Frascos de perfumes con paisajes coloridos.
En Santa Fe de Antioquia, Jáder Sánchez es un iniciado en las artes que, mezcla pigmentos como si fueran pinturas, para dibujar paisajes en el interior de envases de lociones.
Según Jáder, no hay academia que enseñe el oficio, incluso en Internet es muy poco lo que se consigue sobre el tema. La inspiración, práctica y concentración hacen al maestro.
‘Aprendí el arte con amigos brasileros hace mucho tiempo, y desde unos meses me vine a vivir a Santa Fe de Antioquia para ofrecer mis obras a los turistas’, cuenta Jáder mientras fija la mirada en la figura que elabora.
Fue un acierto su decisión: no hay visitante de la ciudad madre que no se detenga en la esquina del Parque de la Chinca para observar con reverencia y admiración, la manera como este creador dá forma a las figuras dentro del frasco.
Mucho trabajo, poco dinero.
La de Jáder es una creación que requiere paciencia y dedicación al máximo. Algunos agradecen al emprendedor dejando al lado de los pigmentos, monedas o billetes con la figura de Débora Arango, una artista envigadeña admirable y revelde.
No son muchos los que compran un frasco cuyo valor es alto dado que, cada obra artesanal, implica tres o cuatro días de trabajo continuo.
Pero hasta para esperar una retribución justa, Jáder tiene aguante. Con dos frascos que venda un domingo de puente, le alcanza para sus gastos básicos de la semana.
-Todo es imaginación- afirma Jáder, quien no tiene un paisaje como modelo, sino que las figuras y colores están en su mente y van surgiendo mientras con sumo cuidado, vacía los pigmentos dentro del frasco y pule los detalles de cada figura.
Su fuente de inspiración parece ser la música, pues a Jáder no le faltan melodías en el celular que mantiene al lado de los colores.
Ante todo la naturaleza.
El pigmento blanco sirve de soporte para el centro de la obra, pues desde fuera del envase, solo se ven los colores pegados al borde del frasco.
A los amantes de las artesanías les gustan las creaciones con aves, sobre todo las más coloridas como las guacamayas. También prefieren los paisajes típicos o costumbristas y, ahora ante la proximidad de la navidad: los pesebres.
La espátula que Jáder mismo elaboró a partir de un tubo de cobre le permite no sólo tomar los colores, sino mezclarlos sobre las hojas de papel que utiliza como paleta. Y con la terminación en punta del instrumento, es con la cual nuestro artesano dá forma a las imágenes en el borde del frasco.
Técnicas similares.
Hay técnicas semejantes a la pintura con pigmentos, como aquella mediante la cual se elaboran barcos dentro de frascos más grandes o la que utilizan los chinos para pintar figuras y paisajes en la parte interior de botellas transparentes, utilizando diminutos pinceles de punta curva.
Hay otra técnica que consiste en usar sal, un producto abundante y barato, colorearla con tizas de diferentes tonos y construir franjas o vetas vertiendo dentro del frasco capas de sal teñida.
Parece que las distintas formas de pintura interior tuvieron su origen en China, a partir del Tabaco Rapé, como se llama a la costumbre de inhalar no el humo del tabaco, sino el aroma de las hojas trituradas y maduradas dentro de un envase de vidrio.
Alguna vez un chino pobre se quedó sin tabaco para inhalar, entonces con una diminuta cuchara comenzó a raspar el interior del envase de vidrio para aprovechar los residuos.
La sorpresa fue cuando observó cómo con la cuchara había ocasionado rasguños en el vidrio que desde fuera, se veían como figuras que la imaginación completaba.
Al parecer fue así como se iniciaron las diferentes técnicas de pintura interior en frascos que hoy practica nuestro amigo Jáder en la ciudad madre.