Guadalupe, Santander.
Jueves 16 de abril de 2015
Guadalupe es uno de los pueblos más bellos de Colombia y menos promocionado turísticamente. Por su belleza y originalidad, comparo a Guadalupe en Santander, con Concepción en Antioquia.
Desde cuando se sale de Oiba hacia Guadalupe, llama la atención la belleza de los matorrales, los árboles que protegen la vía, los guayabos en producción, las melenas y flores que trepan por los tallos y los potreros verdes donde pasta el ganado.
Guadalupe tiene dos atractivos principales: por una parte, el casco urbano, con casas de zócalos, puertas y ventanas pintadas de verde; el parque adornado con altivas palmeras reales y la iglesia de la Virgen de Guadalupe, en piedra tallada.
En la fachada de muchas casas, los guadalupeños han colocados materas de barro, donde crecen plantas de flores rojas y naranjadas.
Aquí las calles son limpias y la gente acogedora y cordial.
Otro de los atractivos guadalupeños, son los balnearios ubicados en los alrededores del pueblo, ríos de una belleza sin par y tal originalidad que, difícilmente se encuentra algo similar en otra parte del país.
Me refiero a los charcos de La Gloria, un kilómetro antes de llegar al casco urbano, cuando se va desde Oiba, y Las Gachas, a más de dos kilómetros por la vía hacia San José de Suaita. En ambos casos la naturaleza labró pozos profundos y hoyos pequeños que solo se encuentran en La Gloria y Las Gachas.
Respecto a la iglesia hay que decir que tiene una fachada con una torre de hermoso diseño a un lado y, en el otro extremo, una espadaña preciosa, toda labrada en piedra, lo mismo que el interior del templo.
La Virgen de Guadalupe ocupa el centro del altar, en una cripta tallada en la pared y está cubierta por un techo dorado y rojo, de gran realce.
En lo alto de las dos naves laterales se ven vitrales primitivos con la imagen de los apóstoles, y otros que cuentan la historia de la aparición de la Virgen Mexicana.
Este hermoso templo se aprecia desde cuatro kilómetros antes de llegar al pueblo, en una vista donde predomina el verde de los prados y bosques y se destaca el color rojo de las dos cúpulas semi circulares, en lo alto de la iglesia.
En Guadalupe hay otras dos ermitas: la más antigua que sirve de capilla al Hospital, y una moderna y de fachada amarilla, que está a la entrada de la Normal.
Una bella placa esculpida en piedra y donada por la colonia guadalupeña residente en Bogotá, se ubica frente a la casa cural y recuerda las cuatro ocasiones en las cuales el Libertador Simón Bolívar pasó por Guadalupe.
El parque principal es muy hermoso, con más de veinte palmeras reales de gran altura y tres banderas coloridas al otro lado de la iglesia.
En uno de los costados de la plaza disfruté de un delicioso roscón de arequipe, a $500, de los que hornean en la Panadería Omega. Y a la vuelta encontré suculento almuerzo por $4.500 en el Restaurante La Mona, con dos trozos grandes de carne de morrillo, acompañados de yuca y papa.
Algunas calles tienen el piso cubierto con lajas de piedras talladas, tan comunes en los pueblos de Santander.
Infortunadamente no tuve tiempo ni oportunidad de visitar los balnearios de La Gloria y Las Gachas, pero espero conocerlos en otra venida a este bello municipio santandererano.
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Saludos
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