Caicedo (Antioquia) 2/2
Viernes 3 de mayo de 2013
Hoy es el día de la Santa Cruz. Recuerdo cómo, cuando era joven, se acostumbraba ‘rezar los mil jesuses’, un rito anticuado, por decir lo menos. Siquiera se están acabando esas costumbres, en mi concepto, sin sentido.
Temprano abordé un bus de Caicedo que me llevará hasta San Jerónimo. Pero ya en el camino pensé: bueno, y por qué no aprovecho para conocer Caicedo, otro municipio que desde hace tiempo he querido visitar y que, por miedo a la guerrilla, no he ido hasta allá.
Sí señor, tomé esta oportunidad como una suerte y, a las nueve de la mañana decidí continuar hasta ese municipio del occidente antioqueño. El conductor del bus, es un señor de mucha edad para conducir transporte público, pero con la ventaja de ser cuidadoso y formal, aunque serio.
A las 10:30 nos desviamos de la troncal de occidente en el Paso Real, cerca a Santafé de Antioquia, para tomar la vía a Bolombolo y luego el desvío hacia Caicedo y Urrao, que está en el kilómetro 66, una cuadra adelante del puente sobre la quebrada La Usa.
De El Paso hasta Caicedo hay 40 kilómetros, casi todos en ascenso y por terreno descubierto, pero de piso firme.
Me impresionó la soledad de esta vía en la cual solo nos encontramos con un bus que venía de Urrao y dos volquetas cargando material. Ningún otro vehículo venía en contra vía.
Porque ha disminuido mucho el número de rutas a Urrao, que antes utilizaba esta vía, más corta, pero sin pavimento como sí tiene casi en su totalidad, la ruta por Concordia.
Qué día de sol tan hermoso, y cuán bellos se ven estos paisajes de la cordillera occidental, con pliegues caprichosos, montañas altas y hondonadas impresionantes.
Sin embargo no son azarosos los precipicios, pues siempre hay árboles protectores y espacio suficiente entre la vía y el abismo. Y después de una noche de lluvia, todo se aprecia fresco, verde y brillante.
Más adelante, y cerca del alto hasta el cual se sube, llamado Alta Vista, cautivaron mi atención los techos de las casas campesinas, casi todos en lámina de zinc oxidada, que les da un aspecto ‘vintage’, precioso.
A partir de la cima Alta Vista, queda una media hora de viaje, ya no por cuesta, sino en terreno plano hasta Caicedo.
Y entonces sí abundan las viviendas campesinas tan bellas, con jardín en los patios y fachadas, ropa secándose en el alambrado, matas floridas sembradas en tarros viejos, botellas plásticas y hasta vasos de noche. Eso habla muy bien de sus habitantes. Miles de casitas humildes están repartidas por toda la cordillera, de noche sus luces se deben ver encantadoras.
El bus se detuvo en el puente sobre la Quebrada el Vaho, justo el sitio donde hace 12 años la guerrilla tomó secuestrados a Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverri.
Hasta este punto llegaron estos héroes de la No Violencia, acompañados de la multitud que los siguió, y de aquí en adelante, hasta cerca de Urrao, los guerrilleros llevaron presos a los líderes de la manifestación.
Unos meses después fueron asesinados los dos dirigentes, en compañía de ocho soldados, también cautivos, cuando el ejército se aproximaba a liberarlos. Aquí hay un pequeño obelisco que recuerda ese acontecimiento infortunado para Antioquia y Colombia, precisamente hace diez años, el 5 de mayo de 2003.
A las 12:35 entramos a Caicedo. Se ve el cementerio, allá abajo y a la izquierda. Me bajé en la parte alta de la plaza principal, pequeña, pero bien restaurada.
Al lado de la iglesia, un lugareño vende mangos criollos de una dulzura sin igual. Me comí dos, qué sanos y sabrosos. Y el señor de enseguida vende pulpas, también de tamarindo puro, mucho mejores que las que se consiguen en Santafé de Antioquia.
Y es que sí, en estos pueblos olvidados, se adquieren productos y alimentos más baratos y mejor elaborados que en los centros turísticos, donde la gente aprende a explotar al visitante.
Fotografié el parque y la iglesia, que es sencilla y pequeña. En mitad de la plaza, está el busto de Guillermo Gaviria, el gobernador sacrificado por la guerrilla, cuando vino por estas tierras, buscando un diálogo abierto con los alzados en armas.
Pedí permiso en una casa para divisar desde el patio trasero. No vi mucho, pero sí me encantó saludar con afecto, a una señora en silla de ruedas, que estaba en la sala. Le tomé su mano para que me sintiera más cerca.
Cuando luego le puse el brazo en el hombro, sentí sus huesos intactos, hasta el punto que en ella podría diferenciarse los componentes de la articulación escápulo-humeral. Pobre mujer, está muy delgada, pero sentí cómo le vino de bien mi saludo, y con más ganas me despedí de ella cuando observé una sonrisa en sus labios y la mirada alegre en sus ojos.
Y es que lo que más me ha impresionado de Caicedo, es su gente. No sé, son tan amables, despiertos, expresivos, acogedores… Quise subir al Filito para ver desde allí parte del pueblo.
No es gran cosa la panorámica, pero sí me encantó observar desde esa atalaya, la cantidad de peregrinos que bajaban del Alto de la Cruz, luego de rezar los mil jesuses en este día 3 de mayo.
Claro, para los habitantes de pueblos tan apartados y pequeños, ese es un programa delicioso y emocionante, no obstante que para llegar hasta la Cruz, hay que subir una pendiente bastante inclinada y a gran distancia, como cinco kilómetros del pueblo.
Por lo que veo ahora, bajan felices, con el zoom de mi cámara los traigo hasta acá. Lástima que por allá
ha empezado a llover y el panorama tan brillante de cuando llegué, ha empezado a oscurecerse.
Me preocupan los peregrinos que bajan por semejante pendiente sobre la grama húmeda. Son muchos, yo calculo que unas 800 personas, las que subieron a rezar los mil jesuses.
Espero que no haya habido accidentes diferentes a caídas esporádicas y sin consecuencias, que luego comentará todo el pueblo con gran alegría. A eso subieron, creo yo, en búsqueda de aventuras para luego compartir a los contertulios.
Y no es coincidencia, los pueblos en donde he encontrado gente más acogedora, han sido los que han sufrido con más ímpetu los horrores de la guerra. Me refiero a San Francisco, San Luís, Nariño y, ahora siento lo mimo en Caicedo.
Es como si el horror, la incertidumbre y el abandono volvieran a sus habitantes más solidarios, humanos y acogedores.
En este bus de la una y media viajan algunos estudiantes que viven en veredas cercanas, por la vía hacia el río Cauca y SFA. A mi lado se ubica Mayerly, una niña de cómo diez años, lo más despierta y conversadora. No se ha podido aprender las tablas de multiplicar, pero se ve que en sociales debe ser una alumna aventajada.
Me impresiona la seguridad de los niños del campo. Se suben y bajan solos del bus con su mochila en la espalda. En la ciudad habría una mamá subiéndolos casi cargados y llevándoles los morrales hasta el colegio.
En la vereda El Plan, está una escuela CER El Plan, que se destaca por el orden aseo y gusto con el que la mantienen.
Tiene una decoración artesanal muy bonita, y antes y después del establecimiento, han colocado bolsas plásticas sobre el alambrado, para que los transeúntes depositen en ellas las basuras.
Vino luego el descenso, sin mucho tráfico hasta cuando, cerca ya de El Paso, apareció la escalera que todos los viernes sale de Santafé de Antioquia a las 3PM, con destino Caicedo.
Lástima que no tuve tiempo de fotografiar ese capacete lleno de campesinos, que regresaban de mercar en la ciudad madre.
Esa foto tendré que lograrla algún día. Lo prometo!
Siempre hace ya tiempo que se hizo este blog, aunque es nuestra historia y el dolor que todos los caicedeños tuvimos que pasar, como critica constructiva creo que centraron una gran parte a a la guerra que sufrimos, la palabra «Guerrilla» se podría suprimir por grupos armados, ya que nosotros como hemos tenido que cargar con ese estima de «Guerrilleros» por una guerra que no fue nuestra pero que lamentablemente nos toco vivir. Bonito sentir ese apoyo que en su momento nos brindo Guillermo Gaviria Correa, él más que nadie creyó en nosotros y en nuestro terruño, siempre recordamos ese gesto de valentía que el tuvo con nosotros y aunque ya no esta todos los caicedeños le tenemos un aprecio bastante y cada año se le hace una conmemoración. Caicedo no Violento un Hogar para vida.
Que pesar que solo estuviste en la zona Urbana, Pudiste conocer un poco de nuestra historia en la vereda la Noque donde inicio nuestro desarrollo con las minas de sal, la vereda la Anocosca la mas grande del municipio con un clima frio pero sabroso y donde se puede apreciar la capilla de piedra y donde el padre Gabriel Montoya soñaba en construir un pueblo o corregimiento, la vía de acceso al municipio ya esta casi toda en pavimento, el parque natural corredor de las alegrías y muchos mas lugares y personas que son de mucho agrado.
¡Que sea para una próxima!
Gracias Jessica por sus comentarios. Pues el pasado viernes 11, cuando estuve en Caicedo, conocí otros sitios y personas maravillosas que la verdad me asombraron. Y fuera de las veredas que usted menciona, queda pendiente la subida al Cerro de la Santa Cruz o al de los enamorados. Saludos.