Ocamonte (Santander).
Lunes 30 de enero de 2017
Al regreso de Onzaga me bajé en la hoja de tabaco de San Gil, para esperar bus hacia Ocamonte.
A las diez de la mañana salió el transporte que cobra $6.000 y en una hora me dejará en Ocamonte a 33 kilómetros de San Gil y a 150 kilómetros de Bucaramanga.
Y ¿de dónde viene el apelativo de este municipio? En tiempos de la fundación en 1.777, había en la región muchos árboles de una variedad llamada Oca, que formaban un monte y de ahí se derivó el nombre Ocamonte.
Encuentro en Internet que los atractivos de naturaleza más importantes de Ocamonte son la Cascada Juan Curí que se observa muy alta, delgada, larga y hermosa en la cordillera del frente.
Me cuenta el conductor que hasta allá suben muchos extranjeros escalando la roca tan pendiente.
‘El Patio de las Brujas’, junto al alto al cual se asciende para bajar luego a Ocamonte, es otro sitio de mucho verde y gran hermosura.
Cuenta la leyenda que en ese lugar bailaban las brujas por las noches y por eso el pasto de la explanada se conservaba corto, a pesar que nadie le hacía mantenimiento.
Y el tercer atractivo para los turistas que llegan a Ocamonte es el imponente Cerro de la Jabonera, en lo más alto de la cordillera, donde se construyó un monumento alto a la Virgen del Carmen.
Desde ese sitio la vista es amplia y por un gran trecho de la vía que va hacia Charalá se observa la estructura con la imagen virginal encima.
Lo chistoso es que como ese monumento a la Virgen Carmelita está entre dos antenas de celular, hay quienes critican el que se haya colocado a la Virgen, al igual que Cristo en el Gólgota, en medio de dos ladrones: Comcel y Movistar. Ja ja ja, es un chiste, claro.
Ocamonte es un pueblo pequeño, pero se ve agradable. Recorrí las oficinas de la alcaldía invitando a los funcionarios a visitar mi blog. Me recibieron muy bien, la gente acá sabe sonreír.
En el parque principal de Ocamonte se exhibe una escultura estilizada en homenaje al campesino cultivador de caña de azúcar, uno de los principales productos de la región.
Y sí, ahí se ve al hombre que carga las varas dulces y lleva en el hombro una toalla para enjuagar el sudor.
En el marco de la plaza funciona la Casa de la Cultura, en una edificación colonial. Y en otro predio está la Biblioteca con buena dotación de equipos de cómputo.
La iglesia de Ocamonte, de corte colonial tiene un bello mosaico en el piso y el retablo central en madera ostenta apliques dorados de buen diseño.
Estuve también por los lados del Cementerio, que tiene aparte una capilla de espadaña alta.
A las 12:00 una moto me ubicó en la estación de servicio, a la entrada a Ocamonte. Ahí esperé carro hasta que después de media hora de expectativa un señor en una moto Yamaha FZ me bajó hasta las partidas.
Muy agradable el viaje en moto, ahora cuando no hay sol fuerte y mi amigo conduce con prudencia. Incluso paró en una finca para que fotografiara un cultivo de pepino, planta que yo no conocía.
También se observan trapiches en medio de extensos cultivos de caña. Los días cálidos y las noches frías favorecen los altos niveles de sacarosa que tiene la caña de azúcar de Ocamonte.
Ya sobre la vía principal saludé a un par de belgas que con sus morrales pesados llegaban al sitio después de haber pasado varios días en una finca cercana, en donde se practica perma-cultivos. Bueno y ¿qué es eso?
Se trata de cultivar no una sola especie o producto, sino muchas variedades en un solo predio. Se forma así un ecosistema que se autorregula solo, no requiere el uso plaguicidas y es completamente equilibrado por lo que requiere muy poco mantenimiento.
El alcalde de Ocamonte hasta el 2019 es el señor Cesar Fernando Castillo Melgarejo.
Acá viven en total 5.000 ocamontanos, 700 en el pueblo y 4.300 en las veredas.