Ricaurte (Nariño).
Lunes 1° de enero de 2018
Al medio día en ‘La Calle Oscura’ de Llorente, corregimiento de Tumaco, espero transporte para Ricaurte. Hoy primer día del año, no es fácil movilizarse para ningún lado.
Entre Llorente y Ricaurte hay 80 kilómetros de distancia, en dirección hacia Pasto. Al fin la señora que va para Túquerres se decidió a completar el cupo del taxi colectivo.
A mi lado va una chica joven que también ama viajar, estudió psicología y le gusta el trabajo en las comunidades.
Pues durante todo el recorrido ‘Daya’ no hizo sino conversar y contarme sus experiencias de trabajo con pueblos indígenas y alejados. En su labor ha tenido oportunidad de conocer parajes muy bellos de naturaleza exuberante que no dejan de asombrarme.
Varios niveles.
A las 4:15 llegamos a Ricaurte, un municipio construido en una extensa ladera de la cordillera, así que todo el pueblo es muy inclinado, incluso la plaza principal con parque y tarima en uno de los niveles.
Me gusta este pueblo a pesar que no es mucho lo que hay para ver y que hoy primero de enero no encuentro un establecimiento abierto para sentarme a tomar café.
La iglesia parroquial está como atravesada, igual que la de Vélez (Santander): no había otra forma de construirla dada la pendiente del terreno.
Una torre pequeña pero vistosa con la imagen del patrono San Pablo Apóstol, arriba del techo, es lo único que tiene a manera de atalaya.
Lo que sí es muy bonito es el retablo en madera que presenta el altar principal, con el crucifijo al centro y la imagen del Apóstol en lo alto.
Hoy el cura está haciendo las veces de sacristán, quien está en día de descanso. Así que fue al mismísimo párroco al que fotografié haciendo sonar las campanas.
Puente de madera.
En lo que había consultado por Internet antes de la correría por Nariño, hablaban de un puente antiguo en madera, que está en la parte de abajo del río.
Entonces contraté a Iván, un moto taxista serio pero amable que por ocho mil pesos me llevó al colegio y el cementerio y, después de pasar por el Centro de Integración Ciudadana nos dirigimos al viejo puente al cual se llega después de sortear una pendiente inclinada.
Pero antes fotografié la localidad desde un alto al otro lado del río. Desde ese punto la vista es privilegiada y con luz favorable en horas de la tarde. El pueblo parece un cuadro colgado en la pared del firmamento.
En realidad Ricaurte es una población como de dos pisos, con el colegio y el cementerio arriba y la iglesia, el parque y la alcaldía sobre la calle más sesgada. Cómo será que la sede administrativa tiene un piso arriba y tres abajo.
El puente en madera y cubierta de metal está bien conservado y constituye una reliquia de la ingeniería nariñense. Se sostiene sobre largas vigas algo vencidas por el peso y los años. La salida de allí fue más fácil, por la vía que va hacia la vereda vecina.
De nuevo en el centro, todo el pueblo se estremeció al escuchar la sirena de los bomberos que pasaron a toda velocidad hacia la parte de arriba, en donde está la portería del colegio. A pié subí yo también, pero tan despacio como lo permitían mis rodillas.
Efectivamente, una tienda se estaba quemando, debido al corto circuito que se produjo detrás de la nevera. La señora de la tienda es la misma dueña de la casa a la cual le construyeron tercer piso con vista interesante desde arriba. Con su autorización subí las escalas en caracol y divisé hacia el oriente.
En el patio del establecimiento me llamó la atención la frase de Paulo Freire escrita en uno de los murales del establecimiento. Muy actual para estos tiempos de Economía Naranja.
Elaboración de carrozas.
La sorpresa vino cuando entré a la casa del profesor de artes del colegio: Edgar Silva. Ahí estaba el hombre dándole los últimos acabados a los elementos para la carroza que desfilará en Ricaurte el próximo 6 de enero.
Un águila, un gusano y un duende. El ‘profe Silva’, como todo el mundo lo conoce, es un artista. Ya está jubilado, pero sigue dando clases de arte a los muchachos.
El profe me explicó cómo a cambio del Colbón que es más costoso, para pegar los pedazos de papel kraff utiliza piel de vaca. Es decir, esa cola que conocí en la carpintería de Santa Fe de Antioquia y que era lo que se usaba antes que aparecieran los pegantes sintéticos.
La cola a base de piel de vaca no tiene olor ni color muy agradables, pero es mejor porque no se daña con el agua y mientras más sol le da, más templado se pone la cubierta de papel.
En este video de dos minutos realizado por Harvey García, se aprecia muy bien y en detalle el casco urbano de Ricaurte.
Acá habitan en total 14.000 ricaurtenses, 2.000 en el pueblo y 12.000 en los campos.
El alcalde de Ricaurte hasta el 2019 es el señor Eider Julián Martínez Rosero.