Fiesta de las Cuadrillas 2009 (Meta). 1/2
Domingo 15 de Noviembre de 2009:
Ayer sábado vine a San Martín de los Llanos para presenciar el desfile de los grupos folklóricos, que recorrieron las calles danzando. Hoy he regresado desde Granada, en donde está mi alojamiento, para hacer parte de la procesión más importante: El Desfile de las Cuadrillas.
¿De qué se trata este evento?
Resulta que en 1.735, un misionero español de nombre Gabino de Balboa, motivó a los habitantes de San Martín, para que conmemoraran las distintas guerras sostenidas por los españoles, primero en la península ibérica y durante ocho siglos: contra los árabes o moros y luego, en América, durante la conquista, en contra de los indios americanos y negros traídos del África.
Así que el Padre Gabino le propuso a los habitantes de San Martín de los Llanos, realizar una fiesta con representantes de estos cuatro grupos étnicos: españoles, moros, aborígenes americanos y negros esclavos.
Y fue así como surgió el Ballet Equino que cada año, en el segundo puente de noviembre, se celebra en San Martín de los Llanos.
Cuando llegué a la capital ganadera del Meta todo era ambiente de fiesta. Muchas personas se movilizaban hacia el parque, con sombreros oscuros ya sea de paja o de cuero, que son los que más se usan en los Llanos Orientales.
El día está inmejorable. Qué cielo tan hermoso, cuán bellas las pocas nubes que se forman sobre el horizonte. De resto la bóveda celeste se ve limpia y tan azul como el mar. Apenas para viajarenverano y vivir la Fiesta de las Cuadrillas.
En la plaza principal acababan de recibir la bendición, por parte del cura párroco, los 48 cuadrilleros, doce por grupo, ya disfrazados y cabalgando sus bestias.
Empecé a tomar fotos de cada uno de los cuadrilleros: galanes, moros, indios o negros.
Muy bonitos los disfraces, especialmente el de los guahibos o indios por ese color rojo intenso que me encanta. Los Cachaceros o negros lucen prendas como de la selva: pieles de animales salvajes, calaveras de toro, conchas de armadillo, en fin se ingenian muchas formas para darle a la indumentaria un aspecto silvestre y primitivo.
Los galanes o españoles se distinguen al momento por su casco semejante a gladiadores romanos. Y los moros no se confunden por el turbante que aseguran en la cabeza, con el respectivo cordón de trenza.
Dentro del colorido de la fiesta hay un detalle para subrayar: los caballos de cada grupo son de un color característico y tienen aperos y correas del mismo tono.
Los cachaceros montan bestias negras; los moros cabalgan sobre alazanes amarillos; los guahibos o indios avanzan sobre cabalgaduras rojas y los españoles o galanes desfilan montados sobre caballos blancos.
A la una de la tarde empezó el desfile por las principales calles de San Martín, hacia la Plaza de Cuadrillas Gabino de Balboa, en homenaje al misionero que inició esta conmemoración hace 274 años.
La Plaza de las Cuadrillas hace apenas dos años que tiene tribunas cubiertas para proteger del sol a los asistentes. Un fotógrafo amigo me cuenta cómo, el año pasado el Festival fue en medio de la lluvia, la cual deslució un poco el espectáculo. Yo tengo la fortuna de asistir a la fiesta en una tarde brillante y veraniega como ninguna.
Lo que sí me extrañó fue que la imagen de San Martín que permanece a la entrada de la iglesia fuera llevada no en andas, ni en procesión, sino dentro de la carrocería de una camioneta sin más arreglos ni flores. Bueno, es algo para mejorar.
Guahibos o Indios
Cachaceros o Negros
Galanes o Españoles y
Moros
forman cuatro hileras cabalgando a paso lento hasta llegar a la Plaza.
En las primeras cuadras del recorrido entendí que sería muy bueno pintarme la cara con colores negro y rojo, como la tenían unos cuantos, también para ayudarle al protector solar a tapar los rayos ultravioleta de este sol canicular. Claro que mi sombrero de anverso negro me protege muy bien, pero hay momentos en los cuales el sombrero se cae o para tomar una foto es necesario quitarse la capota.
A uno de los indios le vi un tarrito con color rojo. Ya unas chicas me habían pintado trazos negros en la cara, pero hacía falta combinar esa pinta con brochazos de otro color. Entonces me arrimé suplicante al jefe de los indios:
Oiste, dame un poquito de pintura roja para hacerme unos trazos.
Él me respondió que no tenía. Yo le insistí abriéndome paso entre las bestias:
Vos sí tenés, por fa. Un poquito no más… no seas amarrao…
Con una risita maliciosa el hombre sacó de su bolsillo el tarrito con los copitos de algodón y me lo entregó sonriente.
Más tarde, en el acto inaugural del evento entendí la razón de su sonrisa: ese que comandaba la cuadrilla de los indios era nada menos que Darío Rey, el alcalde de San Martín, quien tuvo a su cargo leer el bando que abrió el Festival de las Cuadrillas. Entonces recordé la canción de Joan Manuel Serrat: Fiesta, cuya letra dice:
Hoy el noble y el villano,
el prohombre y el gusano
bailan y se dan la mano
sin importarles la facha.
Detrás del desfile aquí también van las señoras de empresas varias recogiendo la boñiga de los caballos.
En dos o tres balcones me subí para tener una mejor perspectiva de la cabalgata, previa autorización de los dueños de la casa.
Está preciosa la celebración, tan colorida y ordenada. Me siento emocionado; pocas veces había hecho parte de una conmemoración tan hermosa. Y bajo este sol luminoso, todos los colores resplandecen y el ánimo de los espectadores se enaltece.
Una banda de pueblo ameniza la fiesta desde un carruaje, en tanto que adelante un señor disfrazado de diablo, es el encargado de los voladores y las recámaras en cada esquina.
Pienso que de todas maneras a esta Fiesta le hace falta pueblo, es decir, toda la gente debería tener la cara pintada o al menos comprometerse más con el carnaval.
Afortunadamente no hay maicena como me dicen que sí tiran, en el albazo de las cinco de la mañana.
Ah, se me olvidaba destacar la participación de los cuadrilleritos, niños entre 7 y 13 años que se visten con las mismas prendas de los grandes y se preparan desde ahora, para ser los herederos de la tradición. Me encanta que esta bella costumbre se enseñe y promueva entre los infantes.
Al fin llegamos a la Plaza de Cuadrillas Gabino de Balboa. Una localidad grande con graderías en los cuatro costados, muy bien dispuesta y colorida. Es precisa para este acto fastuoso y popular.
Casi todas las tribunas están llenas porque, y ese es otro mérito de esta fiesta, el acceso al espectáculo es gratis y no tiene casi patrocinadores comerciales.
Yo aprovecho los minutos previos a la iniciación del evento, para tomar las mejores fotos con el cielo azul de fondo. Eso implica tirarme al suelo, acostado y hacerle el quite a cualquier caballo cuyo jinete de pronto, no me vea fácilmente. Y caminar entre las bestias sin colocarme muy detrás del cuadrúpedo, no sea que me gane un par de coces. Pero eso sí, he tomado unas fotos muy valiosas.
En el centro de la plaza han colocado la imagen del Patrono de Tours y sobre él flamean las banderas de Colombia, el Meta y el municipio de San Martín. Se ven hermosas contra este cielo azul de hoy, que también se preparó con sus mejores galas para presenciar el espectáculo.
Una cosa que me parece que no previeron fue tener a mano bebederos para los caballos. Sus jinetes calman la sed con cerveza, pero los equinos tienen que aguantarse sin agua toda la tarde.
Aquí me explican cómo esto de ser cuadrillero es algo que se hereda de padres a hijos, así como los cargueros de la semana santa en Popayán o Santafé de Antioquia.
Y sí, son 12 cuadrilleros por grupo que llevan las prendas distintivas, con orgullo y bastante esmero. Sus hijos, los ‘cuadrilleritos’, hacen el curso de preparación durante varios años, luciendo prendas similares y desfilando adelante de los mayores.
Un aspecto destacable de este festejo es que está libre de violencia, a pesar de simbolizar el enfrentamiento de varios grupos raciales.
De pronto sí le hace falta un poco más de dinamismo, pero al final se obtiene cuando, por parejas, caballeros de distintas cuadrillas, apuestan carreras en persecuciones por la pista lateral de la plaza. Con gran riesgo llegan a velocidades que solo expertos caballistas son capaces de conseguir, sin caerse de la cabalgadura. A estas pruebas las llaman las ‘alcancías’, es decir, juegan a alcanzar al otro.
Los cuatro grupos de cuadrillas hacen figuras desfilando despacio hasta el centro y regresando a las esquinas en donde se agrupan por colores. Más adelante realizan distintos juegos: hacen las ‘oes’, es decir forman círculos alrededor de la plaza en medio del aplauso de los asistentes.
También realizan la danza de la culebra, el caracol, la media plaza, y por último, la despedida.
En este momento yo ya me he ubicado con 4 o 5 fotógrafos profesionales, entre ellos uno de Couchsurfing venido de Alemania.
Así que esta es una fiesta autóctona, alegre y folklórica para la cual sus integrantes se preparan con mucha responsabilidad.
Después de cuatro horas de celebración, hermoso colorido y bellísimo espectáculo, se dio por terminado el evento y cada uno regresó al pueblo para continuar la ‘Fiesta’.
El próximo martes cuando todo haya terminado, se hará realidad lo que bellamente describe Serrat en su canción de los años 60:
Y con la resaca a cuestas
vuelve el pobre a su pobreza,
vuelve el rico a su riqueza
y el señor cura a sus misas.
Se despertó el bien y el mal
la zorra pobre al portal
la zorra rica al rosal
y el avaro a las divisas.