Personas Bondadosas.
Desde cuando salimos de Santa Elena de Opón, varias personas en moto nos habían advertido que por el aguacero de anoche, la vía estaba taponada y no se podía pasar con destino a Vélez (Santander).
A las 11:50 llegamos al derrumbe. Afortunadamente los de la buseta que viene de Vélez ya habían limpiado un poco. Faltaba mover una roca que trataban de partir con herramientas sencillas. El piso es falso, la buseta podría quedar soportada sobre la arena mojada y las llantas sin soporte para avanzar.
Un angelito…
De pronto pasó el barrial un señor en su moto. Le pedí que me trajera hasta Gualilo.
‘Ah, sí, con mucho gusto’, respondió
Y ¿cuánto me cobra?
‘No tranquilo, no se preocupe, con mucho gusto’.
Y ¿será que puedo ir por el morral que lo tengo en el bus, al otro lado del derrumbe?
‘Sí, claro, vaya tranquilo que yo lo espero’.
Pensé que el trayecto hasta Gualilo era más corto. Media hora debió soportar la moto el peso de mi amigo, más mis 97 kilos y el morral, por vía destapada y en ascenso continuo.
De todas maneras al ver el esfuerzo del motor, yo trataba de ayudarle con la mente. Me concentraba pensando: sí va subir, no nos vamos a caer, saldremos adelante.
Persona ejemplar.
Qué señor admirable este motorista. No solo me ha dado un gran regalo, sino que lo entrega envuelto en papel de lujo y con moño rojo.
Así debe ser: cuando yo obsequie algo, darlo con gusto, con bondad. Acompañar el ‘regalo’ con palabras amables que sirvan de lujoso empaque y singular amarre.
Hoy el mundo necesita, más que personas acaudaladas o con mucho poder, gente bondadosa, con capacidad de servicio a los demás. Me encantó conocer a Edward Bautista el motorista generoso.
Ya en Gualilo tomamos refresco y felicité a mi amigo Edward: ‘Eres una persona maravillosa y llena de bondad, qué gusto encontrar personas como vos’.
Lunes 2 de agosto de 2021.