La Unión (Nariño).

Martes 5 de enero de 2016

La unión es un pueblo grande y alargado que se asienta en el filo de la cordillera.

Siempre he pensado que los pueblos en fiestas son tan aburridores como los borrachos.

Y esa impresión tuve al llegar a Nariño y verlo como desorganizado y ‘peloterudo’. Pero poco a poco fui descubriendo cosas interesantes.

Y es que como estamos en plenos Carnavales de Negros y Blancos, se ve aún más gente en las calles haciendo compras o tomando cerveza.

Por otra parte, la topografía de La Unión no ayuda para mucho. Algunas calles son estrechas, curvas y pendientes.

Hay dos parques principales: el de Sucre, con un arco que casi tapan las chazas para venta de mil cosas y donde está la taquilla de TransIpiales y el parque Cuevas Leiva, donde está la iglesia principal.

 

La buseta se detuvo media hora para desayunar en el Parque Sucre.

 

En esta plaza hay venta de carnes fritas o asadas. Yo consumí dos huevos cocidos y algo más.

Las carnes se exhiben en toldos, a la vista y a todo riesgo de contaminación.

‘Pregunte por lo que no vea…’.

A las presas les echan bastante color amarillo oscuro, para que se vean más apetitosas. Y sí, los amigos del colesterol y el ácido úrico tienen ahí una gran tentación.

En La Unión muchas edificaciones son de varios pisos, habida cuenta que no hay mucho espacio para construir nuevas viviendas.

 

Eso sí, abundan las motos. Qué cosa, parecen un avispero con ruido.

Por eso en algunas esquinas hay semáforos para ordenar un poco el tráfico que es bien confuso. Todos quieren arrancar de primeros aún a riesgo de llevarse por delante al colega o al peatón.

El movimiento comercial de La Unión sí es bien dinámico. En este pueblo se mueve mucho dinero.

Se ve que sus habitantes son emprendedores y buenos negociantes. Quien quiera venir a hacer plata, éste es el sitio.

Como no tenía mucho tiempo, abordé una moto taxi para que me llevara al otro parque y fotografiar la iglesia, cuya fachada no da de frente sino sobre una calle aledaña a la plaza.

 

Por ahí están también el Palacio de Justicia, el Palacio Municipal y algunos edificios de entidades crediticias.

Por dentro la iglesia de dos torres cortas, está bien.

En la cubierta superior pintaron cuadros gigantes del Crucifijo y la Ascensión, y lo mejor, el piso de baldosa antigua, aunque muy trajinada.

 

También pasamos frente al Hospital, pintado ahora de azul, y observé el Colegio amarillo que tiene sedes en varios puntos y una edificación principal arriba.

Y hasta tuve tiempo para entrar a la plaza de mercado cubierta, muy concurrida en esta fecha especial.

Otro sitio que me hubiera encantado visitar es el mirador donde colocaron el Obelisco Sucre, con una bella explanada y vista excepcional de 360°.

Compré dos mangos criollos muy dulces, que comí luego en el Parque Sucre.

La Casa Cural de tres pisos y como doce ventanas, más parece un hotel con muchas habitaciones.

En La Unión también hay atractivos de naturaleza y quebradas de aguas cristalinas como el Río Mayo, a donde van los venteños los fines de semana a disfrutar de un refrescante baño.

Unos kilómetros después de La Unión, se ve el puente sobre el Río Mayo, que apoya uno de sus extremos en la fuerte roca que bordea la quebrada.

El alcalde de la Unión hasta el 2019 es el señor Floriberto Suárez Ortiz.

Como La Unión se originó a partir de La Venta, una casa-fonda a donde llegaban los viajeros a caballo, el gentilicio de este municipio es Venteño o Unense.

Según el último censo de población, en La Unión viven en total 28 mil habitantes, diez mil en el pueblo y 18 mil en los campos.

Transcurrida los 30 minutos, continuamos hacia Florencia y San Pablo.