Liborina (Antioquia) 2 / 2
Los integrantes de la Banda Juvenil de Música de Santa Fe de Antioquia, llegaron a Liborina en donde se celebra este fin de semana el encuentro sub-regional de Bandas de Música.
José Adán Ramos es quien toca el Trombón, uno de los instrumentos más difíciles de interpretar ya que hay que jugar con siete posiciones que tiene el tubo en U que se desplaza sobre otro cañón invertido. Cada posición equivale a una de las siete notas del pentagrama.
Unos 600 músicos de bandas juveniles pasarán la noche en este pueblo del occidente antioqueño.
Algo particular.
Liborina es un ‘pueblo de plazas’: la de la Independencia donde se ubica la mayor parte del comercio; la de Simón Bolívar que, como en casi todos los pueblos se encuentra cerca de la iglesia principal y es más recogida y tranquila.
La tercera es la plaza de las Misericordias donde se levanta la imagen correspondiente de la Virgen y es como la zona rosa o de parranda durante la noche y de toldos para el mercado en el día.
Esa singularidad le da a Liborina un encanto que no se encuentra fácilmente en los pueblos de un solo parque.
Otro atractivo para detallar en el parque de Bolívar es la fuente, traída de Francia quizás, con hermosos niños tallados en bronce que le dan encanto y diversidad a la pila de agua.
Ambiente festivo.
Por estos días de fiesta ubicaron en el centro, puestos para juegos de azar, de los viejos y tradicionales que funcionan con dados tirados en una copa con un hueco al lado.
Según donde esté el dinero apostado y las figuras que muestren los dados, se conocerán los ganadores. Escalera, Trompo, Mariposa, Estrella, son algunas de las figuras sobre las cuales apuestan lugareños y visitantes.
En Liborina algunas de las calles exhiben materas de flores colocadas en las fachadas de las casas. Es un detalle sencillo que le da mucha vida al pueblo, tal como ocurre en el corregimiento cercano de Horizontes.
En cambio el interior de la iglesia parroquial sí deja mucho que desear. Empezando porque las bancas son de cemento y las columnas están soportadas sobre bases forradas en piedra barnizada poco agradables a la vista.
No obstante la fachada exterior del templo se ve agradable y el conjunto del interior no está mal.
Liborina es además capital del fríjol, producto imprescindible en la mesa de los antioqueños.
La tierra que rinde homenaje a don Liborio Mejía tiene su encanto. No sé si es el clima, la gente, la topografía o todas las anteriores.
Un buen mirador.
La luz solar del mediodía es ideal para observar el casco urbano desde lo alto. La mejor panorámica se obtiene desde el camino que conduce al Alto de la Cruz. La subida hasta la cima es exquisita, bastante sombreado y bien agradable. Desde la mitad del camino se empieza a ver el pueblo.
El mejor punto para divisar es aquel donde la vía se abre y el camino transcurre por grama. La vista desde allí invita al éxtasis. Pocos pueblos tienen un mirador como este, tan cercano y bonito. Es importante tener en cuenta que es en las horas de la mañana cuando se debe subir pues por la tarde el sol está en contra.
Liborina se aprecia allí mismo, inminente, cercano. Se distinguen muy bien sus calles y las tres plazas.
Cerca del mediodía comienza a correr una brisa que me acaricia la espalda como una sonrisa fresca. Es como si el dios de las montañas cuidara visitante y le enviara ese regalo a su piel.
Qué momento inolvidable. Una chicharra entona su canto chillón y reiterativo. Creo que no fue una decisión muy consciente sino que las piernas solas empezaron a caminar hacia lo alto.
Siempre he tenido inclinación por las alturas. Así como el ser humano que a través del tiempo ha querido escalar las atalayas más altas mediante pirámides, torres, rascacielos, como queriendo llegar hasta Dios.
Ya salió de nuevo el sol, es mejor empezar a bajar. Pero un vientecito suave que da contra mi espalda como que me dice: ‘Quédate, no te vayas todavía’. Permanezco sentado cinco minutos más sobre pasto tetatinos y luego inicio el descenso por la vía que lleva en dos horas a Sabanalarga, el municipio vecino.
Cerca del centro urbano se llega a la Casa de la Cultura que hoy ocupa la que fue sede de la Escuela Apostólica en tiempos de Monseñor Miguel Ángel Builes. Esa casa conserva la baldosa antigua de cuadros blancos y negros y el patio de piedras pequeñas y pulidas es precioso.
Concurso de Bandas.
Toda la tarde continuó la presentación de las distintas bandas de música sobre el palco acondicionado en la Plaza de la Independencia. La Banda de Caicedo me descrestó: tiene un director joven pero igualmente comprometido con su grupo de músicos. Interpretaron dos piezas muy bonitas y conocidas: ‘Bésame’ y ‘No llores por mí Argentina’. Después se presentó la delegación de SFA. Muy bien, aunque interpretaron piezas poco conocidas.
A las ocho de la noche fue la verbena en las distintas plazas. Muy bonito el espectáculo, cada banda tocando en un sitio diferente. Me ubiqué sobre todo en la plaza de la independencia donde la Banda de SFA competía con otra de las buenas: la de Anzá, con un director grueso y joven muy animado. En el parque de las Misericordias estaba la banda anfitriona también de muchos integrantes, alegres todos.
Al día siguiente y en horas de la mañana empezó el desfile con las Bandas en su mejor parada. Liborina, Caicedo y SFA parecen ser las mejores y las más numerosas.
También puedes consultar:
https://www.viajarenverano.com/liborina-antioquia/
Acá habitan en total 9.000 liborinos, 2.000 en el pueblo y 7.000 en las veredas.
Alcaldes de han sido: 2004-2007 Álvaro Acosta, 2016-2019 Oscar Albeiro Henao y hasta el 2023 es la señora Adriana María Maya Gallego.
Fecha de la visita: 17 de junio de 2007.
En liborina compré la mejor carne de res.
Ah, pa’que veas, sorpresas te da la vida. Saludos.