‘No hay persona que le haga más daño a uno, que la mamá’.
Esa frase que le escuché a un amigo, me parece cierta en muchos casos, sobre todo tratándose de los padres de familia sobre-protectores.
Y la traigo a cuento para referirme a un hecho frecuente en mis viajes por ciudades: la mendicidad en buses y semáforos, cuando los jóvenes piden una colaboración a ‘quienes sepan valorar mi forma de trabajar’.
Vender dulces, arriesgar la vida haciendo piruetas en un semáforo, cantar en los buses no es un trabajo. Es una escusa para pedir limosna y no debemos apoyar a los menores de 70 años que practican la mendicidad.
Mire bien a quienes se suben a los buses a pedir una colaboración cantando canciones o vendiendo chicles. Puede haber excepciones, claro, pero generalmente son muchachos a quienes no les gusta madrugar, ni someterse a un horario, ni obedecer a un jefe.
Estos millenial’s estrato 1 y 2, usan gorra, camisetas, sudaderas y tenis de marca. Casi siempre han pagado una gran suma por un tatuaje o un pircing.
Es posible que sí haya una o dos personas que requieran dinero ‘para una libra de panela’, pero generalmente los jóvenes que cantan reggaetón en las busetas, consiguen dinero ni siquiera para ayudar en sus hogares, sino para sus parrandas e incluso: para los vicios.
Para no perder su afiliación al Siben o las ayudas de Familias en Acción, muchos ciudadanos de estrato 1 y 2 prefieren permanecer en la informalidad y de esa manera serán siempre una carga para la sociedad.
Si muchos de los jóvenes actuales no podrán pensionarse en su vejez, será por culpa de tantos ‘zánganos’ que no cotizan para pensión, ni pagan EPS y demás obligaciones fiscales.
Y también les cabe responsabilidad a las personas con ‘corazón maternal’ que les dan dinero a quienes tienen todas sus capacidades para desempeñarse en un trabajo formal.
Actualmente da brega conseguir una cocinera para un restaurante; en el Eje Cafetero escasean los recolectores del grano y en los trapiches no se consigue quien corte caña.
Son trabajos duros, claro que sí, pero si un joven demuestra resultados, hace su trabajo con esmero, en poco tiempo podrá conseguirse un empleo menos difícil y mejor pago.
Hoy ya no es tan dificultoso conseguir empleo. Ahora no es como antes cuando escaseaban las ofertas de trabajo. Por supuesto que para ser gerente o ganarse una millonada, ahí sí no hay muchas ofertas, pero para trabajos normales sí hay suficiente demanda.
Volvamos al principio. Muchos padres y madres de familia, por satisfacer en todo a sus hijos, no exigirles una colaboración en el hogar, ni fijarles límites, los están convirtiendo en irresponsables que poco aportan a la sociedad y en cambio serán una carga en el futuro.
Los valores, los límites, la disciplina, la capacidad para trabajar en equipo se aprende en la casa. En el colegio se enseña matemáticas, sociales, biología. Esa es la responsabilidad de los maestros. La de los padres de familia: no ser sobre-protectores y colaborar para que este país sea cada vez menos informal.