El Roble (Sucre).
En el centro del departamento de Sucre y 45 a kilómetros al sur de Sincelejo su capital, se encuentra el municipio de El Roble.
Viajo desde San Benito Abad en un bus viejo pero cómodo. Para llegar hasta El Roble, deberé llegar primero a La Ceja del Mango, un corregimiento en donde es más fácil conseguir transporte en moto-taxi.
Contabilidad empírica.
Dos cosas llaman la atención en este bus con muchos años y vidrios panorámicos: la cojinería remendada sin mucho pulimiento por la tía del conductor ‘que es muy entendida en esas cosas de modistería’.
Y lo otro que aprendí: el sistema de contabilidad para asegurar que no se pierda un peso del dinero que pagan los pasajeros. Al cancelar el valor, el auxiliar entrega al pasajero un papelito con el dinero recibido del usuario.
Más adelante, antes que el pasajero se baje del bus, le regresa al conductor el papelito con el valor pagado y de esa manera el dueño del bus suma el total para confrontarlo con el efectivo que le entrega el auxiliar.
Rudimentario el método, pero efectivo para controlar los ingresos.
Aves secuestradas.
En La Ceja del Mango converso con jóvenes y adolescentes que exhiben en el árbol que les da sombra, pájaros enjaulados para la venta. Con una pregunta entre charla y en serio, los hago reflexionar:
‘¿Oye, qué tal si a ti te encerramos en una jaula de oro, con toda la comida que desees a disposición, te gustaría?’
Por supuesto que quedan pensativos. Claro, entienden el valor supremo de la Libertad.
El árbol bajo el cual nos libramos del sol tan fuerte de esta mañana, es un caucho, de la misma especie del gigantesco árbol de San Marcos que conocí ayer.
Las raíces aéreas del caucho apenas si han brotado, falta mucho para que lleguen hasta el suelo y le sirvan de apoyo a la planta para extender sus ramas y ‘caminar’.
La Carretera desde La Ceja del Mango hasta El Roble es destapada pero en buenas condiciones. Mejor el transporte en carro que en moto-taxi, para no aguantar polvo y el sol inclemente.
Pueblo sencillo, gente cálida.
Después de media hora en moto, llego a El Roble, un pueblo humilde, con templo parroquial de dos torres cuadradas y simples. El frontis parece diseñado por un alumno de bachillerato.
Lo que sí me impactó fue la amabilidad del alcalde, los funcionarios de la administración y los concejales, a quienes invité a visitar mi blog de viajes.
El parque de El Roble es agradable, provoca sentarse allí en las tardes o tomar el café por la mañana. Juegos infantiles, suficientes sillas clásicas y una tarima para eventos, hacen parte del amueblamiento.
La moderna biblioteca que seguramente obsequió algún Japón, muy bien equipada pero sin lectores. No se trata de tener libros o tablets, sino de enseñar con el ejemplo el amor a la lectura, la investigación y la creatividad.
Actitudes que se aprenden sobre todo con el ejemplo de los papás y uno que otro maestro comprometido con la educación.
En las calles secundarias se ven casitas humildes y bellas, pequeñas, como de cuento, casi siempre con techo de paga un poco vencido por los años, y las puertas y ventanas de color azul o rojo. Y eso sí, bien barrido el piso, así sea en tierra.
Manejo del tiempo libre.
Definitivamente a la educación actual hay que darle un vuelco. Es necesario que cada uno descubra y cultive sus fortalezas.
En casi todos estos pueblos me impresiona ver tanta gente ociosa. Cada uno debe tener habilidades únicas, pero poco aprovechadas.
Claro que no trabajan más porque viven con lo básico, pero sí podrían aportar algo a la sociedad o colaborar para mejorar el medio ambiente.
Educación de calidad es lo que se necesita la gente, cultura para aprovechar el tesoro aún más valioso que el dinero: el tiempo.
Las ayudas que da el gobierno a madres solteras, familias en acción, etc, de poco sirven. Esos auxilios deberían entregarse contra cumplimiento de objetivos: planificación familiar, cultivo de alimentos, cuidado de calles, siembra de árboles, etc. El asistencialismo solo sirve a quienes desean asegurarse en el poder.
Regreso en moto.
Al regreso en moto por los seis kilómetros que hay desde El Roble hasta La Ceja del Mango, pude fotografiar cultivos de arroz como tapetes verdes y troncos de mata-ratón retoñados ahora en invierno.
Encantador ver al vaquero que alista su caballo para recoger el ganado. Falta poco para que esa actividad se realice ‘a lomo de’ motocicleta.
Escena maternal.
Mientras esperaba transporte en el monta-llantas de La Ceja, me entretuve mirando en el patio de la casa vecina, la gallina que cuidaba de los pollitos.
Qué belleza, uno de los críos, el blanco de cuello descubierto, se siente feliz montado sobre la gallina, y ahí permanece incluso cuando la mamá se mueve.
Otra gallina, esa sí ‘soltera’, se sube al fogón de leña abandonado, para poner sus huevos. Y qué algarabía la que arma apenas deja el óvulo entre las cenizas del brasero.
Increíble el instinto maternal y protector de la gallina, que permanece amarrada de una pata para que no se salga a la carretera. Esa mamá no toleraría que una vez crecidos, sus crías permenzcan a su lado. Apenas el pollo es gallo, chao que te vi. Como debe ser.
Me encantan los amarres de las alfardas y listones sobre las cuales se arma el techo de paja de la casa. Muy bellos esos trabajos artesanales y con materiales de la tierra o de segundo uso.
Alcaldes de El Roble han sido: 2016-2019 José Francisco Vergara Vergara y hasta el 2023 Serguey Vergara.
Aquí habitan en total 9.000 roblanos, 4.000 en el pueblo y 5.000 en los campos.
Fecha de la visita: Viernes 1º de julio de 2016.