Nemocón (Cundinamarca).
Viernes 27 de febrero de 2015
A solo 70 kilómetros de Bogotá está Nemocón, famoso por su Mina de Sal, El Museo de Historia Natural, las ciclo rutas y sus artesanías.
En el Portal de la 80 en Bogotá, abordé varias rutas hacia Chía y Zipaquirá para llegar por fin a Nemocón.
El día está perfecto para pasear, hace un sol fuerte desde temprano.
El pasaje entre Zipaquirá y Nemocón cuesta $2.500, pues apenas son 15 kilómetros que se recorren en media hora.
Tan pronto me bajé en la plaza principal, entendí que Nemocón es un pueblo bonito y pintoresco, sobre todo porque casi todas las fachadas de las casas, tanto las de la plaza como las que están cerca a la Mina de Sal, están pintadas de colores fuertes que lucen muy bien en estas tierras frías.
Cada año se celebra en Nemocón el Festival Nacional de la Danza. Quienes han asistido a esa celebración me dicen que es hermoso ver pasar a todo el país frente a tus ojos en el coliseo. Recomendadísimo el programa.
El monumento a los Héroes Caídos de Nemocón, fue lo primero que fotografié en el parque central. Un obelisco inclinado que expresa muy bien el homenaje a quienes dieron su vida por una noble causa.
La Mina de Sal es un atractivo imperdible en Nemocón. Dentro del socavón hay salones, cámaras, capilla, pozo de los deseos y tanques de almacenamiento de la salmuera.
Al igual que a la Catedral de Sal de Zipaquirá, acá también se pueden hacer visitas guiadas por los diferentes senderos subterráneos adornados con luces de colores.
Dentro de la mina los espacios son tan amplios y exclusivos que, inclusive son utilizados para exposiciones artísticas, bodas y celebraciones empresariales.
Nemocón es también un gran productor de flores. Ahora cuando el dólar está alto, se han multiplicado los cultivos bajo cubiertas plásticas.
Infortunadamente ese es el paisaje que se divisa desde el aire en esta localidad y en toda la sabana cundi-boyacense.
Las artesanías son otro renglón de la economía que se promueve en Nemocón. Ruanas, mantas y prendas en macramé constituyen los productos más cotizados en este interesante destino turístico.
Desde la plaza principal hasta la entrada a la mina, son solo cinco cuadras que anduve a pie detallando edificios bien conservados, como la casa de dos plantas que sirve de sede al Instituto Comercial Ruperto Aguilera León.
A esta hora la plaza se llena de color también por la presencia de los estudiantes de bachillerato que, con sus chanzas y risotadas, chaquetas rojas y media blancas, llenan de alegría y color el ambiente.
‘¿Usted es paisa?’ – me preguntó el cura recién llegado de Cuba, cuando lo saludé en el despacho parroquial. Le pedí que me permitiera entrar a la iglesia por la puerta de la casa parroquial, petición que satisfizo de una.
Muchas veces me pasa que, por ser de mi tierra, se me abren algunas puertas. Qué privilegio ser antioqueño, en casi todas partes nos admiran y valoran el empuje y espíritu aventurero que nos caracteriza.
Aunque también hay algunos que no nos miran con buenos ojos, pero claro, es que así somos: con cualidades y defectos, como todo el mundo.
Y valió la pena conocer por dentro del templo de San Francisco de Asís.
Es bonito, para destacar, el hermoso piso en baldosa antigua con flores en tonos pasteles, que para mí es inédita. También varios retablos en madera con imágenes pintadas sin mucho gusto.
OK, fue muy bueno conocer este pueblo que recuerda al cacique Nemequene; me encantó recorrer sus calles y hablar con la gente, quienes me indicaron el camino más expedito para llegar a Tocancipá, el pueblo vecino.
En este municipio habitan en total once mil nemoconenses, repartidos por partes iguales en el centro urbano y en los campos.
El alcalde de Nemocón hasta el 2019 es Renzo Alexandes Sánchez Sabio.