Mesitas del Colegio (Cundinamarca).
‘Las Mesitas de el Colegio de los Caballeros de Nuestra Señora del Rosario de Calandaima’
Jueves 4 de abril de 2013
El Colegio o Mesitas del Colegio, se ufana de ser el Primer Destino Turístico de Cundinamarca. Desde La Mesa en donde me encontraba, me trasladé al medio día hasta Mesitas en una buseta, por $3.700. En la vía entre ambas poblaciones, se ven muchas fincas de recreo, algunas con piscinas, y otras para la venta.
Este municipio de 20 mil habitantes se llama El Colegio, porque el primer pueblo se formó bajo el patrocinio y auspicios del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario de Santafé, y se construyó en las planicies de la cordillera.
Al llegar al pueblo, la buseta me dejó antes de la plaza principal y continuó hacia el Terminal de Transportes. Entonces seguí a pié hasta la iglesia que, es agradable, pequeña y gacha por dentro; la torre exhibe una punta de estilo mudéjar, que la hace ver elegante y es lo que más llama la atención. Como todo pueblo turístico, Mesitas tiene mucho aviso colorido.
El parque principal, es muy interesante, por la cantidad de árboles que dan sombra. En el centro, a manera de obra de arte, hay una enorme rueda Pelton, ya desgastada por la enorme fuerza del agua que recibió durante muchos años. La Guaca y Darío Valencia, son dos de las principales hidroeléctricas que hay en la zona. El largo y pendiente tubo que alimenta a una de ellas, se distingue muy bien desde el mirador oriental del vecino municipio de La Mesa, de donde vengo hoy.
La Alcaldía ocupa un edificio de cuatro plantas que da sobre la plaza. Allí al frente hay una fuente de agua y un poco más allá, una media torta decente, con techo de lona blanca.
Varios de los bares y restaurantes del marco de la plaza tienen mesas y sillas en los andenes. Este es un típico pueblo turístico, con muchos hoteles, hostales y restaurantes. También hay piscinas en varios de los hospedajes, pues los bogotanos, consideran a Mesitas, como de clima cálido.
Camino hacia el oriente por la avenida Medina o calle Octava, de buenos andenes. Llego al final a la Casa de la Cultura, una construcción moderna de tres pisos.
Por ahí veo fotos de cómo va a quedar el Puente de las Viudas, moderno y de diseño original, que está como a cinco kilómetros sobre la vía a Bogotá y con el cual se corrige una falla geológica, es decir, no atraviesa ningún río.
Pero lo que más me llamó la atención fue el aviso antiguo, bastante vistoso, en el que una sensual sirena, invita a los turistas, a visitar uno de los balnearios del sector.
Cerca a la Casa de la Cultura, está el Centro Comercial Empresarial y de Transporte, léase, Terminal de Transportes de Mesitas. Aquí se venden muy bien las Achiras, esos bizcochitos tostados, que también se comercializan en el Huila. Alguna vez pasé por este terminal, procedente de Anapoima, y como no pude entrar al pueblo, prometí regresar por estos lados, y aquí estoy. La verdad que me ha encantado visitar estos dos pueblos turísticos de Cundinamarca: La Mesa y Mesitas del Colegio.
A las 3.15 abordé por $10.000, una buseta que me llevó hasta Bogotá. La carretera es toda en ascenso hasta el Salto del Tequendama. Tiene muchas curvas, pero el pavimento está en buen estado. Pasamos por las partidas para La Victoria y más adelante anduvimos por un lado, del otrora famoso Salto del Tequendama, que tiene a un lado, una bella edificación de estilo clásico. Pero el río Bogotá que cae ahí está tan contaminado, que el vapor del agua que sube desde abajo, huele bastante mal.
Me habían dicho que el recorrido desde El Colegio hasta Bogotá, duraría una hora y cuarenta minutos, pero sin contar el trancón tan fuerte que hubo al ingreso a la capital, por los lados de Usme y Soacha. Para mitigar la espera, recuerdo la rica porción de leche asada que comí, por dos mil pesos, en la Pastelería Budapest, de Mesitas. Muy fresca y bastante rica. Valió la pena pecar…
Mientras el trancón de cuarenta minutos, observé las estaciones del TransMilenio de Soacha, La Despensa y Terreros, las cuales se darán al servicio próximamente.
El conductor de la buseta Nissan me sugirió quedarme en la Sevillana, un sitio que debe su nombre a la fábrica de aceites que allí funcionó. Pero preferí quedarme antes, en La Despensa, pasar al Terminal del Sur y tomar el TansMilenio desde el principio y con la seguridad de ir sentado en las primeras sillas, con excelente vista frontal.
En 50 minutos estuve en el Portal 80, gracias a la ruta D 22 que hace pocas paradas. Llegué al Centro de Convivencias, muy satisfecho por lo vivido hoy.