Cañasgordas (Antioquia).
Jueves 5 de marzo de 2009:
Este municipio del occidente antioqueño siempre ha sido buen productor de caña de azúcar, que antes eran muy gruesas, por lo que el pueblo se denominó Cañasgordas.
Dista 110 kilómetros de Medellín y llegué acá procedente de Santafé de Antioquia, luego de subir a Manglar y descender luego a Cañasgordas.
Lo primero que veo al bajarme del bus, una cuadra antes de la plaza es a dos hombres que revuelven el afrecho de maíz para que se seque al sol que, a esta hora pega duro sobre la calle principal.
Cañasgordas es un pueblo sencillo, pero tiene swin. No sé, hay ambiente y me ha llamado la atención que las mujeres se visten bien, tienen cuerpos cuidados y lucen bonitas.
Se nota en todo caso un ambiente agradable a pesar de las calles inclinadas y curvas y los muchos techos de eternit.
Lo que sí impresiona de esta localidad es lo cerca que están las montañas a lado y lado del casco urbano. Parece como si el pueblo se hubiera levantado siguiendo la cañada de algún afluente cercano.
El río sucio que pasa a un lado de Cañasgordas es un río borrascoso pero no muy abundante en aguas.
Sin embargo a medida que recibe afluentes crece bastante hasta desembocar por el Chocó, en el cauce del río Atrato.
Yo estudié acá cuarto de bachillerato así que, lo primero fue visitar la Institución Educativa Pio X.
La carretera que va al seminario no es la mejor y el edificio construido en una ladera está un poco abandonado. Lo único bonito es el patio central en donde hay orquídeas moradas y florecidas, preciosas.
Anduve por el comedor, la cocina, los dormitorios que también hoy son camas en galería en un salón inmenso.
La piscina, esa sí como que la tenía más nítida en mi memoria, la capilla muy sencilla y la cancha de fútbol.
Hay muy pocos jóvenes estudiando allí. El edificio es el mismo, casi nada le han cambiado.
Mi conductor de moto me esperaba y con él regresé al pueblo después de tomar una foto al colegio de Bachillerato que queda ahí cerca y funciona en donde antes estaba el Hospital.
Tiene una planta física deliciosa, muy campestre, de salones amplios y con jardines coloridos. Qué buen colegio ese.
Subimos a la plaza de paso por el Parque de la Madre, un espacio agradable aunque pequeño, se encuentra antes de llegar al centro del pueblo.
La iglesia de San Carlos Borromeo, no está mal por dentro.
Exteriormente da la impresión que tuviera cinco naves por las dos puertas falsas de los extremos, pero no, son solo tres corredores.
Me gustó mucho el altar mayor con un crucifijo en el centro como única imagen: grande, imponente y en un decorado sencillo.
Esa imagen data de 1.908, es decir hace poco celebraron su centenario y al parecer es muy venerada por los cañeros pues, he visto la foto de ese Cristo en la sala de varias casas.
En la carrera 29 30-20 está la puerta de entrada a la Plaza de Mercado, bastante cómoda y moderna con baños públicos limpios.
Y ahí mismo funciona la Casa de la Cultura también de construcción reciente.
Un parroquiano me cuenta que de Cañasgordas se puede ir hasta Abriaquí por carretera destapada en una hora.
Allá nace el río sucio que pasa por acá y desemboca en el río Atrato.
Después anduve por la Escuela Nicolás Gaviria, si mal no recuerdo, célebre historiador y educador que nació en esta comarca en 1.898.
En la carrera 30 con calle 25, a la entrada al pueblo viniendo de Manglar, se encuentra el edificio grande, moderno y aireado de la Alcaldía.
Allí funcionan todas las secretarías como también la Notaría Única.
Al respaldo del Palacio Municipal hay una palma esbelta y delgada que le da un aire elegante al contorno.
Contiguo a la alcaldía está una especie de parque lineal: el de los Fundadores, decorado con cinco palmas y dos árboles de flores rojas.
Al frente se ve la capilla de la Sagrada Familia con frontis en ladrillo y pegamento blanco.
Por las vías principales hay como diez mini-mercados. Eso sí, he visto las calles muy limpias, parece ser que la gente poco acostumbra tirar papeles al suelo.
Una luna con forma de media naranja ya está instalada en lo más alto de la bóveda celeste. Como por este sector casi no hay lámparas, el cielo luce precioso.
No se ven muchas estrellas, pero sí resplandecen hermosas las pocas que acompañan a la luna en su paseo nocturno.
Ya a punto de irme a dormir concluyo mi percepción de Cañasgordas destacando los sitios que más me han gustado, a saber: El Colegio cerca del Seminario; el edificio de la Alcaldía; el parque de los Fundadores; la Plaza de Mercado y el interior de la iglesia que por su color blanco se ve iluminada y brillante.
Este pueblo tiene alcaldesa hasta el 2019: se llama Margarita Lopera Cardona quien ya había administrado el municipio entre el 2007 y el 2011.
En la cabecera municipal viven 5.500 personas, y en las veredas 11.500 campesinos, para un total de 17.000 habitantes.
