El Bagre (Antioquia)
Domingo 1 de junio de 2014
En Caucasia a las seis de la mañana tomé la buseta que me llevará hasta El Bagre, municipio del Bajo Cauca antioqueño por $10.000 para dos horas de recorrido.
Esta vía es muy hermosa; a partir del nuevo puente Carlos Lleras Restrepo, sobre el río Cauca, sigue un tramo con árboles maderables de acacia, en hileras de a dos a cada lado de la vía. Luego vienen como tres kilómetros de túnel verde hermosísimo, y de ahí en adelante, el resto del viaje por columpios suaves, con todo fértil, excepto los taludes de tierra rojiza.
Entre Caucasia y El Bagre hay 78 kilómetros, por una carretera pavimentada en un 70%. Media hora antes de llegar a El Bagre, en El Escarralao, donde están las partidas para Zaragoza, comienza un trayecto destapado.
Tanto al empezar el recorrido, como al llegar a El Bagre, se cruzan dos puentes grandes y recientes: el primero el Carlos Lleras Restrepo sobre el río Cauca, y el otro llamado Puente La Libertad Guillermo Gaviria Correa, que atraviesa el Nechi.
Cerca de El Bagre, observé algunos cultivos de caucho, que la empresa Mineros S. A., promueve en la región. Todo ello para desmotivar los cultivos ilícitos, y reforestar las zonas dañadas por las dragas, algunas de las cuales se ven al lado de la vía, cuando el viajero se aproxima al casco urbano.
Y sí, crecen plantas de caucho jóvenes, que a los siete años empezarán a ser ralladas para ‘ordeñarles’ el latex blanco, materia prima para las llantas de carros.
Me imaginé que El Bagre era un municipio mejor presentado, pero me ha decepcionado un poco. Parece ser que la empresa minera que tiene su sede en ‘El Alto’ y que desde hace años explota el oro en esta región, no ha hecho lo suficiente por la comunidad.
Lo que sí me pareció positivo es que El Bagre parece ser un pueblo limpio, donde casi no se arrojan basuras al piso. De resto, las calles son estrechas, a la entrada del pueblo solo la avenida La Juventud tiene separador y está decorada con palmeras zanconas.
Algunas arterias tienen mucho comercio de lo mismo: confecciones, tecnología, calzado y productos chinos del tipo ‘todo a’ mil, dos mil o cinco mil.
La iglesia es blanca y moderna, pero pequeña y sencilla. Tiene una sola torre, que compite, sin muchas posibilidades, contra la antena celular gigante y aparatosa, que colocaron a pocos metros del templo. La cubierta de la ermita es en asbesto, con estructura de cerchas metálicas.
Frente al templo parroquial, se encuentra un pequeño parque, un tanto atiborrado y con la estatua del Libertador mirando hacia el río.
El malecón, ese sí decente, moderno y extenso a lo largo de la orilla del Nechí. Abajo del desembarcadero, algunas chalupas esperan turno para salir a poblados vecinos.
Sobre el oriente del casco urbano, está ‘El Alto’, el sitio donde se ubican las oficinas y campamentos de la empresa Mineros S. A. También se encuentra en ese sector, un hotel de tres pisos y las instalaciones del Hospital Nuestra Señora de El Carmen.
Y detrás de la iglesia, hacia el suroriente, está la pista, muy larga, del aeropuerto El Tomín, a través del cual, con fuertes medidas de seguridad, se envía el oro al Olaya Herrera de Medellín.
En algún sitio observé una escultura bonita, grande y muy apropiada para destacar lo característico de este municipio, un gran pescado bagre, a los pies del minero, con pala y batea a la mano.
Como estoy en ayunas, busco sobre la avenida principal, el mejor restaurante donde por $6.000, me sirven calentado con huevos, arepa y unos cuantos granos de fríjol. En estos pueblos tan alejados, el costo de vida es alto, sobre todo los productos traídos desde Caucasia o Medellín.
Pero también, por tratarse de una zona minera, algunos productos elaborados aquí, tienen precios superiores a los que se paga en la capital. Por ejemplo, por un jugo de naranja, en vaso de 8 onzas, hecho con solo tres unidades de la fruta, pagué tres mil pesos. Un jugo de guanábana en el malecón, cuesta tres mil.
Después tomo algunas fotos en el puerto, desde donde salen las chalupas que van, principalmente para Zaragoza. Desde el puerto se observa cómo hacia el sur, el río Nechí se bifurca, formando dos brazos bien separados.
Ya debo pensar en viajar a ese municipio, para que no se me haga tarde el regreso a Caucasia. Es necesario que haya al menos siete pasajeros, para que salga el transporte fluvial.
Una vez más me impresiona el alto costo del transporte en por río. Una lancha no gasta frenos, ni llantas, ni amortiguación, ni tiene caja de cambios y en los ríos no hay peajes.
Sin embargo, el costo desde El Bagre hasta Zaragoza es de $13.000, para solo 20 minutos de navegación.
Como no había pasajeros suficientes, cuando fui a averiguar mi transporte, un negro fornido, se me acercó de manera furtiva y muy simpático me propuso llevarme ya, hasta Zaragoza por $20.000, pues él necesita viajar ahora a ese municipio.
Le dije que no, que solo tenía $15.000 para ese viaje.
Son las 9:30 de la mañana, parece que se me va a ‘pegar la aguja’, de pronto va a tocar viajar por tierra, en más tiempo y con menos comodidad, esperemos a ver. Temprano salieron tres chalupas hacia Zaragoza, será por ser día festivo por lo que a esta hora no aparecen más pasajeros.
No obstante, unos minutos después el negro de la chalupa aceptó mi ofrecimiento y, con otro viajero, salimos de inmediato por el río. Es agradable el desplazamiento sobre el agua, lo primero fue colocarme el chaleco salvavidas, aunque este río es tranquilo y el viaje nada azaroso.
Algunas preguntas que le hice al negro que maneja la barca, me las respondió con el menor número de palabras. Muy distinto a la amabilidad con la que me habló al comienzo.
Me impresiona el río tan sucio, de color café rojizo, debido, supongo yo, a la gran cantidad de tierra que las dragas descargan sobre la vertiente.
A mitad de camino, se aprecia muy alto y hermoso, el puente Angostura, por el que pasa la carretera que va de Zaragoza hacia El Escarralao. Allí se forma una bella garganta de rocas, pocas veces vista.
De todas maneras fue muy bueno conocer El Bagre, pero sí nota uno lo poco que las industria minera le ha aportado a este municipio. Qué pesar.
Ángel Mesa Castro es el alcalde de El Bagre hasta el 2019.
En esta localidad viven en total 45 bagreños, 25.000 en el pueblo y 20.000 en las veredas.