Lérida (Tolima).
Domingo 19 de octubre de 2014
El nombre del departamento del Tolima es un homenaje a la princesa Yulima, una indígena y sacerdotisa que fue quemada viva por los españoles en la plaza de lo que hoy es Ibagué.
En el norte del departamento están municipios importantes como Mariquita, Honda, Líbano, Ambalema, Armero Guayabal y Lérida, entre otros.
Procedente de Mariquita, llegué a Lérida luego de pagar $5.000 por el pasaje. Como siempre, busco asiento en el lado occidental, donde no dará el sol por la mañana.
Como ha llovido suficiente estos días, los prados están hermosos, de un verde claro muy agradable. Y por esta zona arrocera, los predios son tan planos como una cancha de futbol. El arroz es el cultivo estrella, pero también se siembra sorgo, maíz o pasto.
Me admira la cantidad de agua que requiere el arroz. Es necesario nivelar bien el terreno para que el líquido riegue todas las matas. Para ello construyen surcos en espiral que reparten el riego por toda la superficie.
Es frecuente ver garzas entre la humedad, buscando lombrices, renacuajos o pequeñas ranas.
En este momento pasamos por el lado de un cultivo de maíz, como de 30 centímetros de alto, con seis o siete hojas cada mata, así que forman como un gran tapete mullido, qué hermosura.
Un kilómetro antes de las partidas para el Líbano, están las ruinas del ‘finado’ Armero, como le dicen por acá, al municipio desaparecido en 1.985. Ahí se ven los muros, sin puertas ni ventanas, en donde funcionaba el Hospital.
Camino dos cuadras desde la troncal donde me dejó el bus, y ya estoy en el parque principal de Lérida.
Quien diseñó el plano de Lérida era un teso. Casi todas las casas tienen ante-jardín, algunas avenidas son de dos carriles y la mayoría de las calles están cobijadas con árboles.
Aquí todo es grande: El Hospital Regional, la Casa de la Cultura ‘Ciutat de Lleida’, construida con aportes de una ciudad catalana y las glorietas en el cruce de algunas calles.
La iglesia de Lérida, a la que ahora le están pintando la espadaña, no es gran cosa. Incluso la cubierta del interior, tiene guadua esterillada pero conserva la cercha a la vista.
El parque muy arborizado. A esta hora algunos lugareños conversan allí con sus amigos.
Tuve suerte que un mototaxista me arrimó hasta la Galería o plaza de mercado cubierta. Aquí no hay ese servicio y quienes tienen moto, se cuidan de un informe de la policía si llevan parrillero sin casco.
La galería, tampoco tiene nada especial, no se observa mucha variedad de productos y sí se ven algunos comensales almorzando en los comedores con mantel plástico.
Lo que sí me llamó la atención fue el edificio, moderno e inmenso, del colegio Arturo Mejía Jaramillo, un establecimiento donde me imagino, se van a concentrar los cursos superiores del bachillerato.
Pedí un jugo de naranja con zanahoria por $2.000, del que luego me arrepentí, pues estaba más dulce la mandarina de $200 que comí luego.
El valor agregado a la fruta exprimida, incrementa mucho su costo, en cambio el gusto de pelar la mandarina y el beneficio de la piel como regulador, resulta más económico.
En el Tolima es frecuente encontrar en las calles asaderos de arepas.
Las venden solas o acompañadas con chorizo, queso molido o simplemente mantequilla.
Sobre todo los fines de semana la gente acostumbra salir por las noches a comer esas ricuras de maíz.
La suerte me acompañó, pues cuando volví a la troncal en busca de transporte para Ambalema; apenas faltaba un pasajero para que el automóvil colectivo saliera con los otros tres viajeros que esperaban dentro del vehículo.
El tiempo que ellos tardaron esperando, fue el que yo utilicé para conocer la galería.
La alcaldesa de Lérida hasta el 2019 es la señora Carolina Hurtado Barrera.
Este municipio tiene en total 20 mil leridenses, 15 mil en el casco urbano y cinco mil en los campos.