Monguí (Boyacá).
Martes 26 de mayo de 2010:
Por estos días estoy conociendo varios pueblos de Boyacá, teniendo como epicentro y sitio de hospedaje, un hotel de Sogamoso. Pueblos de otros departamentos, los he conocido así, durante cuatro o cinco días, y a partir del municipio más central y con hospedaje limpio y económico.
A los conductores de CooperAcero como que les dan demasiado tiempo para sus viajes pues son especialistas, sobre todo los que no salen del Terminal, en hacer tiempo mientras recogen pasajeros. Pero bueno, no me voy a dañar el paseo por eso, más bien pienso que esta demora ocurre porque algo muy bueno me va a suceder en este viaje. El pasaje de Sogamoso hasta Monguí cuesta $ 3.000 para cuarenta minutos de viaje.
Para ir a Aquitania y la laguna de la Tota, ayer transité por parte de esta vía que sale de Sogamoso, hacia el oriente. Delante de Vado Caro, empieza la carretera nueva para mí y la cuesta para la buseta. La vegetación en los alrededores es preciosa. Y como ha llovido tanto todo se ve de un verde exquisito.
Al fin entramos a Monguí que no es plano sino que sigue la pendiente que traía la carretera. Lo primero que se ve es el colegio José Vicente Gómez que tiene unas instalaciones grandes y confortables. Monguí se extiende sobre una ladera de la montaña. Qué colorido tan hermoso. Y lo mejor es que todas las casas del pueblo están con los muros pintados de blanco y las puertas y ventanas de color verde oscuro.
Monguí tiene en total cinco mil habitantes de los cuales la mitad vive en el pueblo y los otros 2.500 cultivan la tierra. La plaza principal de Monguí es un poco inclinada pero muy hermosa. Sobre el margen oriental está la bellísima iglesia colonial con fachada de piedra labrada que continúa en una edificación seguramente de la parroquia.
Varios elementos adornan el parque: por un lado la escultura de una señora armando un balón, el producto insignia de Monguí. En otra esquina hay una fuente de agua con ranas muy hermosas, labradas en piedra. Al otro lado también en piedra tallada aparece la figura de un hombre con los elementos de labranza o para picar las rocas, qué se yo.
Parece que me estoy aficionando a las empanadas con ají picante. Por eso no podía dejar de probar las que venden a 800 pesos en la Cafetería Casa Grande, diagonal a la iglesia. Sigo por esa calle en donde está la capilla de San Antonio, con espadaña antigua e imágenes en madera dentro. Y al terminar el recorrido de tres cuadras llego hasta el famoso Puente de Cal y Canto realmente muy bonito y bien conservado. Por él solamente pueden atravesar peatones.
Regreso al parque por la misma calle por donde se ven casas con fachadas decoradas con matas de flores rojas, que contrastan muy bien con el blanco de las paredes y que, a esta hora, ilumina el sol radiante que ha salido para engalanar mi visita a Monguí. Qué suerte que esta tarde esté haciendo un día abierto tan hermoso. No hay como viajarenverano.
Subo por una calle pendiente y luego por unas escalas que terminan en el Hotel Portón de Oceta, el mismo de un señor agradable y como con mentalidad paisa. Allí la dormida cuesta $ 35.000 por persona, precio razonable para la panorámica tan hermosa que se disfruta desde el segundo piso y sus balcones floridos. Así que llegué donde era. Desde ahí tomo fotos únicas de los techos en teja de barro, que tienen todas las construcciones en Monguí.
La iglesia y el parque principal se ven bellísimos. En la montaña del frente se ve clara la carretera que sube y conduce a Morca una vereda cercana. La vista de Monguí desde esa vía debe ser preciosa en horas de la tarde. Esperemos a ver si puedo ir…
Quería conocer el proceso de fabricación de los balones y a fe que lo conseguí. Con permiso de la dueña pude aprender cada una de las etapas del proceso. Se parte de las vejigas de caucho que traen de la capital. Luego las inflan y envuelven primero en hilos gruesos para darle después una mano de hilos más delgados en una máquina automática. Más adelante les aplican una laca y los ponen a secar. El paso siguiente es forrar las vejigas con material plástico previamente troquelado. En seguida un operario coloca cada balón en una formaleta redonda que al sumergirla en agua caliente vulcaniza y da forma a los cascos que tienen los balones. Por último se imprimen, mediante screen las marcas o figuras que debe tener el producto terminado. Qué bien haber conocido este proceso, me encantó.
Pero lo mejor aún no había ocurrido. Al parque llegué parejo con Manuel, un joven que maneja una moto AKT de 125 centímetros. Ahí estaba su papá quien autorizó al hijo para que por $ 5.000 me subiera hasta la carretera a Morca, justo hasta el punto desde donde mejor se observa todo el pueblo. Así que me subí en el caballo de acero y después de pasar el puente alterno al de Cal y Canto, empezamos el ascenso hasta la curva desde donde se divisa además Tópaga, el pueblo que espero visitar ahora y que en este momento ilumina el sol radiante que hace a esta hora. Qué belleza como se aprecia Tópaca allá extendido sobre la ladera de la cordillera.
Sin embargo la vista sobre Monguí es espectacular! Se aprecia muy bien el Colegio José Vicente Gómez que está a la entrada, el otro colegio que hay en la plaza frente a la iglesia y en un edificio antiguo muy bonito. Más arriba del puente Patrimonio Nacional se ve la casona grande que sirve de sede al Ancianato.
Manuel me cuenta que existe un proyecto de construir, hasta este sitio donde estamos ahora, un Cable Aéreo como otro atractivo para el turismo del futuro. Manuel resultó buen fotógrafo y mejor conductor de moto. Paraba donde le pedía, fue muy amable aunque es hombre de pocas palabras.
Me bajé de la moto frente a la iglesia que ya estaba abierta. Yo era el único habitante del templo, por lo que pude fotografiar a mis anchas esa belleza de ermita. Su interior es lindo, con muchos altares y retablos forrados en laminilla dorada. Tiene dos púlpitos y muchos óleos antiguos de la época de Arce y Ceballos y el arte quiteño. Ángeles tallados en madera engalanan el ingreso al presbiterio con el dedo índice colocado en los labios como pidiendo silencio.
La cúpula de media esfera arriba del altar mayor es de las más lindas que he visto. Tiene figuras multicolores antiguas que la hacen muy original. Capillas auxiliares, imágenes hermosas y, a la entrada del templo, un coro en maderas finas muy especial. No, qué belleza de iglesia esta de Monguí. Se conserva muy bien y la mantienen limpia.
Ahora entiendo por qué Monguí se disputa con Santafé de Antioquia, Barichara y otros municipios ancestrales, el primer lugar como el pueblo más bello de Colombia. Tiene argumentos bastante fuertes para ser el primer pueblo colonial colombiano. Que viva Monguí!
Bueno, este día de verano no se ve con frecuencia en Boyacá, así que, vámonos ya para Tópaga.