Crear un atractivo turístico es fácil.
O digamos mejor: crear un destino turístico es relativamente fácil, pues de todas maneras implica tiempo e inversión económica.
Quiero decir, ya no se necesita que el barrio o sitio al cual queremos atraer turistas haya sido el lugar exacto donde se libró una batalla por la independencia, o que tenga construcciones antiguas o una playa de aguas azules.
No, en el mundo hay ejemplos de sitios embellecidos artificialmente para atraer visitantes, estructuras gigantescas construidas para diversión de turistas o barrios enteros decorados de tal forma que a muchos les interese conocer.
Por supuesto que en todos los casos exige paciencia y abundantes recursos. A veces puede más el aguante unida a la perseverancia o a una habilidad artística o gastronómica singular.
Un caso en Bogotá.
Hace poco conocí en Bogotá la ‘Calle Bonita’, un atractivo turístico que cobra relevancia en la capital. Se trata de solo dos cuadras de una calle pendiente con cierto encanto original, pero nada del otro mundo.
Para su conversión a lugar turístico, simplemente se unieron varios comerciantes gastronómicos que ubicaron allí sus locales y en la actualidad es un sitio encantador para almorzar o compartir con amigos alrededor de una cerveza o un café.
La ‘Calle Bonita’ fue un proyecto patrocinado por la Cámara de Comercio de Bogotá. Y es que sí, para transformar una calle se requiere del apoyo estatal y de suficiente músculo financiero.
Pero por lo general basta la tenacidad y el empuje de tres o cuatro líderes para que la idea se haga realidad.
Partir de cero.
A veces no se trata de crear un atractivo, sino de construir una diversión en una finca, restaurante o bar que lo haga más atractivo y para los dueños signifique un incremento en las ventas.
En el Huila por ejemplo, construyeron La Mano Gigante en un predio con hermosa vista sobre montañas y valles. En la Comuna 13 acaban de inaugurar el busto gigante de una indígena.
Idea genial.
Y ni hablar del negocio de doña Alicia Álvarez en la Comuna 13 con el pequeño Metro Cable a través del cual vende los helados que elabora de manera artesanal en el tercer piso del edificio donde vive.
Bastó un poco de creatividad para convertir una solución logística en llamativa réplica del Metro de Medellín.
Así que si siempre ha estado en sus planes diseñar un destino turístico, manos a la obra, con paciencia y tenacidad lo puede lograr.
