Ragonvalia (Norte de Santander).
Jueves 10 de julio de 2014
Ante todo hay que decir que este municipio, que antes se denominaba Concordia, pasó a llamarse Ragonvalia en honor al general RAmón GONzález VALencIA, quien fue presidente de Colombia entre 1.909 y 1.910.
Ragonvalia se encuentra a 70 kilómetros al sur de Cúcuta, muy cerca de la frontera con Venezuela, por lo que en los años 70 se le denominó ‘la monedita de oro’, por el activo comercio que tuvo con la hermana República.
En cambio ahora escuché cómo, para evitar el contrabando de mercancías del vecino país hacia Colombia, los policías venezolanos habían destruido unos puentes fronterizos.
El pasaje de Chinácota hasta Ragonvalia cuesta $8.000. La carretera es destapada, pero en buenas condiciones.
Inicialmente se asciende hasta el Alto de Babilonia, para descender luego hacia Ragonvalia.
Este bus viejo en el que voy, tiene descansa-piés comodísimos y, como los asientos son tan altos, la vista hacia el exterior es encantadora y amplia.
Desde antes de llegar a Ragonvalia, se aprecia muy bien el pueblo, desde lo alto y en medio de una espesura verde muy hermosa.
La iglesia de San Manuelito, de una sola torre puntiaguda, se destaca muy bien entre las edificaciones. Allí se venera la imagen del Santo Niño de Atocha al cual los ragonvalenses llaman San Manuelito.
El parque está muy bien presentado y muestra los bustos del Libertador y del expresidente e hijo ilustre de Norte de Santander: Ramón González Valencia.
Allí me hago fotografiar de una vendedora de productos de aseo, que con mucho criterio me informa sobre lo municipios que ella recorre y hacen parte de su zona de trabajo.
Como no había almorzado, entré al Restaurante El Chuzo, donde doña Yolanda me sirvió un almuerzo muy rico y completo, por $6.000.
Se ven muchas motos de 200 c. c. con placas venezolanas, aptas para subir estas pendientes suaves de Ragonvalia.
El próximo bus hacia Cúcuta, no sale hasta las tres de la tarde, pero mi amiga me informa que hacia las dos, saldrá la camioneta de un lugareño, que irá por la vía de Juanfrío y Villa del Rosario.
Ah, qué bien, pues ni me choca regresar por otro lado, para conocer una ruta diferente.
En efecto, a las dos apareció una camioneta Ford 1.998, semejante a la que utilizaban ‘Los Magníficos’ para el rodaje de su película.
Pero del vehículo original queda muy poco, ya que ahora no es automática, sino mecánica, antes era a gasolina, hoy la mueve un potente motor diesel.
Lo que sí conserva muy bien esta Ford, es la maravillosa amortiguación que la sostiene y alivia los golpes. Qué suavidad de carro, se mese como una nave sobre el agua. A los autos de esas épocas y anteriores, con razón los llamábamos: lanchas.
Tan pronto salimos por carretera destapada, empezó a verse, hacia el oriente, el pueblo de las Delicias, un municipio venezolano, ubicado al otro lado de la quebrada que separa los dos países. Mientras más ascendemos, más claramente se ve el casco urbano de ese pueblo, con su coliseo de techo rojo y la iglesia central, más bien pequeña.
Recién salimos de Ragonvalia, paramos unos segundos ante el monumento a la Virgen del Carmen, en donde la esposa del conductor, que va en el puesto en donde me hubiera gustado viajar, bajó a encender una veladora, a la imagen de la patrona de los transportadores.
Qué paisajes tan hermosos los que se ven por acá. Muchas parcelas están cultivadas con hortalizas y el resto permanecen verdes.
No obstante me extraña que casi no se ven casas campesinas, ni ganado y muy pocos pueblos.
El primero es Juanfrío, muy cerca ya de Villa del Rosario.
Ese municipio es famoso por los muchos restaurantes que hay, y a los cuales vienen los cucuteños los fines de semana, a comer cachama, pescado que no es de mis afectos, por la cantidad de espinas que tiene.
La mojarra en cambio, esa sí tiene abundante carne y solo un espinazo con tunas, como las que deja el gato de las caricaturas, luego de almorzar pescado.
Lo interesante de este viaje fue que, a mi lado iba una señora joven, funcionaria del ICBF, quien tiene a su cargo la coordinación del programa De cero a Siempre, con el cual el gobierno atiende en todo el país, a la niñez desamparada.
Fue muy interesante el diálogo que sostuvimos, pues los dos aprendimos bastante.
Yo la felicité por el trabajo que realiza, pues en varias de mis correrías me he encontrado con funcionarias del ICBF que, como ella, hacen una excelente labor.
Le conté a mi compañera de silla cómo las trabajadoras sociales de un municipio del Magdalena Medio hacen énfasis en la prevención de la prostitución, pues hasta las mamás de las adolescentes, las ofrecen a los contratistas de las petroleras.
En cambio en un pueblo de Antioquia, el lío es porque los papás se niegan a enviar los niños a las guarderías, ya que consideran que la presencia de los hijos en el hogar, garantiza que la esposa no les sea infiel.
Mi amiga y sus colegas, hacen un magnífico trabajo en red y capacitan a los padres de familia de los lugares más apartados, acerca de alimentación, pedagogía, forma de reprender a los hijos, etc.
Tanto para ella como para mí, el viaje se hizo entretenido y cada uno captó muchas enseñanzas del otro.
Por ejemplo, no sabía yo que el ICBF subcontrata casi todas sus actividades con ‘Operarios’ que a su vez tienen pedagogos, nutricionistas, trabajadores sociales, psicólogas, etc., para realizar las actividades de campo.
En Ragonvalia habitan en total 6.500 ragonvalenses, 2.500 en el pueblo y cuatro mil en los campos.
La alcaldesa de Ragonvalia hasta el 2019 es la señora Neyda Vianey Latorre Castellanos.
me encanto y no hay donde hospedsrase en ragonvalia
A veces no hay muchos hoteles. Toca ir en temporada baja. Saludos.
no hay donde hospedarse
Seguramente hay pocas habitaciones disponibles pero en pueblos así, con seguridad se encuentra hospedaje en casas de familia. Hay que hablar con lugareños.