La Tebaida (Quindío).
Jueves 21 de noviembre de 2013
Ir de Armenia a La Tebaida es como desplazarse de Cúcuta a Villa del Rosario. De ahí que el pasaje cuesta solo: $1.900.
El aeropuerto El Edén, que presta sus servicios a la capital quindiana, pertenece y queda en La Tebaida, un municipio cercano. Para llegar allá, por terreno completamente plano, el bus se gasta media hora y pasa por zonas residenciales, casa fincas, restaurantes, universidades y algunos colegios. Se ven varios conjuntos residenciales de lujo y algunas empresas industriales.
Ya en el centro del pueblo, lo primero que hago es fotografiar el frontis de la Alcaldía, un edificio moderno de tres plantas, donde funcionan también el Concejo Municipal y la Fiscalía.
La Tebaida tiene 33 mil habitantes de los cuales solo tres mil tebaidenses viven en el campo. Y es que luego del terremoto de enero de 1.999, mucha gente vino a este municipio atraído por las casas gratis que ofreció el gobierno para los damnificados. Pero como que fueron bastantes los intrusos que consiguieron vivienda, a costa de los afectados por el movimiento sísmico.
La iglesia Nuestra Señora del Carmen, también queda en el marco sur-oriental de la plaza, y ya ve, a pesar de su diseño moderno, no se ve mal por fuera, aunque el interior sí no tiene mayor atractivo. Con su cubierta en arcos, vista desde la plaza, parece una gran flor plateada.
Cuando llegué a este municipio, había un sol fuerte iluminando el marco del parque, pero al momento fue sustituido por un gran aguacero que duró como una hora. Si en Calarcá fue el sol quien salió a recibirme, aquí es la lluvia la que me dio la bienvenida.
En la buseta venían dos hombres gay, uno más evidente que el otro, pero que no se conocían entre sí. Ahora pasan por el centro del pueblo, dos coches tirados por caballos, y ya dos limosneros me han abordado para pedirme ayuda, cosa que no vi en ninguno de los otros municipios quindianos. De todas maneras, pueden ser solo coincidencias, no nos apresuremos a emitir juicios por lo que veo en solo un rato.
Como la lluvia continuaba, aproveché para darle a mi sistema digestivo una buena dosis de regulador, con un salpicón con helado en la frutera La Poderosa, sin crema de leche, pero sí con queso y a solo $2.800.
No recuerdo haber venido antes a este pueblo. No se ven construcciones coloniales, casi todas son modernas y de materiales recientes. Lo que sí es rescatable es la plaza principal, tan plana y amplia, con un parque central decorado con muchos árboles. Tanto que me impresionó por oscuro, pero cuando encendieron las luces, y con el piso mojado, lo vi mejor y más claro.
Siempre hace frío acá, estoy con camisa corta y no se ven mesas afuera de los establecimientos comerciales. Entro al Bar Borinquen donde me sirven un ron con Coca-Cola, y solicito dos de mis canciones preferidas: ‘Mariposa traicionera’ y ‘El de los ojos negros’. Ambas canciones están en el equipo y la complacencia fue inmediata.
A las siete de la noche esperé la buseta cerca de la iglesia. Solo media hora dura el viaje de La Tebaida a Armenia.
Me llama la atención una nueva empresa de transporte urbano, a la que le colocaron un nombre sonoro y muy preciso para la región: ‘Tinto’, es decir, Transporte Integrado Operador de Armenia. Los carros son del mismo color rojo de los TransMilenios, pero no articulados, sino sencillos.
Ya en el Terminal de Transportes de Armenia, saqué el computador del morral, y me senté a trabajar, mientras pasan las tres horas antes de abordar la buseta para Medellín.
Pido un pintadito y me siento en una mesa a escribir parte del diario de viaje.
A las 10:30 en punto salió la camioneta para 19 pasajeros, muy cómoda, en la que tuve un viaje perfecto. Con buena música y por una carretera despejada e iluminada a ratos por una luna decadente.
Tal como estaba planeado, a las 4:30 de la mañana llegué a mi casita en taxi desde la estación Itaguí.
Delicioso estuvo este paseo, que se repita!