Pinchote (Santander).
Sábado 2 de agosto de 2014
Pinchote es un pueblo santandereano, cerca a San Gil, bien cuidado, con solo 1.200 pinchotanos en la cabecera municipal. Su alcalde hasta el 2.019 es el señor Héctor Rodríguez Romero.
Desde la troncal hasta Pinchote, solo hay un kilómetro de distancia, después de pasar bajo un arco de bienvenida.
La plaza está decorada con la pinchotana más famosa: Antonia Santos, la heroína y líder comunera cuya escultura ocupa un costado del parque, entre banderas multicolores.
El día está como para viajarenverano. Todo se ve hermoso a la luz de un sol canicular.
La iglesia de Pinchote es antigua y tiene un frontis en piedra caliza amarilla, característico de los templos santandereanos.
El altar, tallado en madera es forrado en laminilla de oro. El techo fue construido con troncos
redondos y se ve muy bello y a tono con el resto de la edificación.
El colegio Pedro Santos tiene una sede clásica hermosa.
Detrás de la iglesia se encuentra el mirador con vista espectacular sobre la carretera troncal que viene de Bucaramanga y el cerro del frente. Qué belleza de paisaje, estos son los sitios que más disfruto, altos e imponentes y con una excelente panorámica.
Se ve que a Pinchote vienen muchos turistas los fines de semana, para que se justifique la infraestructura hotelera y de servicios que posee. Supe luego que desde estas alturas se lanzan parapentistas aprovechando lo estratégico del sitio.
El restaurante de arriba tiene en la parte de atrás un corredor-mirador amplio con mesas y sillas, y una extraordinaria vista.
La cordillera del frente se aprecia con toda la superficie cubierta de vegetación, con vetas de roca, como cordones que la amarran y se extienden de oriente a occidente, dándole mayor gracia a esa mole de naturaleza viva.
Ver pasar los camiones por la troncal sin apenas sentir el ruido de los motores es para mí un programa delicioso. Buses, tractomulas, camionetas y carros pequeños no dejan de cruzar de un lado a otro de la vía. Unos van para Socorro y Bogotá mientras que otros se dirigen a San Gil y la capital de Santander.
De paso por el parque visito la Alcaldía Municipal. Es una edificación destacada, construida en piedra y con piso de ladrillo. Desde el balcón se tiene una vista preciosa sobre la iglesia del frente. También visito el salón del Concejo y la oficina de la Tesorería.
En el centro del parque hay un Kiosco Mirador y está la Fuente de los Deseos, construida por una alcaldesa anterior.
Como alguien mencionó el Ancianato, me pareció conveniente compartir mi felicidad con los viejitos que viven allí. Y qué gran idea fue esa, pues de verdad que a los mayores les hace mucha falta que, alguien los visite y les converse un rato.
En el asilo de Pinchote habitan unos 20 ancianos a los cuales saludé de mano uno por uno. Traté de animarlos alabándoles la casa tan agradable en la cual viven, el día tan brillante de hoy o ese saco negro sobre el vestido morado que se le veía tan bien a una de las señoras.
De todas maneras el quejido fue casi unánime: porque cambian de cocinera cada mes, porque aún no les han dado el almuerzo, a pesar que apenas son las 11:30; y el más triste lamento: porque el hijo que vive en San Gil no ha vuelto a visitarlo.
No debemos olvidar que algún día seremos viejos. La triste realidad es que mientras un niño atrae todas las miradas, un anciano las desvía.
Por $ 1.300 abordé una buseta que en cuestión de minutos me dejó en el ‘terminalito’ de San Gil.