Guadalupe (Huila).

Lunes 14 de marzo de 2016

Procedente de Florencia (Caquetá), decidí no entrar a Suaza primero, sino llegar hasta Guadalupe en el Huila, que parecía lo más difícil y resultó fácil.

En el punto donde sale el ramal hacia Guadalupe, está la venta de Chili, una señora amable que accedió de buena gana a guardarme el morral, eso sí, luego que un soldado vino y le revisó el contenido de manera exhaustiva.

Y es que a una amiga de Chili le pasó que, guardó un equipaje que contenía coca, pagó seis meses de cárcel y cuando salió se mató en una moto.

En el cruce me esperaba un mototaxista para llevarme hasta el casco urbano de Guadalupe que está a solo dos kilómetros de la troncal.

Cuando llegábamos a la plaza le pregunté por un sitio alto para observar todo el pueblo, y me sugirió el Cerro de Santa Lucía, con una pequeña capilla hasta donde llegan los peregrinos cada 13 de diciembre.

Se trata de un alto con excelente panorámica. Hasta allá fuimos. Genial. Es por la mañana cuando la vista es mejor. Se contempla todo Guadalupe en una planicie hermosa.

Para acabar de ajustar, tres banderas le imprimen color a la vista. Es encantador este sitio, qué bueno que mi conductor resultó tan eficiente. Me siento en mi salsa, este pueblo cafetero se ve fascinante.

De nuevo cerca a la iglesia, le pagué los cuatro mil pesos a mi amigo y entré a fotografiar la ermita que tiene líneas color marrón en los bordes de las dos torres. Ese detalle hace que se vean mejor y con cierta elegancia.

El interior del templo es tan hermoso como la fachada de frente amplio.

Líneas y apliques dorados engalanan la estructura de gruesas columnas y ventanales grandes arriba. Así, la iluminación natural queda asegurada. Y ni hablar del diseño único de la baldosa.

Otra belleza arquitectónica de Guadalupe es la Casa de la Cultura Francisca Salazar, en una mansión tradicional frente al parque de la iglesia.

Porque este municipio tiene dos parques: uno frente al templo y el más grande en la plaza central.

Hay muchas cosas que me fascinan de Guadalupe:

Es plano; la entrada es a través de un largo arco de árboles; está rodeado de verde; trazado en cuadrícula; tiene un bello mirador; la iglesia es preciosa; a falta de una tiene dos plazas y está un poco adentro de la carretera central.

Lo menos bonito es la sede de la Alcaldía, de una sola planta, muy sencilla. Frente a la administración se encuentra, hasta el 2019, la alcaldesa: Ma. del Socorro Díaz Motta.

Desayuno por $3.500 con huevos fritos en la cafetería a donde llegan varios empleados del municipio.

Me ha impresionado la amabilidad de la gente guadalupana. En la alcaldía los funcionarios me recibieron muy bien cuando entré a invitarlos al blog.

Regreso a la plaza principal y saludo a tres veteranos que se sienten a sus anchas en ese parque inmenso, con sombra suficiente.

Allí se levanta la imagen, muy bien esculpida, de Doña Francisca Salazar Valdez, la mujer acaudalada que en 1.715 donó las tierras para que se fundara el pueblo y se construyera la iglesia en honor de Nuestra Señora de Guadalupe.

Algunos guadalupanos me recomiendan visitar, como destinos naturales, la laguna de Guapotón y la cascada Atlanta, en la vía antigua a Florencia.

Por último tomo café en la Pastelería Orquídea Real, con la mejor ubicación y excelente vista sobre la plaza grande.

Guadalupe tiene en total 18.000, de los cuales  5.000 residen en el pueblo y los  13.000 restante son campesinos.

Al salir hacia la carretera central, en moto taxi por $2.000, fotografío el hermoso túnel verde que da sombra y embellece la carretera.

Por ahí queda el Hospital de Guadalupe.

A las once de la mañana espero transporte hacia Suaza, el pueblo vecino.

Guadalupe me encantó. Quisiera volver.