De Montebello a El Retiro (Antioquia).
Todos los días a la una de la tarde, sale desde la explanada sin pavimentar que hace las veces de Terminal de Transportes de Montebello, un camión escalera con destino el vecino municipio de El Retiro.
Mientras que Montebello pertenece a la sub-región del Suroeste, El Retiro hace parte del Oriente Antioqueño.
Bus renovado.
El servicio lo presta la empresa SotraRetiro, en un Dodge modelo 72 en uso de buen retiro. Aunque el viejo vehículo tiene un poderoso motor Hino y muchas de sus partes fueron cambiadas para darle el aspecto fogoso que ostenta ahora.
Las sillas del bus no son nacionales, sino que vinieron con el carro, cuando fue importado de Estados Unidos, hace muchos años. Muy cómodas y tan resistentes que, apenas dos asientos dejan ver el alma de hierro de los espaldares forrados en plástico.
Transporte mixto.
El pasaje hasta El Retiro dura dos horas y cuarto. El bus hace varias paradas para dejar abarrotes o cargar productos agrícolas.
Sin embargo, a este bus lo tratan como a una escalera. En las últimas sillas traseras cargan 23 racimos de plátano hartón, 5 de banano y uno de murrapo, que le regalaron al chofer.
A Oscar, el conductor, no le gusta llevar racimos de guineo, pues derraban mucha mancha y su precio en el mercado es tan bajo, que no dá para pagar el transporte.
Viejos conocidos.
Casi todos los viajeros se conocen, salen al pueblo y regresan los mismos días y a la misma hora.
Al conductor le dicen cariñosamente ‘Osquitar’, pues es casi un muchacho, bastante amigable y sonriente.
Rosalba es una usuaria asidua del servicio entre Montebello y El Retiro. Todos la saludan y ella responde con entusiasmo. Sin embargo Rosalba hoy está triste porque se le envolató una bolsa negra, en la cual llevaba algo de concentrado para los pollos y los bonyures para el niño.
Ancízar es otro viajero asiduo, que vive a mitad de camino entre los dos municipios. Una hija viene a despedirlo y a manera de adiós, le dice al padre:
‘A lo que llegue, me marca’.
Solo falta subir una caja con mandarinas y un bulto de cuido para cerdos.
Oscar es el conductor y Leo el propietario de una escalera Ford 54 que ahora la tiene en venta, le ayuda con la carga.
Terreno destapado.
La salida hacia El Retiro es por la misma vía por la cual se viene de Versalles. Luego de pasar por La Arenera, el bus llega La Granja, otro poblado pequeño.
En la vereda hay una casa hermosa de corredores largos, decorados con muchas matas florecidas y resguardados con chambrana de macana.
Frente a esa casona, el carro se desvía hacia la derecha y empieza el terreno destapado, pero en buenas condiciones ahora, cuando estamos en verano.
Bajamos hasta el puente de la vereda El Barcino, luego viene una parte de terreno plano y, a partir de Los Medios, se inicia el ascenso sostenido hasta El Retiro.
Durante gran parte del recorrido permanece visible el cerro alto con tres antenas de celular detrás del cual se escondo Montebello.
Como perro de rico.
Para ese momento yo he abierto tanto la ventana de mi silla, que puedo sacar brazo, hombro y hasta la cabeza. Desde mi asiento trasero, veo los tres sombreros y las dos cachuchas que portan los tres señores de edad y dos jóvenes, que van adelante.
Disfruto del aire puro y no me pierdo detalle del paisaje de fincas en ladera, árboles frondosos, pastos verdes, perros que salen a perseguir las llantas del carro, jardines en las casas campesinas, guaduales frescos, y cafetales en flor.
Me encantan los viajes por carretera veredales. Hacía tiempo quería recorrer esta vía. La gente se ve muy amable y de vez en cuando en el corredor de su casa, un niño se queda mirando con nostalgia, el bus que se pierde en la siguiente curva. Así me quedaba yo cuando pequeño y veía pasar un carro extraño en Santa Fe de Antioquia.
Desde mi puesto de preferencia no me pierdo detalle. Este paisaje campesino es encantador, de vez en cuando se siente olor a boñiga, se escucha la caída de un hilo de agua o el ladrido de un perro terco que, insiste en protestar ante el ruido del motor.
Tiempo para el extasis.
La ventaja de este transporte es que se mueve despacio y da tiempo para ver y detallarlo todo, incluso para tomar alguna foto desde la ventana y en movimiento.
Me extasío contemplando tan biodiversidad: hojas de distintas formas y tamaños, flores de colores diversos y a veces combinados, mariposas que sobrevuelan pequeños charcos de pantano y agua, quebradas que bajan hacia el cañón entre montañas. Todo me gusta, nada es feo.
A esta hora ‘Osquitar’ ha colocado una memoria con música vallenata, que me trae algunos recuerdos. Son canciones viejas y otras recientes de los años de novias de este milenio.
Apenas comenzamos el descenso hacia la quebrada, un campesino pone la mano y se acerca al conductor con un paquete, diciéndole:
‘Esto lo reclama Dairo, el hijo de don Egidio, allá en la plaza de El Retiro’.
Algo de progreso.
En la vereda Los Medios, hay una escuela grande y por todo el trayecto se han visto como tres paraderos de bus, con techo de teja de barro y asiento en madera, que ya se los quisiera algun pueblo grande.
Parece que la Federación de Cafeteros y los municipios correspondientes, han hecho buenas inversiones en estas veredas.
Pero nada tan elegante como el colegio de Bachillerato de la Vereda Nazareth, adelante de Los Medios. Varios estudiantes se subieron en ese sitio. Una de las alumnas de once me cuenta que en su grupo son 16 estudiantes que saldrán de bachilleres este año.
En Nazareth se sube don Lino, un señor con 70 años, de bastón, sombrero de ala ancha y buena presencia, al que todos conocen y respetan:
‘Vea, por favor, un puesto para don Lino’,
dice una señora y al momento uno de los estudiantes cede su silla.
El Retiro a la vista.
Al acercarnos a El Retiro, el paisaje cambia un poco. Ahora se ven varios árboles de yarumo, que engalanan el bosque con sus hojas grandes y plateadas.
Poco a poco el paisaje se vuelve más urbano y aparecen fincas de recreo y casa-fincas con portadas seguras e interiores reservados. No obstante, en el talud de la montaña aún se conserva bosque virgen, bastante tupido.
De todas maneras, a medida que avanzamos es evidente que el paisaje ha sido más intervenido. Las lámparas altas que iluminan la carretera son síntoma inequívoco de que estamos llegando al casco urbano de El Retiro. Entramos al pueblo por el sur-occidente, como detrás de la iglesia y delante de las casas lujosas que construyen en lo alto de la montaña.
Se ve agradable el parque lineal que han construido a un lado del pueblo y bordeando la quebrada que recorre el casco urbano. Le colocaron varias casetas para camping y en los fines de semana es frecuentado por familias con niños, que almuerzan sobre la manga después de jugar con la pelota.
Fecha del recorrido: Viernes 21 de febrero de 2014.