Íquira (Huila).
Martes 15 de marzo de 2016
Estando en Tesalia, quería conocer Íquira y Teruel, dos pueblos huilenses que están cerca.
Me informaron que después del medio día no pasaría transporte hacia esa zona. Entonces contraté un taxi que por $40.000 me llevaría a las dos localidades.
Ese viaje expreso es costoso para una sola persona, pero se justifica para conocer los dos últimos municipios que quiero visitar en esta correría, y por ahí derecho, llegar esta noche a Neiva.
Así que a la 1:30 recogí el morral en el restaurante de la plaza y salí con dos bolsas de agua y un roscón de arequipe para comer durante el viaje con el conductor.
A propósito de los palos altos que se ven en el camino, Javier, el conductor del taxi, me contó que alguna vez sembró y cortó árboles de nogal que vendió para hacer listones a 60.000 cada uno.
Es una madera que crece rápido, a los cinco años ya se puede talar, o a los ocho, si se quiere sacar tablones.
Al comienzo la carretera entre Tesalia e Íquira es pavimentada y en travesía, pero esa dicha no dura mucho, pues luego está destapada y comienza un
ascenso no muy largo, antes de llegar a mi destino.
Por el madrugón de esta mañana dormí un poco durante el viaje.
Íquira tiene en total once mil habitantes, de los cuales tres mil viven en el centro urbano y el resto habitan las veredas. El alcalde hasta el 2019 es el señor Alberto Yustres Barrera.
Pasamos por Pacardí, un corregimiento tan grande que pronto podrá subir de categoría.
Lo primero que me impactó al bajarme en la plaza de Íquira, fue el inmenso samán que con sus ramas cubre gran parte del parque principal. Es hermosa esa ceiba de muchos años.
Este es un pueblo interesante, de plaza plana y algunas calles inclinadas. La gente me recibió muy bien, se ve que los iquireños son gente culta y acogedora.
A Íquira se le conoce como la ‘Ciudad Luz’, porque en sus predios se construyó la primera planta hidro-eléctrica para la región.
En lengua indígena ‘íquira’ significa ‘atalaya’, como quiera que desde los cerros del territorio, los aborígenes Paeces se defendieron de los ataques de sus enemigos los pijaos.
La iglesia de torre desnuda y fachada pintada de blanco es de estilo clásico y el reloj de la funciona con exactitud.
Por dentro los decorados son sencillos, pero el cielo raso antiguo en lámina troquelada, sí es de mucho valor.
Al frente está el edificio antiguo de dos plantas donde funciona la administración municipal. En la segunda planta el piso es de tabla y con muchos años de uso.
Allí me atendió un el señor Zúñiga, un empleado de la alcaldía amable y comprometido con su pueblo.
Por él supe de los atractivos de naturaleza que ofrece Íquira: la Reserva Forestal de Tarpeya, una selva
protectora que se encuentra a la base del Nevado del Huila, y el Cerro Negro, dos protuberancias altas que se divisan desde la alcaldía.
Otra cosa que me gustó de este pueblo tranquilo y de clima medio, fueron las dos mesas con paraguas que hay contiguo a la iglesia, en una cafetería donde provoca sentarse a mirar todo lo que sucede en la plaza.
Hacia las cuatro de la tarde regresé donde me esperaba Javier para seguir rumbo a Teruel, última escala de mi paseo por el suroeste del Huila.
La carretera continúa en travesía y es una vía muy amplia, con buenas especificaciones, como quiera que en los años 50 era la vía troncal que unía a Neiva con Pitalito.
En aquella época lo importante era que las vías atravesaran muchos pueblos.
Por ahí se ve una maleza ‘mata-palo’ que ahoga de qué manera un árbol frondoso.
De todas maneras anfitrión y huésped forman un hermoso diseño.
Gracias por visitar y conocer mi hermoso municipio de Iquira
No pue para mí fu un placer estar allá, lo disfruté bastante. Saludos.
Es un pueblo demasiado acogedor y tranquilo, sin lugar a duda tiene un potencial inmenso, y como todos los pueblos del Huila, «Sanpredriar» allá es una experiencia única, soy de Bogotá pero gracias a mi abuelo (que nació allí) quiero ese pueblito cómo si fuera de allí.
Sí, Íquira debe promocionarse más turísticamente. Saludos.