Rionegro (Santander).
Domingo 30 de octubre de 2016
Pueblo grande.
Al norte del departamento, y en límites con Cesar, está Rionegro, uno de los municipios más extensos de Santander, con 29.000 habitantes en total.
Así que Rionegro no es ningún pueblo pequeño.
A las 4:30 estuve en el centro de Bucaramanga, en el paradero de los buses de Rionegro y El Playón, cerca a la estación Quebradaseca del Metro Línea.
El conductor me dijo que el viaje hasta Rionegro tardaría cuarenta minutos, pero anduvo tan despacio que nos demoramos una hora, por la carretera que desde Bucaramanga llega hasta la costa atlántica.
Mi afán era llegar al pueblo todavía con luz solar; detesto buscar alojamiento por la noche.
La carretera a la costa pasa por un lado del casco urbano; debí subir con el morral a cuestas las escalas que me llevaron hasta la plaza central.
Primeras impresiones.
Dejé el equipaje al cuidado de un vendedor estacionario de la plaza y fui a fotografiar el templo y a que un niño de cuatro años me tomara fotos en el parque.
Las imágenes al óleo en lo alto de la nave central son lo más destacado del interior de la iglesia de La Inmaculada Concepción.
Ahora a buscar hospedaje. Por $20.000 encontré habitación con baño y ventana a la calle en el Hospedaje El Mirador.
Y ahí sí, a aprovechar los últimos rayos del sol.
La plaza principal de Rionegro es pequeña y eso hace que el centro se vea como atacado. El edificio moderno de la alcaldía se destaca en la parte abajo de la plaza Santander.
De todas maneras me gusta este pueblo a pesar de no ser el más cuidado. Lo deduzco al ver las ventas de fritos en los alrededores del parque.
Probé el pan ocañero de doscientos pesos, lo más de rico. Lo acompañé con una porción de salchichón cervecero.
Esa fue mi cena donde don Jesús, el dueño del establecimiento esquinero en la parte superior de la plaza.
Pero nada como el sorbete de guanábana que vende un lugareño sobre la carretera troncal. Espesito y sin tanto dulce, delicioso.
Lunes 31 de octubre de 2016
Desde las seis de la mañana estuve caminando las calles de Rionegro cuando el pueblo apenas se despertaba.
Esta es una localidad activa, muy temprano comienzan a llegar los estudiantes de las veredas y a abrirse los comercios.
Vendedor de canastos.
Saludé al vendedor de canastos, un hombre de mediana estatura que me estuvo contando cómo se cosechan los bejucos con los cuales fabrica las cestas.
‘Me toca maromiar por la cuerda arriba, la corto y echo otras cuatro o cinco. No es como usted que corta un árbol de una, y se acabó. No con esto toca joderse…’.
Esos canastos los elabora con bejucos de baracalde y espejuelo, para que den variados tonos de color.
El deayuno fue con huevos fritos en la galería. Esta plaza de mercado cubierta y de distintos niveles, está bien, es organizada y queda a solo una cuadra del parque, pero sí le hace falta una manito de pintura.
Fotografiando el frontis de la Parroquia de la Inmaculada, me encuentro una agradable sorpresa: la torre de celular que hay cerca a la plaza, está cubierta con material blanco, parece una torre, pero lo bueno es que no se nota que es una estructura metálica con emisores y receptores. Se ve bien así, altera menos el paisaje.
En otras partes he visto que a las infaltables antenas, les colocan arriba, hojas de palma artificiales para que parezca un árbol, otra buena solución estética.
Mujer santandereana.
También retraté a una señora que negociaba racimos de plátano sobre el capacete de la chiva que los trajo. Santandereana como ninguna, se ve que es una mujer verraca, que no le teme a nada.
Ya sabía yo, por un vendedor mayorista de papa en Nariño, que los comerciantes acostumbran comprar los víveres en el carro, para asegurarse de que están frescos. A veces en las bodegas los dejan almacenados varios días.
Anduve por el campo santo, que tiene una capilla de espadaña blanca. Ahí cerca del campo santo construyeron un edificio de apartamentos.
Cuando los cementerios dejen de usarse, esas viviendas se van a valorizar, pues el sitio sí es muy central.
Llegando a Rionegro, procedente de El Playón, se ve a un lado la Planta Procesadora de la marca Campollo.
Una cosa especial en este municipio es que sobre la carrera 10, todavía se conserva la zona de tolerancia, con un establecimiento comercial donde se escucha música a buen volumen y las puertas tienen cortinas rojas.
Antes de irme de Rionegro, repartí tarjetas del blog en la alcaldía, tan moderna y amplia como sus funcionarios.
El alcalde de Rionegro hasta el 2019 es el señor Wilson Vicente González Reyes.
Acá habitan en total 29.000 rionegranos, seis mil en el pueblo y los 23.000 restantes en las veredas.
Mi nombre: Álvaro Pedraza,de niño me llamaban Álvaro Campos por haber sido criado por Gabriel Campos,el Herrero y harmero de Rionegro,después de la muerte de mi papa Gabriel salí para B/manga y a la edad de quince años viaje Cali donde forme mi familia,con la muerte de mi esposa y con 27 años viaje a Toronto Canadá donde tome mi ciudadanía Canadiense y vivo por más de 46 años.
Excelente Álvaro, un abrazo.
Hola hacia mucho tiempo necesitaba esta informacion 🙁 al fin voy a poder terminar el trabajo del semestre muchas gracias T.T
Qué bueneo que le sirvió, saludos.