Chibolo (Magdalena).

Martes 18 de abril de 2017

Municipio dual.

Después de visitar Chibolo en el departamento del Magdalena, me queda la idea que es un pueblo como de dos caras, eso sí, ambas amables.

Y es que además me ocurrieron situaciones en pareja que refuerzan el concepto de dualidad asociado a Chibolo.

El viaje desde Plato fue en dos tiempos, pues al momento de salir, nos varamos por llanta.

Menos mal hoy no ha salido el sol y el gato viejo que tenía el conductor sirvió para cambiar el neumático.

Pensé que Chibolo era un pueblo pequeño y plano, pero no, es más bien extenso y algo inclinado.

En Chibolo hay dos iglesias, la tradicional, al fondo del Pueblo y la del Divino Niño, más moderna y cerca a la entrada.

También dos Bibliotecas, una antigua y otra reciente.

La librería nueva dispone de una construcción moderna. Ojalá haya tantos lectores para colmar la capacidad de las salas.

La administración municipal cuenta ahora con una sede moderna de dos plantas. Al frente se ve la estatua pedestre del Libertador Simón Bolívar.

Un árbol de lluvia de oro también decora el centro cerca al templo tradicional.

Casa emblemática.

En la alcaldía donde estuve repartiendo tarjetas del blog me recomendaron conocer la Casa Cural antigua,  que está cerca a la iglesia vieja.

Y sí, se trata de una residencia tradicional con hermosa fachada bien conservada aunque un poco descuidada. Esa casa de tan fino diseño, amerita una remodelación.

En una residencia más nueva vive ahora el cura párroco.

En noviembre se celebran en Chibolo las Fiestas de Santa Catalina, patrona de la parroquia.

La plaza Francisco Orozco Lozano es otra explanada con tarima donde se celebran los actos públicos y festivales vallenatos, y que lleva el nombre de un pro-hombre de la localidad.

Lo que dejaron los años de violencia.

La fama de Chibolo era la de un pueblo inseguro: que quien venía acá no regresaba.

Ese concepto es cosa del pasado. Ahora la gente es amable y abierta, como los lugareños con quienes me documenté sobre la vida del pueblo.

En una casa de familia frente a la residencia parroquial antigua, estuve conversando con personas mayores. Gente muy amable, dos hermanos, la esposa y la hija.

Hay allí un par de tinajones antiguos muy bellos. Y el locero tradicional es lo más destacado de la cocina, que se mantiene ordenada.

Los anfitriones me sirvieron tinto y estuve hablando con ellos sentado en cómoda silla mecedora.

Me queda la impresión que son los mismos habitantes de Chibolo los que se quedaron con la mala fama y como que no tienen un buen concepto de su comarca, por aquello que hizo carrera que ‘quien viene a Chibolo, no regresa’.

La alcaldía deberá trabajar para devolverle el buen nombre al municipio, comenzando por los propios ciudadanos.

¿Por qué ‘Chibolo’?

Le pregunto a los lugareños a qué se debe el nombre del municipio y me explican: antiguamente había en la región muchos árboles con varas redondas que al arrancarlas dejaban nudos como cachos de chivo. De ahí que al poblado allí erigido se le llamó Chibolo.

Actualmente existen en el pueblo barrios con los nombres de Chibolón y Chibolito.

Riqueza hídrica.

‘Pozos Llorados’ llaman por acá las profundidades que abren para sacar agua. Parece que hay mucha agua subterránea y no es necesario cavar muy hondo para que brote el líquido.

De esas aguas subterráneas se surtía el pueblo antes, cuando no había acueducto.

Los chiboleros me hablaron también de ‘Los Pozos’ y algunos balnearios cerca al casco urbano.

Transporte funcional.

En Chibolo las motos generalmente tienen doble uso: como transporte público o como vehículo particular.

Las ‘Moto-Tur’, como aquí las llaman, son motocicletas corrientes a las cuales les añaden atrás, mediante un grueso tornillo, el tráiler con silla, cubierta y capacidad para tres pasajeros.

Ese sistema de ensamble no permanente, es una gran idea que le permite al dueño disponer de transporte particular y al mismo tiempo una fuente de ingresos.

En una de esas, regresé hasta la entrada donde cuadran los domicilios.

Al momento apareció un campesino en su burro Yoa: cruce de burro y yegua. Por ser tal, ‘Halcón’ como se llama el cuadrúpedo, ‘es muy espantoso y dañino’. Su amo cuenta que todo lo asusta y con las patas mata cerdos y gallinas, ‘es un animal mal-geniado’.

Pueblo recursivo.

Algo muy especial que encontré en Chibolo fue quien me arreglara el cierre de la riñonera que se había averiado. Un zapatero amable que tiene su puesto de trabajo al lado de la alcaldía, me solucionó el problema de muy buena manera.

El talabartero tuvo que echar algunas puntadas e incluso le colocó al cierre la perilla que le faltaba. En los pueblos es muy fácil encontrar quien le solucione a uno problemas de ese tipo.

A las 9:30 regreso en un auto colectivo, en el puesto del medio en la silla de atrás que es el que prefiero, para escuchar los comentarios de los otros tres pasajeros.

Apenas llegamos a Apure, el sitio donde la vía terciaria desemboca en la troncal, hubo que hacer transbordo hacia otro auto que salía ya para Plato.

En adelante se transita ya por una carretera troncal con mucho tráfico de las que Odebrech dejó comenzadas.

En Apure saludé al amo de ‘Parapeto’, un burro manso que su dueño monta cruzando las piernas sobre la nuca del animal.

Me encantan esos cuadros auténticos y tan caribeños.

Acá habitan en total 16.000 chiboleros, 10.000  en el pueblo y los seis mil restantes en las veredas.

El alcalde de Chibolo hasta el 2019 es el señor Hernán Julio Barrios Orozco.