Riosucio (Caldas).
Viniendo de Anserma, a partir de Quinchía la carretera hace una U inmensa alrededor de un gran hoyo fértil, como si fuera el cráter de un volcán extinguido.
A un lado se levanta el cerro encumbrado de dos puntas, que más parece un monstruo de dos cabezas.
Según las señales de tránsito esta no es la carretera más recta. Bajo una de las advertencias alguien escribió con marcador:
‘Curvas Peligrosas, las de Bibiana…’.
Más adelante es la panorámica de Riosucio la que se deja ver, con sus dos iglesias importantes: la de San Sebastián de Quiebralomo y la de Nuestra Señora de La Candelaria de la Montaña.
En una mañana abierta el paisaje es cada vez más alentador. A lo lejos se divisa coronando la cordillera central, nada menos que el Nevado del Ruiz. De resto un cielo azul profundo, enmarcado por montañas altivas y verdes.
Mucho para ver.
El sol está en su mejor sitio para fotografiar el frontis de la iglesia de San Sebastián, de estilo barroco y fachada en ladrillo. También se ve espléndido el kiosco antiguo que hay en el costado sur del parque.
Detrás de la iglesia el cerro de Ingrumá aparece coronado por una cruz blanca. Hasta allá suben los turistas para divisar el pueblo en horas de la tarde. O los fieles que hacen el vía crucis en Semana Santa, siguiendo las estaciones que llegan hasta lo más alto del cerro. El ascenso empieza subiendo derecho por la calle quinta, hacia el occidente.
Riosucio es un municipio extenso con fuerte presencia aborigen en su territorio. Cada resguardo indígena tiene sus propias autoridades y oficinas, legislación independiente y sistema de justicia autónomo.
‘Carnaval del Diablo’.
Este Riosucio me encanta. Varias veces he asistido a su Carnaval que los riosuceños prefieren no darle el apelativo diabólico.
En la Plaza de San Sebastián está la Biblioteca y a la vuelta, sobre la carrera quinta, la casa de la Cultura. La bibliotecaria me presenta a don Conrado Alzate, un escritor riosuceño quien expone datos interesantes de este pueblo.
Riosucio fue fundado por el padre José Bonifacio Bonafon y José Ramón Bueno, el 7 de Agosto de 1.819, es decir, el mismo día de la Independencia de Colombia. Pero desde antes de la fundación había dos conglomerados en conflicto: los habitantes de la Montaña, que eran indígenas, contra los residentes de Real de Minas de Quiebralomo, en su mayoría españoles o de todas maneras, de una clase social distinguida.
La versión de don Conrado sostiene que: el padre Bonafon siempre quiso que los dos bandos se unieran y terminaran la disputa, pero a pesar de su intento se construyó sobre lo que hoy es la carrera sexta o calle del comercio una cerca para independizar a los indios de La Montaña de los blancos de Quiebralomo.
Según el historiador Alzate, esa cerca de guadua fue el primer ‘Muro de Berlín’ que hubo en Colombia. Y fue en 1.846 y durante la celebración del ‘Carnaval del Diablo’ cuando la cerca de guadua se rompió definitivamente lográndose así el objetivo por el que siempre había trabajado el padre Bonafon. De ahí la importancia y trascendencia que para los lugareños tiene el famoso ‘Carnaval de Riosucio’.
Entonces, dice don Conrado en tono solemne: ‘Riosucio es el resultado de una mezcla maravillosa de razas y culturas’. Y sí, es un pueblo con alcurnia, tradición, gusto y mucho sentido de pertenencia. Desde cuando uno llega se nota el linaje y su hospitalidad.
San Sebastián.
La iglesia de San Sebastián de Quiebramonte es sobrecogedora! Está construida en ladrillo a la vista pero con acabados de madera muy finos y de elegante diseño interior.
En lo alto del Altar Mayor se ve a San Sebastián atravesado por flechas dentro de un nicho de terciopelo rojo de alto contraste. Y a los lados, dos hermosos ángeles con sus alas desplegadas montan guardia ente la imagen del santo patrón. Doce columnas con capiteles corintios sostienen el retablo central, un poco oscuro pero sobrio y de gran gusto.
Altares similares se levantan al final de las dos naves laterales. El techo del templo está sostenido por columnas terminadas en arcos ojivales también en madera, con hermosos retoques y ubicadas a cada lado de la nave central.
El coro se prolonga por arriba del recinto en sendos balcones. Un órgano tubular decora la parte posterior del templo que tiene más arriba otro balcón que rodea la nave central. Seis vitrales coloridos permiten el paso de la luz exterior.
La Candelaria.
Así como su nombre, la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria de La Montaña es grande y elevada, pero poco original. Mejor dicho, un fuerte terremoto que estremeció el pueblo en 1.961 más un cura párroco de mal gusto, hicieron que hasta hace poco el templo tuviera en contienda dos estilos antagónicos: uno, típico barroco en la cúpula que corresponde al edificio antiguo y otro grecorromano en el frontis.
Afortunadamente la iglesia de la Candelaria luce hoy la fachada con el diseño original, de dos torres terminadas en lámina de cobre: mejoró.
Algo para destacar en el interior de la iglesia de La Candelaria son las estaciones del Vía Crucis pintadas al óleo en cuadros como de dos metros de lado. Al fondo la iglesia solo tiene tres vitrales con la imagen centrada de la Virgen de La Candelaria sobre el altar.
Don Germán Trejos es un viejo de conversación agradable y bastante conocedor de la historia de Riosucio. Fui a saludarlo a su almacén de artesanías. Con la voz gruesa de quien fue locutor en la emisora local, don Germán cuenta la anécdota del padre Alfonso de los Ríos quien predijo el terremoto del 61 cuando dictó sobre el pueblo una maldición.
Resulta que, (contá querida, contá), alguien de Riosucio regó el cuento de que el párroco de la Candelaria andaba en líos de faldas e incluso se disfrazó con sotana y fue a caballo hasta el principal prostíbulo de la zona roja en donde dejó el equino con la sotana encima diciendo: ‘Ahí está el padre de los Ríos con una mujer adentro’. Ante semejante blasfemia el Padre Alfonso, quien era elocuente predicador abandonó la parroquia después de proferir su sentencia:
‘Los muros de este templo hablarán de mi inocencia’.
Días después de la salida del párroco fue cuando ocurrió el terremoto que arruinó el frontis de la iglesia de La Candelaria.
Bellezas arquitectónicas.
En la calle 9 4-49 hay un hermoso edificio de colores verde oscuro y claro, de clásico estilo republicano. Y al llegar al parque de La Candelaria también se aprecia en una esquina otra edificación muy decorada con portones y balcones en madera tallada.
El parque de la Candelaria es grande, agradable y concurrido. Sobre el costado occidental y en un edificio de estilo republicano funcionan las oficinas de la Alcaldía.
Al norte y en otra construcción clásica están las oficinas permanentes de la Junta del Carnaval de Riosucio que se celebra cada dos calendarios, en los años impares.
Sipirra es un barrio un poco en las afueras de Riosucio y en un sitio relativamente alto. Hasta allá se llega en buseta y en horas de la mañana ofrece una vista panorámica del pueblo. Porque además de las moto taxi, Riosucio cuenta con un eficiente servicio de transporte urbano.
Riosucio me encantó porque, entre otras cosas, aquí no se ven pordioseros. En este pueblo habitan en total 54.000 riosuceños, 16.000 en el pueblo y el resto 38.000 en las veredas.
Alcaldes de Riosucio han sido: 2008-2011 Jesús Alberto Carmona Vargas; 2012-2015 Abel David Jaramillo Largo; 2016-2019 Bernardo Arley Hernández Ayala, y hasta el 2023 es el señor Marlon Alexander Tamayo Bustamante.
Domingo 28 de enero de 2018