Colón (Putumayo).
Miércoles 3 de enero de 2017
En el kilómetro 58 de la vía Pasto-Mocoa está Colon, que es un pueblo agradable y plano, muy cerca a Santiago.
Algunos de los lugareños conservan rasgos indígenas. En el mes de febrero se celebra acá y en los cuatro pueblos del Alto Putumayo, el Carnaval Indígena.
Precisamente en el colectivo conozco a la psicóloga Dora Tisoy Mujana Junsoy, una mujer profesional perteneciente a la comunidad indígena Inga que tiene lengua hablante.
Y es que en la parte alta de Colón está el resguardo de esa comunidad aborigen.
Entre Colón y Sibundoy se pasa por San Pedro de Colón, un corregimiento grande, ubicado también a un lado de la carretera.
La iglesia de una sola torre cuadrada, se ve ahora pintada de amarillo.
Colón es un pueblo hermoso, tiene un parque de varios niveles, recién remodelado y con cancha cubierta.
Las calles son amplias y algunas tienen jardín en el separador.
La alcaldía muy bien presentada. Apenas pude hablar con unos cuantos funcionarios pues todos estaban muy ocupados preparando la carroza para el Desfile de Negros que saldrá a las dos de la tarde.
La iglesia es tan bella por fuera como por dentro. Tiene bordes cubiertos en madera, muchos arcos y una cubierta en bóveda de cañón muy hermosa.
La Escuela Nazareth es una edificación antigua que ocupa toda la cuadra de abajo del marco de la plaza y lo decora de maravilla.
Caminaba lo más desprevenido por el parque cuando de pronto llegó uno de los empleados de la alcaldía y ‘Taque’: me pintó la cara con vinilo negro. Ja ja. Me la aplicó sin miseria.
El hombre se devolvió corriendo, me imagino los comentarios de los funcionarios antes y después de semejante osadía.
Pero ‘al pueblo que fueres, haz lo que vieres’. A mí me pareció graciosa la chanza, solo sufrí por la camisa rosada que tanto me gusta y alcanzó a ensuciarse algo.
Fui a lavarme a la Heladería Punto de Encuentro donde había una pozeta precisa para esa labor.
Como siempre cargo jabón en la riñonera, la pintura salió fácil y a además de limpio, quedé más fresco y con una nueva anécdota para la colección.
Estos pueblos del Alto Putumayo son todos muy bien trazados, con calles amplias y alrededores espléndidos, sobre todo en un día de verano como el de hoy.
Será por lo que los pasajes entre los cuatro pueblos son tan baratos, por lo que en todos los municipios del Alto Putumayo no se ven tantas motos, a pesar de ser pueblos de clima cálido.
El almuerzo fue en el mejor restaurante: el Franko’s, al lado de la iglesia.
Qué ricura de plato, con excelente presentación y mejor precio.
Pedí el menú del día que cuesta únicamente $4.000.
Lástima que no acaté a tomarle foto antes de consumirlo, pues la presentación con la ensalada tan colorida es excelente.
Nunca me había comido una sopa de sancocho tan rica como esta con papa, yuca, plátano y cilantro.
Desde el corredor del Restaurante Franko’s se ve Sibundoy y, más allá, San Francisco. Es como si estos cuatro pueblos del Alto Putumayo fueran también los centinelas del Valle del Sibundoy.
No había dejado el restaurante cuando pasó el Desfile de los Niños o lo que también llaman el ‘Carnavalito’.
Me llamó la atención el disfraz de un pequeño en forma de robot, hecho con cajas de cartón, al menos muy ingenioso.
A la 1:20 por $1.800, salgo para el último pueblo del Valle: Santiago.
Acá viven en total 5.500 colonenses.
El alcalde de hasta el 2019 es el señor Omar Gómez Salcedo.