Piedecuesta (Santander).
Miércoles 30 de julio de 2014
Después de Floridablanca (254), Barrancabermeja (190) y Girón (135), Piedecuesta con 117.000 habitantes, es el cuarto pueblo más poblado de Santander.
A solo 20 kilómetros de Bucaramanga, Piedecuesta hace parte del Área Metropolitana de la capital santandereana.
Por estar al pie del Páramo de Berlín, desde sus orígenes el poblado tomó el nombre de Pie-de-cuesta.
Averigüé dónde se consigue el tiquete del MetroLínea, para viajar desde Floridablanca, al municipio vecino.
Para ir a muchas partes, primero había que llegar a la estación Los Lagos y de allí hacer transbordo a otro bus.
Pero ahora en el 2016, la nueva administración ha habilitado rutas directas de Piedecuesta hasta Bucaramanga, agilizando así el traslado de la gente entre ambas ciudades.
Al principio el viaje fue muy agradable, pues en Los Lagos, me ubiqué en la primera silla, con vista frontal.
Pasamos frente a dos nuevos Centros Comerciales: EcoCentro y De la Cuesta, y en la plaza de Piedecuesta está La Molienda, otro centro Comercial.
De paso para el parque, entré a Café Claus, en donde degusté una porción de torta de queso, deliciosa.
Me cuentan que uno de los productos más cotizados de Piedecuesta, es el tabaco.
En muchas casas hay pequeñas fábricas en donde envuelven la hoja para hacer los cigarros.
Me parece chévere Piedecuesta, tiene muy buen ambiente y sus habitantes son acogedores.
Unas chicas sentadas en el parque me piden que las fotografíe. Muy simpáticas y agraciadas las universitarias.
Lo primero al llegar a la Plaza de la Libertad, fue fotografiar la iglesia en honor de San Francisco Javier convertida ahora en Museo, donde se exhiben algunas pinturas, y el recinto que conserva las imágenes de los pasos de Semana Santa.
Los piedecuestanos se ufanan porque las procesiones durante la semana mayor, se ubican en tercer lugar después de las de Popayán y Mompox.
Cierto o no, de todas maneras la Semana Santa de Piedecuesta es un bien inmaterial, declarado Patrimonio Cultural del Municipio.
También me gustó bastante la iglesia principal, del Perpetuo Socorro, sobre todo por los bellos mosaicos del piso y el cielo raso de latón troquelado y
antiguo.
El Palacio Municipal, decorado ahora con banderas que arrastra el viento, está entre las dos iglesias. Como quien dice, los dos poderes en la parte oriental y más destacada del marco de la plaza.
Me recomendaron subir al ‘Cerro de La Cantera’, un mirador sobre el occidente, con carretera recién construida, pero aún sin asfaltar y desde el cual se divisa todo el casco urbano.
Fuera de la vía para vehículos, hay escalas para subir más directamente hasta la cima.
Un policía me advierte de la posible presencia de marihuaneros en ese sector, pero creo que a esta hora, y yendo acompañado de un moto-taxista, el riesgo debe ser mínimo.
Así que por $6.000 contraté a motociclista para que me subiera. Su moto no es la más potente, total que solo subimos hasta el tanque del acueducto, desde el cual la panorámica es también espléndida y más cercana.
Se distinguen muy bien desde este punto: las dos iglesias del parque, el colegio La Presentación, con su espadaña de espaldas, la cancha de fútbol, la urbanización Entre Parques y el aviso rojo del supermercado + x -.
En fin que estuve afortunado al venir a Piedecuesta en la tarde, cuando el sol pega contra las fachadas de las iglesias.
A este ‘Cerro de la Cantera’ ascienden los peregrinos el viernes santo, el 3 de mayo y en agosto los más jóvenes vienen a elevar cometas.
Frente al colegio La Presentación me despedí de mi conductor y entré al establecimiento para admirar sus dos patios inmensos y bien dotados de bancas de cemento, para descanso de los alumnos en los recreos.
Los techos con teja de barro impecables; por supuesto que los corredores son muy limpios y con baldosa antigua, ajedrezada y brillante.
A continuación del colegio, las ex alumnas atendían una venta de ropa usada. Conversé con ellas y se debieron aterrar de mis conocimientos sobre Marie Poussepin y el pueblo francés de Dourdan, donde estuve alguna vez.
Les compré a las señoras una camisa crema de algodón 100%.
Ahí adelante queda el Correccional, otro establecimiento para menores de edad, que ocupa la casa colonial, en donde se hospedó Bolívar antes de su viaje a Santa Marta.
Cuando entré de nuevo al parque principal, encontré mucha parte del pueblo congregado en las escalas del atrio, con bombas y sombrillas de colores, para dar la bienvenida a este viajero. Je je.
No, mentiras, se trata de las madres de las guarderías ‘De cero a Siempre’, el programa gubernamental que admiro y encuentro en todas partes.
Con esta concentración se busca estimular a las mamás de mejor comportamiento en su labor altruista.
Aquí también, como en Floridablanca, la Plaza de Mercado queda en una esquina de la plaza principal, la más concurrida y comercial.
Solo veo una panadería central: la Peter Pan, en donde me siento a escribir estas líneas.
Me da la impresión que el Bar Popular, en la ‘esquina de los desocupados’, es uno de los sitios emblemáticos de Piedecuesta.
Dentro del parque hay mucha gente comprándole tinto a las señoras de los termos, o jugando cartas, o conversando con los contertulios. Claro, hoy es día de quincena y está cerca el fin de semana.
Frente al Palacio Municipal hay una tarima de concreto, desde la cual se dirigen los espectáculos y programas de la Alcaldía.
Alejandra, la chica que me atiende en la panadería, me hace caer en cuenta que para regresar a Floridablanca, puedo utilizar la buseta que entra a ese municipio vecino, antes de continuar para el centro de Bucaramanga.
Así que a las cinco de la tarde abordé el bus que sale por el parque y Colegio de las Clarisas, toma la carretera central y cerca a Florida, se desvía por la antigua carretera que une a los dos pueblos.
En este municipio habitan en total 117.000 piedecuestanos, 93.000 en el centro urbano y 24.000 en los campos. El alcalde hasta el 2019 es el señor Danny Alexander Ramírez Rojas.