Cravo Norte: Viaje a través de los llanos orientales. (Arauca).
Sábado 7 de julio de 2018
Viaje a través de los Llanos Orientales.
Cravo Norte es un extenso municipio ubicado en el extremo sur-oriental del departamento de Arauca, que limita con Venezuela, y los departamentos de Casanare y Vichada.
En este recorrido conoceré el norte de la Orinoquia, bañada por los ríos Arauca, Meta y Casanare los cuales más adelante desembocan en el río Orinoco.
A las cinco de la mañana estuve en el terminal de transportes de la ciudad de Arauca para salir hacia Cravo Norte, en un viaje ‘por trocha’ que durará cinco horas, a través de la interminable llanura.
Desde hace 20 años don Elíecer conduce la vieja buseta que en viaje de cinco horas nos llevará hasta Cravo Norte. Todos los pasajeros conocen y saludan por su nombre al conductor que posó para este viajero, en compañía de una auténtica llanera con sombrero de ala ancha.
Antes de tomar el desvío hacia Cravo Norte, nos devolvimos hacia el sur-occidente, media hora en dirección a Fortul, unos 26 kilómetros por vía pavimentada.
Por acá queda Caño Limón, el primer pozo petrolero que se exploró en Colombia y donde se inicia el famoso oleoducto Caño Limón-Coveñas.
‘Corocoro’ se llama el punto donde sale la carretera hacia Cravo Norte. Después de unos kilómetros de capa asfáltica comenzó la ‘trocha’: una vía en tierra, generalmente con capa de cascajo encima y muchos tramos en polvo o barro, según sea verano o invierno.
Inmensidad de la llanura.
Lo que impresiona a los pocos viajeros que transitan por tierras araucanas, son los miles y miles de hectáreas de tierra plana inexplorada, donde abunda la maleza llamada ‘col’evaca’, por tener la forma de un apéndice vacuno invertido.
Son tierras muy ácidas y de poca fertilidad que exigen una gran inversión en abonos y fertilizantes.
A diferencia de los predios de ladera que caracterizan la zona andina colombiana, acá podría hacerse exploración agrícola tecnificada con tractores y maquinaria apta para grandes cultivos de llanura, si existieran vías de penetración para sacar los productos.
La poca presencia del Estado también se hace evidente en la falta de servicios de energía, comunicaciones y agua potable.
El paisaje de planicies con poco ganado, prevalece las cinco horas del viaje que, por esa razón, se vuelve un tanto monótono.
En esta época de lluvias pocos mamíferos y aves, se ven por el camino. En cambio cuando se secan los pozos en los esteros, a los animales les toca dejar los oasis y buscar agua y alimento en otras partes. Es ahí cuando caimanes, chigüiros y venados invaden incluso la carretera.
Arauca: otro país.
Algo que me llama la atención es que, seguramente ante distancias tan largas, no se ven casi motos y en cambio sí algunos caballos montados por vaqueros que trabajan en las fincas.
En casi todos los campos colombianos las motos han reemplazado a las bestias como medio de transporte y de carga.
Y es que en muchos sentidos Arauca es un territorio autónomo, muy diferente a lo que se ve en el resto del país.
Variedad de mamíferos y aves.
Los pájaros que más admiré fueron los gabanes, esas aves de gran tamaño, plumaje blanco, gargantilla roja y pescuezo y cabeza gris oscuro. Pertenecen a la familia de las cigüeñas.
Observé un par de gabanes volando, a poca velocidad y de manera pausada para mover un cuerpo tan voluminoso. ¡Qué hermosura! Por la lentitud del vuelo, cuando cruzan el aire parecen el jumbo de las aves.
Otros pájaros muy bellos fueron las garzas corocora, de plumas rojas y rosadas. Sobre todo las de color rojo perlado, se ven preciosas. Increíble observar animales medianos de un color tan vistoso.
A medida que envejecen las plumas de las corocoras se vuelven de un color rojo más intenso.
También se vieron en las zonas pantanosas, viuditas de patas largas, patos guires, garzas paleta o cuchara, y muchas otras especies lacustres.
Fonda y Médanos.
A mitad de camino paramos para desayunar en un hato donde venden comida. Por $6.000 me sirvieron una presa de gallina vieja, flaca, dura e insípida. Para mí no hay como el pollo asado de las ciudades.
Unos minutos antes de llegar a Cravo Norte comienzan ocho kilómetros de pavimento. Pensé que servían también como pista de aterrizaje, pero no, durante el invierno el ganado duerme en el pavimento para sacarle el cuerpo a la humedad, de tal manera que en las mañanas la carretera amanece cubierta con una gruesa capa de boñiga.
Además Cravo Norte tiene su propio aeropuerto, aunque no se utiliza mucho, pero ahí está.
El ingreso a Cravo Norte es a través de médanos: cúmulos de arena. Y es que Cravo Norte se construyó sobre una gran zona rica en arena y según dicen: uranio.
Domingo 8 de julio de 2018
A las once de la mañana del día siguiente salí de Cravo Norte de regreso hasta Arauca en una buseta con aire acondicionado que maneja Mario, un hermano de Eliécer, el conductor de ayer. El pasaje para seis horas de viaje cuesta $35.000. Amenaza llovizna, parece que tendremos un firmamento nublado.
Cada que la buseta paraba a recoger un bulto o un pasajero, yo aprovechaba los segundos para fotografiar el paisaje o un caballo en el cual se había traído la carga.
No me explico cómo hace la gente para permanecer en el bus y no bajarse al menos a estirar las piernas. Sera porque claro, yo tengo más años que la mayoría de los pasajeros y por ser mochilero, mi espíritu es libertario y observador.
Vehículos 4×4.
A mitad de camino en la caseta El Paradero, en donde nos detuvimos a comprar empanadas, me encontré con el señor de la burbuja Toyota que hace los mismos recorridos de la buseta, solo que un poco más costoso.
Sobre todo en invierno, es indispensable hacer este viaje en carro con doble transmisión y excelente mantenimiento.
Hoy se vieron más aves: loros, guacharacas, tautacos que casi siempre duermen encima de palmeras o en las ramas altas de los árboles.
Y los hermosos arrendajos, de plumas negras y amarillas, los mismos que imitan los sonidos de otras aves y hacen nidos colgantes en forma de bolsa.
Me encantó este viaje por tierras agrestes y en campañía de personas sencillas y amables. Porque eso sí, los llaneros son hospitalarios y acogedores.
De todas maneras este paseo es mejor hacerlo en verano, no ahora cuando tenemos lluvias. Al secarse los esteros, las aves se ven obligadas a emigrar a otros sitios llegando incluso hasta la carretera donde es posible observar mayor cantidad de aves, mamíferos y reptiles.
A las cuatro de la tarde llegamos a ‘Corocoro’, como se llaman las partidas para Arauca o Fortul. Todos nos alegramos de transitar ya sobre pavimento y no haber sufrido una varada por las carreteras solitarias e inhóspitas de la interminable llanura.
Media hora más tarde estuvimos en la capital de Arauca.
Espere mañana las fotos y el relato sobre el municipio araucano de Cravo Norte.
Buenos dias:
Interesante viaje. Pienso ir a los llanos hasta el Orinoco. Ud sabe si hay trasporte fluvial de pasajeros de Cravo Norte a Puerto Carreño? Le agradeciera su información.
Entiendo que sí, a través del río Meta y en un viaje de varios días. Saludos.