Maní (Casanare).

Sábado 17 de marzo de 2018

Más de lo que esperaba.

A Maní se le conoce como la ‘Capital Turística del Casanare’. Y parece que hubo una época en la que se preparó para merecer ese título, pero ahora se ve descuidada y sin dinamismo.

De todas maneras ante esa apreciación no juego mi cabeza toda vez que, a esta hora del medio día la gente de los pueblos está haciendo la siesta.

En buseta Nissan y en 45 minutos viaje desde Aguazul hasta este otro municipio del Casanare.

Al comienzo me dio la impresión que Maní era inferior a mis expectativas, pero cuando recorrí el malecón e investigué su historia, cambié de opinión.

Semblanza de un héroe.

A la entrada al pueblo, de calles amplias y con palmeras en el separador, se rodea la escultura ecuestre de Guadalupe Salcedo, ‘el Pancho Villa colombiano’.

A raíz del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1.948, el gobierno conservador de Laureano Gómez inició una persecución a todo aquel que tuviera un trapo rojo.

Entonces en los Llanos de Arauca, Meta y Casanare, con mayoría liberal,  se formaron cuadrillas comandadas por Guadalupe Salcedo Unda, para defenderse de los ataques de los ‘Pájaros’ y ‘Chulavitas’, grupos paramilitares que, quemaban aldeas donde hubiera mayorías liberales, secuestraban y asesinaban a todo aquel que estuviera matriculado en el partido opositor.

Con el apoyo del partido liberal y el sector conservador de Mariano Ospina Pérez, el general Gustavo Rojas Pinilla se toma el poder en 1.953 y, el 13 de junio de 1.954 al inaugurar las transmisiones por televisión, declara una amnistía para todos los delitos políticos cometidos después de la muerte de Gaitán, entre liberales y conservadores.

Muchos llaneros entregan sus armas apenas se firmó el acuerdo de paz, a la espera que se cumplieran las promesas del gobierno para fomentar el desarrollo en los campos devastados.

Sin embargo tres años más tarde, Guadalupe Salcedo quien había nacido en Tame en 1.922, fue asesinado en Bogotá el 6 de junio de 1.957 por agentes de la policía, no obstante que Salcedo salió del bar con los brazos en alto como se lo habían pedido los gendarmes.

Amplios espacios.

El parque central de Maní es inmenso, pero la iglesia de San Roque sencilla y pobre.

Atravesé el Puente del Canoero y en el parque lineal fotografié grandes esculturas que recuerdan los animales propios de la región: gurre, morrocoy, chigüiro y la gacela, entre otras especies.

El monumento más vistoso es el del avión retirado de la Fuerza Aérea Colombiana, que da la impresión que se aproximara para aterrizar en la explanada del malecón.

Maní es la tierra del arroz y la palma de aceite. Pero ahora se ven pocos cultivos debido al verano. Apenas están preparando los terrenos para sembrar y aprovechar las lluvias de abril.

La bandola, el instrumento autóctono de Maní, tiene también una bella expresión artística en el Malecón Turístico. Con ella se rinde homenaje a quien mejor interpretó ese instrumento de cuerdas: el maestro Pedro Flórez Belisario, quien había nacido en Maní en 1.930 y falleció a los 80 años en Yopal.

El maestro Florez fue el fundador del ‘Festival Internacional de la Bandola’ que en enero de cada año se realiza en Maní.

En sitio aparte está la escultura de la Corocora, ave de patas largas y plumas rojas que abunda en los llanos orientales y cuando despliega sus alas tiñe de rojo el firmamento azul.

A un lado del malecón turístico y entre malezas sin podar, trascurre el río Cusiana escaso de aguas en estos días de sequía.

Contraté al conductor amable de una moto-ratona. Se llama Elios. Con él  hice un tour muy completo por Maní, aprovechando la gran capacidad de servicio de mi conductor, todo un guía turístico, qué suerte encontrarlo.

Después del recorrido, la conclusión es esta: no solo quiero volver: en Maní me gustaría vivir.

Saludo al campesino que monta su bestia con buenos estribos. Auténtico, de hablar cantado como buen llanero, ese diálogo me produjo fascinación para el recuerdo de esta bella comarca.

Antes del atardecer abordo una ‘renoleta’ de las nuevas que me regresará a Aguazul de co-piloto.

El aire se siente caliente, atrás el sol y adelante el hermoso paisaje bien iluminado. El ocaso es el momento ideal para el regreso.

El alcalde de Maní hasta el 2019 es el señor Tony Wilfred Ávila Hernández.

Acá habitan en total 11.000 maniceños, 7.000 en el pueblo y 4.000 en las veredas.