Festival de la Leyenda Vallenata 2010
Miércoles 28 de abril de 2010:
Esta vez vengo a la capital del Cesar, para participar del Festival Vallenato que cada año se celebra en los días previos al 1 de mayo.
En el Terminal que, no sé por qué tiene forma de acordeón (je je), había policías de turismo entregando la programación del 43 Festival de la Leyenda Vallenata en homenaje a Rafael Esalona, el más grande!
Esta fiesta empezó en 1.968, gracias a la iniciativa del primer Gobernador del Cesar: Alfonso López Michelsen, Consuelo Araujo Noguera y el maestro Rafael Escalona.
Alejo Durán fue el primer Rey Vallenato y Alfredo Gutiérrez fue coronado como tal en 1.986.
En los dos hoteles en donde entré a solicitar habitación me pidieron a 250 y 180 mil pesos la noche por persona. No, pues, tengo la ‘casa en el aire’. Es tanto el deficit de camas en Valledupar que ya se hizo costumbre que para el Festival cobren esas tarifas.
Sin embargo, yo me tengo confianza para conseguir algo de acuerdo a mi presupuesto: preguntar en la oficina de turismo, dormir en un pueblo cercano, solicitar servicio social en una emisora o, en última instancia, ir de casa en casa pidiendo ayuda. En una casa de familia la señora arrienda una habitación a cien mil pesos la noche.
Mientras almorzaba le pregunté a dos comensales y al mesero por pieza en casa de familia. Cuando fui a pagar doña Dora no solo accedió de buena gana a guardarme el morral, sino que me dio el teléfono de la señora Juliana, con quien hablé enseguida. Me pidió también cien mil por una pieza, pero luego accedió a dejármela en los 40 mil que le ofrecí.
Ya con dormida asegurada salí a caminar por el centro. Anduve por la calle 16 por donde quedan los principales bancos, el Cementerio y el Colegio Loperena.
Llegué a la Plaza Alfonso López y Tarima Francisco El Hombre en donde como en todo pueblo en fiesta había muchas casetas de cerveza y gente debajo de los árboles escuchando la participación de los distintos concursantes que se presentaban a esa hora.
Fuera de este lugar, también hay presentaciones en el Coliseo de Ferias, el Parque del Helado, Parque Recreacional La Pedregosa y el Parque de la Leyenda Vallenata Consuelo Araujo Noguera.
Conversando con lugareños, supe que los Aires Vallenatos son cuatro:
La puya, de ritmo rápido y origen africano, es sinónimo de indirecta, sátira o sarcasmo.
El Merengue, se distingue del paseo por su ritmo más rápido y percusión constante.
El Paseo es el ritmo más conocido y usual, nace de los cantos de vaquería y se caracteriza por su armonía y brillantez.
El Son, este último más apacible que el paseo, de velocidad lenta y en donde los bajos son notoriamente dominantes. ‘Jaime Molina’ es la melodía más representativa del son.
La trilogía vallenata, es decir, los instrumentos que conforman un conjunto vallenato, nace de la mezcla de tres culturas: la española, la indígena y la africana. El acordeón representa la influencia europea, la guacharaca la influencia de nuestros aborígenes y la caja recuerda la ascendencia africana.
En la Plaza Alfonso López había mucha gente y sí, poco a poco se iban presentando los concursantes. Escuché algunos participantes y luego di una
vuelta por el parque. Había varios conjuntos ensayando con sus acordeones domingueros.
Más adelante me divertí con el espectáculo de un hombre simulando montar en un caballo brioso cuyas patas eran las mismas suyas, solo que unas extremidades simuladas estaban apoyadas en estribos que colgaban en el lomo del animal. Era muy chistoso cómo corría y tiraba pata a algún paisano desprevenido. Qué risa!
También supe acerca de La leyenda de Francisco «el hombre»
Se cuenta que una noche al regresar Francisco después de una parranda de varios días y al ir hacia su pueblo, para distraerse en la soledad de la noche, abrió el acordeón y, sobre su burro, como era usual en aquella época, empezó a interpretar sus melodías.
De pronto, al terminar una pieza, surgió de inmediato el repertorio de otro acordeonero, que desafiante trataba de superarlo; de inmediato Francisco marchó hacia él hasta tenerlo a la vista; su competidor, para sorpresa, era Satanás, quien al instante se sentó sobre las raíces de un árbol, abrió su acordeón, y con las notas que le brotaban hizo apagar la luna y todas las estrellas.
El mundo se sumergió en una oscuridad tal, que sólo los ojos de Satanás resplandecían como tizones. Sus notas eran las de un gran maestro, tanto que lejos de acobardarse con la abrasadora oscuridad, abrió su acordeón e hizo sonar una hermosa melodía.
Dicen que la magia de la interpretación devolvió la luz a la luna y a las estrellas, infligiendo mucho temor del demonio. Acto seguido, Francisco clamó a Dios y entonó el Credo al revés, de tal suerte que el demonio, vencido, exhaló un terrible alarido y con su acordeón a rastras huyó hacia las montañas donde se perdió para siempre.
En la Biblioteca del Departamento había un evento con stands de las empresas del Cesar, muchas de ellas ganaderas y lácteas y una muestra de emprendimiento. Fue muy interesante entrar allí, no solo por las degustaciones de queso, sino por la información que obtuve sobre los pueblos del Cesar.
Ahora admiré de nuevo otra de las esculturas del Maestro Arenas Betancur: la que tiene por nombre ‘La Revolución en Marcha’ y que adorna nada menos que la Plaza Alfonso López.
Le pregunté a un vallenato como de 70 años cuántos hijos había tenido, y esto me respondió:
‘Yo tuve un varón y dos hembras. La mayor está recién
parida y se vino a vivir con nosotros a raíz del nacimiento de mi nieto.
El hombre me cuenta que en los años 90 hubo un alcalde que mandó sembrar palos de mango en varias avenidas y gracias a él Valledupar luce ahora tan bien arborizada. Ese alcalde ocupó la administración en dos períodos y se llama Rodolfo Campo Soto. Cómo se sentirá de orgulloso el hombre viendo esos árboles en producción. Qué bien!
Desde la gran tarima Francisco El Hombre, se escuchan las presentaciones de los acordeoneros profesionales que compiten por el trofeo de Rey Vallenato. El pasado lunes fue el desfile de los niños vallenaticos y ayer martes desfilaron las piloneras. Debió ser un bonito espectáculo ese.
En medio de la multitud se ven pancartas en las cuales se promueve a los aspirantes al gran premio del 2010. Es como una campaña política que tiene adeptos y los candidatos promueven su nombre en carros publicitarios.
A uno de ellos, Alejandro Palacio, quien actuó en la telenovela ‘Oye bonita’, lo conocí y me hice tomar una foto a su lado cuando fui a disfrutar de una deliciosa avena helada en la Panadería La Mejor. Este joven cantante es bien parecido y se ve que tiene mucha acogida en el sector. Más tarde la telenovela ‘Rafael Orozco’ lo catapultó a la fama.
El sol está muy fuerte y el ambiente es de fiesta. Los colores que predominan en las vestimentas son el negro y el blanco, mejor si son rayas blancas y negras, por aquello de los colores del sombrero vueltiao.
Hacia las cuatro de la tarde empezó a correr la brisa, la temperatura fue más benigna y la sombra más extensa. Hay equipos de sonido o pick up en algunos puntos de la plaza en donde venden cerveza y el cliente puede usar sillas mono-block.
Allí estuve sentado y cuando pedí una canción de Iván Villazón entendí, por la respuesta negativa del hombre del Bar, uno de los puntos negros del Festival: este es un evento que se ha comercializado bastante.
Los bares y las casetas comprometen la música con algún cantante o cualquiera de los candidatos a Rey Vallenato a quienes les interesa que sus melodías suenen y las letras de las canciones sean aprendidas por el público. Total el gusto de los asistentes no importa, hay que complacer las necesidades de quien paga por que le coloquen sus canciones.
Igual ocurre en las emisoras. Habiendo tanta variedad no se colocan sino las canciones de quienes han entregado dinero para que se les promocionen sus melodías.
Yo fui uno que vine con deseos de escuchar vallenatos de los viejos y tradicionales, pero esas bellezas poco se escuchan acá. Tal vez en las interpretaciones de los concursantes sí, pero no hay como escuchar esas melodías en versiones de grupos populares, en un bar sencillo o en alguna plaza cercana. Así lo viví yo en los años 80, cuando vine a trabajar a Valledupar. Los tiempos cambian y el consumismo arrasa.
Más tarde visité el Balneario Hurtado para lo cual abordé una moto taxi por mil pesos que me dejó en la glorieta donde está la escultura a la pilonera mayor: Consuelo Araujo Noguera. Es una efigie enorme, con detalles muy bonitos en el vestido y la franja de la bailarina.
Frente a la glorieta está la entrada al Parque de la Leyenda Vallenata en donde se presentan artistas como Diomédez Díaz, Carlos Vives, Iván Villazón y toda la crema y nata de la música vallenata. El ingreso es a 33 mil en general y 55 mil en las sillas VIP.
La ventaja allí es que todos los establecimientos amplifican la misma música, no hay competencia entre ellos y se escucha muy bien una única melodía. Incluso uno puede ubicarse cerca o lejos de los parlantes según desee conversar o únicamente escuchar las canciones.
Aquí también se oyen solo las composiciones de quienes han pagado dinero para que su música suene con fuerza en estos días de Festival.
Valledupar tiene en total 355 mil habitantes, de los cuales 300 mil habitan en la capital del Cesar y el resto: 55 mil viven en las veredas. El alcalde, hasta el 2019 es Augusto Daniel Ramírez Uhia.
