfacción de coronar el alto se refleja en la sonrisa y el brillo de la mirada.
En media hora se desciende fácilmente desde el Alto de la Cruz, incluso yo que baje despacio. Me alcanzaron los muchachos.
Los invite a subir mañana a las siete al altar de la Virgen por la subida a El Oro, pero les pareció horrible tan temprano.
Tour por el pueblo.
En moto-ratona llegué al Parque Educativo Dejando Huellas. En seguida conocí el cementerio de Sabanalarga en el costado oriental del pueblo. Al traspasar la portada se ven solo los osarios, las tumbas están al lado derecho y poco visibles.
Que poder de convocatoria el que tiene la Policía de Sabanalarga. La cuadra frente a la estación está colmada de niños haciendo la Novena de Navidad.
Orgulloso contemplo la Cruz iluminada en lo alto del cerro. Increíble haber llegado hasta la cima. Ni yo mismo lo creo.
Un señor que no recordaba, preguntó al verme:
‘Que hubo ¿si subió?’
Esas son las cosas tan agradables de los municipios. En medio día ya hay quien te reconoce y te trata con confianza.
Como es de distinta la vida en los pueblos. A esta hora de las siete de la noche el parque frente a la Iglesia está repleto de niños.
Muy temprano al día siguiente subí en moto-ratona hasta el alto de la Virgen por la vía saliendo para El Oro.
Desde esta atalaya se mira muy bien el pueblo, aunque más recogido. La subida es muy fácil, por carretera menos pendiente y amplia.
Arriba del boquerón que va para Membrillal se ve una carretera que bordea el cerro y que debe tener una vista excelente. Como que alguien quiere construir allá algo para atraer turistas. Tarea para la próxima venida.
Torres de conducción eléctrica señalan la proximidad a Liborina viniendo de Sabanalarga. Antes de llegar al pueblo, como a dos kilómetros del parque, se observa la subida al santuario a la Virgen del Carmen. Un punto estratégico donde la brisa arrastra permanentemente la bandera carmelitana: blanca y café.
El alcalde de Sabanalarga 2016-2019 fue Cesar Alonso Cuadros George, y hasta el 2023 será el señor Morel Alonso Mazo Gutiérrez.
Acá habitan en total 8.000 sabanalarguenses, 3.000 en el pueblo y 5.000 en las veredas.
Viernes 20 de diciembre de 2019