Guática (Risaralda).

Domingo 28 de enero de 2018

Por el nombre uno cree que Guática es un municipio boyacense, pero que va, ese pueblo risaraldense está allí no más, en la parte baja y a un lado de la carretera Panamericana.

Paisaje cafetero.

Viniendo de Anserma hacia Riosucio, en el kilómetro 11 se pasa por ‘El Tigre’, como se llama la entrada a Guática. Son solo dos kilómetros los que se recorren en descenso hasta llegar al pueblo, que se ve muy bien desde un costado de la vía troncal.

Por el ramal que entra a Guática se puede viajar también hasta Mistrató y Belén de Umbría, aunque los otros accesos están en mejores condiciones.

La carretera de entrada al pueblo es paradisíaca. Mucha vegetación virgen, árboles altos de tallos mohosos, cafetales con plataneras en medio, en fin, todo un conjunto natural de diseño original y gran belleza.

Esta mañana me recibió un día de no te quedes en la cama, fresco y transparente. Se ven las montañas como lavadas y el cielo azul profundo.

Allá abajo hay un conjunto de nubes sin despertar todavía, aperezadas, consentidas, acostadas sobre la cordillera como esperando que llegue el sol y las avive con sus tibios rayos.

Guática es un municipio de arraigada vocación campesina. De ahí que hoy por ser día de mercado, llegan labriegos que traen a vender el bulto de café y con ese dinero mercar para la semana. Los camperos veredales se estacionan en la plaza principal.

Anteriormente en Guática se cultivaba la cebolla razón por la cual a sus habitantes se les llama ‘cebolleros’ o guatiqueños.

Día de Mercado.

En el centro de la localidad está la Plaza de Mercado cubierta, pequeña y aún así, poco usada. Allí compré el mango pintón para la media-mañana que comí en el lugar.

Lo que sí tiene muy bueno esta Galería, es un mirador con vista hacia el inmenso coliseo, el cementerio y más allá, el corregimiento de Santa Ana.

También se aprecian montañas bajas muy verdes, casitas campesinas distribuidas por las laderas, cultivos variados, árboles hermosos: sauces, pinos, cipreses  y, un cielo abierto de verano.

En el costado sur de la plaza se ve el edificio de dos plantas donde funciona la Casa de la Cultura y a un lado la Alcaldía.

El parque principal de Guática es solo una explanada con arbustos creciendo a los lados.

Templo singular.

Guática es un pueblo pequeño, con una iglesia de torre muy empinada que hasta por su color amarillo parece una jirafa. El reloj de la iglesia tiene diseño exclusivo.

El atrio es tan pequeño que un bus estacionado al frente parece de la parroquia. El templo de aspecto moderno y sin columnas, es un gran salón. Hace poco cubrieron el techo con cielo raso de lujo bajo la cubierta.

A esta hora salen los fieles de la misa de once y el oficiante permanece en las gradas del presbiterio abrazando y saludando a quienes se acercan a agradecerle. Esa es una práctica que los sacerdotes católicos aprendieron de otras iglesias cristianas.

La ermita de Guática no tiene campanas, sino alto-parlantes a través de los cuales se convoca a los fieles por medio de una grabación de repiques. Para mí pierde mucho un templo con esa novedad, prefiero las campanas golpeadas por badajos.

Algunos negocios de la plaza colocan mesas en las aceras, desde donde se puede medir el fragor pueblerino. Allí me siento a tomar tinto con buñuelo, mientras escribo estas líneas.

San Clemente.

A las doce y media salgo en un taxi colectivo por $2.000 hasta San Clemente. Al conductor le interesó tanto mi blog, que detuvo la marcha a la salida para que yo fotografiara la panorámica de Guática.

La entrada a San Clemente se encuentra en el Kilómetro 15 de la vía que va hasta La Felisa.

Después de tomar fotos a la iglesia clementina de dos torres muy vistosas, abordo un bus de Occidental que por $5.000 me llevó hasta Riosucio, en donde dormiré esta noche.

Acá habitan en total 15.000 cebolleros, 3.000 en el pueblo y 12.000 en las veredas.

El alcalde de hasta el 2019 es el señor Fredy Alexander Bayer Villegas.