Concordia (Antioquia) 2/2
Martes 4 de diciembre de 2007:
Pues sí que Concordia es un pueblo agradable y culto. Lástima que sea tan pendiente. Porque sí es bien trazado y de calles más bien amplias, algunas todavía empedradas, pero casi todas en declive.
En el parque hay una estatua en honor de Salvo Ruiz, un trovador compañero del también concordiano: Ñito Restrepo. En el pedestal del monumento se lee:
‘Es mejor no recordar el tiempo que ya se ha ido;
ser, para después no ser… era mejor no haber sido’.
Por su parte, Antonio José Restrepo, Ñito, fue trovador repentista, escritor prolífico, diplomático y convincente orador. Un óleo con su imagen decora el salón de sesiones del Concejo Municipal, en el segundo piso de la alcaldía.
Por ese sector hay casas muy bonitas y bien conservadas. Algunas tienen incluso piso de madera, contraportones calados, patio central, jardines con flores de colores y casi todas están bien pintadas y aseadas.
A continuación de la iglesia hacia el oriente hay dos casas preciosas con patio interior, de dos plantas y corredores con chambrana de macana. Una de esas claro, es la casa cural.
La iglesia de Concordia, al igual que la de Yolombó, tiene cinco naves.
El templo anterior, que destruyó tal vez un terremoto era más pequeño, tal como lo observé en una foto que hay en la alcaldía.
El templo actual es más bien sencillo, los altares aunque de mármol tienen decorados muy lineales.
Me llamó la atención el mosaico del piso en colores café gris y blanco.
El atrio forma un excelente mirador hacia el parque central, que no es plano, sino en descenso.
Un joven muy formal me arrimó en su moto hasta el final de la carrera 19, al norte, por donde queda una de las subidas al Morro Salvador, para mirar el pueblo desde otro ángulo.
Allá en el morro tiene su residencia desde hace 35 años, un señor respetable. Es una vivienda de corredor frontal con vista privilegiada sobre el pueblo.
Me invitó a sentarme en los muebles del mirador para ver de cerca el frontis de la iglesia. Sus hijos han construido vivienda al lado y lado de la casa paterna.
Jugando en el pedestal de la imagen del Salvador hay tres niños. Mariana, una niña de cuatro años, es la más avispada. Desde cuando me vió llegar me estiró la mano pidiéndome una moneda para comprar un bombón. Mariana es el mismo diablo hecho muchachita de cuatro años. Qué energía, qué inteligencia.
La vista desde este Morro es genial. Tan buena como la que se tiene de Jericó desde el Cerro Cristo Rey.
Se puede mirar en derredor toda el área circundante: el frontis de la iglesia al frente, al norte Barrio Nuevo: un montón de casitas colocadas en la falda del Alto de la Cruz; al oriente, algunos colegios y el coliseo; al sur, hermosas montañas y cafetales; y al occidente, la carretera que sale para Betulia.
Ya se le vio la cara al sol, se despejó un poco el firmamento y a esta hora ventea una brisa deliciosa.
Desde acá se ven muy claro hacia el oriente las antenas, la virgencita sobre el cafetal y el morro en el cual estuve sentado esta mañana.
Ya ve, y no es tan grande el casco urbano de Concordia. Jericó puede ser más extenso, aunque en total cada uno de estos municipios tiene una población que ronda los 20 mil concordianos. En el pueblo habitan ocho mil y los trece mil restantes en las veredas.
Empecé a bajar con cuidado por un camino embarrado que llega a la estación de servicio, pero hube de buscar otro sendero menos resbaloso. Al fin sí me caí y ensucié algo la ropa.
Mi ángel intentó atajarme pero como que resulté demasiado pesado para sus energías celestiales, tan poco familiarizadas con la fuerza de la gravedad.
De todas maneras deberé cuidarme y no correr más riesgos en terrenos mojados.
Camino por la bomba Terpel para conocer el costado occidental de Concordia. Carpinterías, talleres de carros y motos es todo lo que se ve. La verdad no es bonito este lado de la salida para Betulia.
La Alcaldía de Concordia está ubicada en el costado oriental de la plaza principal. Ocupa el espacio de una casa antigua de dos plantas, con piso todavía en madera, no tan bien cuidada pero muy central y con salidas tanto sobre la calle como sobre la carrera.
Allí visité la oficina de Planeación, el despacho del alcalde y el salón de sesiones del Concejo.
El alcalde de Concordia hasta el 2019 es el señor Diego Alejandro Restrepo Guerra.
Sobre la carrera 21 con calle 18 está la piscina municipal y la Escuela Antonio José Restrepo.
El Liceo de Jesús también lo encontré abajo del pueblo en el costado occidental. Tiene al frente un parque muy agradable. Su construcción sin ser la más bonita es suficiente.
Al frente del colegio está un coliseo grande y moderno.
En la calle 18 con carrera 20 se encuentra el Monumento a La Madre. Se ve a una mujer cargando un atado de leña con su hijo cogido de la mano.
La escultura no es bonita, pero la idea que expresa sí es bastante original y diciente acerca de la laboriosidad de la mujer cafetera.
Le pido a un motociclista que me suba al infantil Lucerito para reclamar mi morral. De paso entré a la biblioteca que ya estaba en servicio donde me atendió una señora de ojos claros muy querida.
Me cuenta la bibliotecóloga que el nombre de Concordia se debe a que en tiempos de la fundación hubo muchas discordias entre quienes recibieron los terrenos, por la extensión del predio que le correspondía a cada familia. Pero fue la sensatez de una indígena llamada Concordia quien ayudó a dirimir los pleitos y llegar a un feliz acuerdo.
Hay otra versión que relaciona este municipio con la Plaza de la Concordia, en París, pero la versión más aceptada es la de la famosa cacica.
En seguida bajé a la oficina de SotraUr a esperar buseta para Betulia.
Ahora suben por acá ‘chapoleras’ agotadas, luego de una larga jornada de cosecha. Todas tienen gorra, botas pantaneras, morral a la espalda, bongo plástico y ropas sudadas y empantanadas.
Me imagino que por su delicadeza y honradez, las mujeres son preferidas a los hombres para recoger solo las cerezas y dejar en el árbol los granos verdes y pintones.
Al fin salgo hacia Betulia, el municipio vecino. El paisaje a esta hora es bellísimo.
Durante casi media hora de camino, Concordia se divisa allí, recostado sobre la montaña. Al principio se ve muy cerca, pero luego se empequeñece pero siempre se divisa el pueblo completo.
Me extasío contemplando los sitios en los cuales estuve esta mañana: la Virgen, arriba del cafetal, las antenas, el cerro encantador donde estuve sentado, el morro del Salvador, el colegio, etc.
Todas las montañas a la vista, están cubiertas de cafetales y algunas con matas de plátano dando sombra a los arbustos.
Qué acuarela tan hermosa en la que priman los distintos tonos de verde sobre el fondo azul y blanco del cielo, con pocas nubes.
Al fondo se divisa Venecia, abajo del Cerro Bravo y más al Sur: Tarso.
También se distinguen varios farallones y cerros, con distintos tonos de verde-azul, que no logro identificar.
Definitivamente el paisaje del Suroeste Antioqueño es de almanaque.
Ojalá en Concordia hubiese subido al alto de la cruz para que se hubiera maravillado del verdadero paisaje de nuestro pueblo, de allí se pueden ver territorios de cuatro departamentos y de más de diez municipios. y en mañanas despejadas ver lo que queda del otrora portentoso nevado del Ruiz.