Calamar (Guaviare).
Dos horas y media toma el viaje desde San José del Guaviare hasta Calamar en camioneta 4 x 4, por carretera destapada, de 72 kilómetros pero en muy buen estado. Como anoche llovió, no hubo polvo durante el recorrido.
Mucha tierra, pocos cultivos
Una vía amplia a veces con columpios y eso sí, paisajes para el recuerdo en sus alrededores, aunque casi siempre pastizales muy verdes, donde pastan unas pocas vacas.
Mi pregunta es la de siempre: ¿Por qué no siembran árboles frutales que además ofrezcan sombra a las reses?
Por esta zona del Guaviare, a diferencia de Puerto Gaitán no se ven los palos de mango en cosecha. En Calamar tuve que pagar $1.800 por una fruta traída de Villavicencio. ¿Será que estas tierras casi siempre de color rojo, no son muy fértiles?
La Libertad
En el kilómetro 43 se pasa por el municipio de El Retorno y en el 26 por el corregimiento La Libertad.
En el caserío paramos para disfrutar de los buñuelos con suficiente queso, que venden en la tienda mejor surtida del pueblo.
Ya cerca de Calamar se ven portadas de fincas elaboradas por el mismo cerrajero: en hierro forjado, generalmente con el nombre de la hacienda arriba de la puerta.
Desde el comienzo me encantó Calamar, un municipio grande de calles amplias algunas con separador.
Muelle
Por razones obvias, la mayoría de los establecimientos comerciales se ubican no en el parque, sino junto al puerto.
El río ahora se ve escaso de agua, así que las barcazas que llevan carga hasta Mitú y Miraflores fondean apeñuscadas entre las orillas en cemento.
Apenas han llenado las bodegas de alguna embarcación, la dificultad para salir es máxima.
Una chica que trabaja para el ICBF me comentaba lo hermoso que es el paisaje yendo en barcaza hacia Miraflores, en un viaje de hasta tres días, dejando mercancía en las tiendas de las riberas del río. Como que abundan los micos y variadas especies de flora y fauna.
En verano se puede ir a Miraflores en camioneta, siempre y cuando no haya llovido. Son más de ocho horas de viaje.
En seguida un moto-taxista me llevó hasta el cementerio, para aprovechar el sol mañanero y enfocar las fachadas más coloridas.
Me impresionó la belleza del ángel que guarda la portada pidiendo silencio a todo el que ingresa al camposanto.
Dentro hay un árbol frondoso de diseño agradable, claro le tocó crecer en una tierra abonada…
Ahí cerca me hice fotografiar subido a una Toyota a la cual le adaptaron un segundo eje atrás, quedó con mayor capacidad de carga, con poco para envidiarle a un camión doble troque.
En el marco de la plaza, fotografié la iglesia parroquial de una sola torre, bien por fuera pero muy simple por dentro. En el centro del parque permanece una buena imagen en bulto del Corazón de Jesús.
En donde sí se ve la inversión de las regalías que recibe Calamar es en el moderno y amplio edificio de la alcaldía.
Desde temprano estuve pendiente del pasaje de regreso hasta El Retorno, en la camioneta doble cabina que viene de El Zancudo. Esta vez sí tuve puesto adelante, no como a la venida cuando debí viajar atrás, eso sí a la sombra y en animada tertulia con los compañeros de banca.
Y la cámara…
Antes de salir de Calamar tuve un gran susto con la cámara. Cuando estaba sentado en la camioneta próxima a salir, el vecino al cual le entregué la dirección de mi blog preguntó:
‘O sea que ¿usted toma fotos y las coloca en Internet?’.
- Exactamente, le respondí.
En esas miro el cinturón y caigo en cuenta que no tengo puesta la riñonera con la cámara Sony dentro.
¡Qué susto! Y qué pesar que se me pierda la cámara y las fotos que he tomado hasta ahora.
Salí corriendo hasta los sitios en donde estuve recientemente. En esas recordé que en el andén del parque me habían tomado unas fotos dos señores que armaban una caseta para vender sus productos.
Llegué hasta donde los vendedores y qué alegría: mi riñonera estaba colgada de una de las varillas del techo, hubieran podido esconderla entre la carga del carro, pero se ve que ellos tenían toda la intención de devolvérmela.
Al fin llegaron los dos pasajeros que desde hace rato esperaba el conductor y a las 10:50 salimos hacia El Retorno.
Como son bellos las tierras saliendo de Calamar. Hay cultivos de palma de chontaduro, que yo no había visto nunca: plantas con anillos, de tronco delgado que toman mucha altura, casi tanto como las palmas de cera en el Cocora.
Pero me cuentan los compañeros de la camioneta que muchas veces esos frutos tienen que dárselos a los cerdos, pues pagan muy poco por la cosecha.
Pensé que en Calamar o El Retorno me podría tomar un jugo de chontaduro, pero no lo encontré por ninguna parte.
Acá habitan en total 10.000 calamarenses, repartidos por partes iguales en el pueblo y en las veredas.
El alcalde de hasta el 2019 es el señor Pedro Pablo Novoa Bernal.
Jueves 11 de abril de 2019
Bonita crónica. Qué tristeza todo lo que pasa por allá además de lo bello de la naturaleza: desforestación, narcotráfico, disidencias…
Ah sí, pero tampoco nos debe frenar eso que ocurre en las afueras de los municipios. Saludos.
Señor Vallego, muy interesante su ilustración e información sobre Calamar en el Departamento de Guaviare. Le pregunto ¿Cuáles son los sitios imperdibles, curiosos como forastero y que posada me recomienda con sus precios?
¡Gracias y Buen Viaje!
Infortunadamente no dormí en Calamar. En cuanto a los sitios imperdibles, pues en Guaviare lo mejor es la naturaleza, los bosques selváticos, cascadas, ríos sobre los cuales te informarán los lugareños. En Mocoa sí es obligado ir a Cerro Azul en la Serranía La Lindosa. Saludos.
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